lunes, 28 de noviembre de 2005

Despertares 6

"Dime que predicas (de qué hablas) y te diré de qué careces" es un dicho que, de alguna forma, señala un tipo de inconciencia relacionada con el comportamiento y el discurso (o la expresión, como yo denomino estos ensayos). Y es que ¿qué es lo que yo denomino conciencia?
Una historia que creo recordar acerca de Kant (1724-1804) lo describe como amante de los viajes y de la buena conversación en una comida en compañía de gente viajera y culta, y que, sin haber salido nunca de su ciudad natal (Königsberg) tenía la capacidad, por las lecturas que hacía sobre otros países, ciudades y costumbres, de hablar con fluidez y soltura como si hubiera visitado los sitios acerca de los cuales conversaba con sus interlocutores viajeros. Y es notable que un hombre de tal profundidad de reflexión y pensamiento pueda ser imaginado en una conversación que, a todas luces, para mí, lo envuelve en "una especie de inconciencia" al conversar "superficialmente" (difícil es pensar en superficialidad en Kant, pero me refiero a lo que envuelve comúnmente tal tipo de conversación) sobre sitios, lugares y costumbres (tal vez, en todo caso, es una personal alusión a mí mismo). Y es que me he visto ante una pantalla de televisión o de cine totalmente abstraído por la anécdota o historia, en tal forma que, al darme cuenta del momento, me llama la atención el "nivel de envolvimiento" que la "abstracción en las imágenes y la anécdota me produce". Es semejante a la lectura de un libro de texto o a una novela que reclaman mi atención en forma tal que podría denominarse "inconciencia", pues dejo de lado la vida que respiro, siento y me rodea, para sumergirme en el interior de imágenes y situaciones imaginarias o mentales, involucrando, incluso, estados emocionales totalmente vivenciales y significativos desde una perspectiva física. ¿Puedo denominar tales estados "inconcientes"?
Hablar "acerca de" en lugar de vivir la experiencia implícita en el "acerca de" es, por decir lo menos, un tipo de inconciencia. Hablar acerca de la conciencia o del espíritu no es lo mismo que tener la experiencia del espíritu o de la conciencia. La conciencia, como yo lo veo, es un estado de alerta y vivencial en el que estoy presente con mi universo interior y exterior en una participación total, actuando en forma tal que las palabras sirven únicamente como expresión para complementar la experiencia vivida. Es "lo divino" que permanentemente se recrea sin calificativos ni premisas en una forma espontánea y armoniosa de fluir dentro de una gracia natural.
Creo que el nombre "Dios" nos ha impedido acceder a "lo divino" en una forma más directa, porque hemos conceptualizado lo que no se puede resumir en términos de la limitación mental de los conceptos. Recuerdo que, cuando estudiaba religión, oía hablar del panteísmo y a mi mente adolescente le parecía absurdo que alguien pudiera pensar que "Dios está en todas las cosas". Hoy en día, con una mente más evolucionada (?!), me doy cuenta de que "todas las cosas manifiestan lo divino" porque no se trata de que Dios sea algo determinado sino de que Lo Divino abarca todas las cosas y les da existencia. La expresión "es", que todo abarca, no es más que la expresión del existir en lo divino. Y al hablar de lo divino y no tener la experiencia de lo divino es a lo que podríamos denominar con coherencia "inconciencia". Por esto es por lo que pienso que solamente los santos y los maestros espirituales son concientes, pues no hablan "acerca de" sino que enseñan, señalan el camino hacia lo divino mediante su ejemplo, y las palabras que enuncian hacen referencia a la experiencia y no al "acerca de" de la experiencia, que, con toda seguridad, es indescriptible en términos de vocabulario, pues, aunque es algo íntimo y personal, todos formamos parte de esa divinidad que se manifiesta en todo cuanto nos rodea y que nos hace, como seres humanos, la manifestación más elevada de la conciencia que se realiza en cada pensamiento, palabra y acción. Y seguiré buscando la significación vivencial de lo que simplemednte se manifiesta... y que no percibo.

domingo, 27 de noviembre de 2005

Despertares 5

El conocimiento escolar, básica, media y universitaria, puede convertirse, y, como yo lo veo, de hecho se convierte en una forma de "dormir" si no se dispone de una actitud de observación crítica de lo que se conoce, de lo que se ha aprendido como conocimiento científico.
En su Crítica de la Razón Pura, Kant (1724-1804) modela la forma en la que el ser humano conoce la naturaleza, y establece las categorías (formas del entendimiento para acceder a la experiencia) que subyacen al modelo o manera en la que el ser humano transforma la experiencia en conocimiento. Y en su crítica (evaluación) establece dos grandes vertientes de facultades: el entendimiento puro y la sensibilidad pura (intuición pura) de espacio y tiempo como fundamento de la sensibilidad empírica que es la que nos da los elementos para la elaboración de la ciencia.
En mi manera de ver, el conocimiento científico es una manera limitada y parcelada de ver la realidad circundante, pues está sustentada en enfoques parciales de la receptividad y su consideración mediante nuestras facultades: Intuición, Entendimiento y Juicio. Más aun, el entendimiento es limitado por la focalización que requiere la elaboración de los materiales de partida para obtener un cuadro general de lo que se conoce. La intuición, que es en algún momento, señalado por Kant como lo más cercano a "una manera divina de conocer", si ello fuera posible, es, según lo que yo he percibido, subestimada e incluso menospreciada por el pensamiento científico, que solamente valida el discurso mediante razones. Por demás está señalar que esto último es natural, por la manera en la que nace el conocimiento científico a través de una laboriosa cadena de razonamientos y experimentos que deben recibir validación en cada etapa de su registro y medición, quedando la intuición como un elemento imperceptible en nuestra manera de concebir y "ver" el cuadro completo de la naturaleza que nos rodea, incluídos nosotros como parte observadora y observada dentro de la totalidad.
Un hecho interesante, para mí, es que la ciencia llega incluso a dudar de las categorías, y, en particular de la causalidad. Tal vez por lo poco que he estudiado el tema he oído o leído que a nivel subatómico la causalidad llega a no tener validez. Y me he preguntado si los que tal cosa plantean se dan cuenta de la significación de tal afirmación, pues ello implicaría que la ciencia dejaría de tener significado como aproximación al conocimiento de la naturaleza. En efecto, las preguntas significativas acerca de los fenómenos de la naturaleza, incluídos los objetos, son: qué, cómo y porqué. Y el qué se refiere a "lo que" se presenta ante nosotros, el cómo hace referencia al desenvolvimiento, al cómo se comporta y cómo surgen y desaparecen los fenómenos, y el porqué, que es la pregunta que genera el conocimiento, no es más que la formalización de los modelos científicos que justifican los fenómenos en sus diferentes modalidades: aparecer, permanecer y desaparecer. El porqué no es más que la categoría de causalidad transformada en método para formular las teorías que permiten que la ciencia explique los fenómenos. Y si hacemos desaparecer la causalidad (todo efecto tiene su causa) y decimos que causa y efecto son intercambiables o son posibles en ambos sentidos, llegamos a lo que Kant denomina "juego de representaciones" sin posibilidad de enlace alguno. En todo caso, nuestras facultades de receptividad (sensibilidad) y de espontaneidad (entendimiento) son "maneras" que nos muestran el mundo y, fuera de tales facultades, no tenemos forma alguna de acceder a lo que está detrás de tal "manera de ver". Por otra parte, si pudiéramos hacer contacto con nuestra intuición más elevada (que podríamos denominar divina), no solamente podríamos acceder al universo como totalidad conocida (no por conocer) sino que, eventualmente, podríamos modificar el mundo físico a nuestra voluntad, por no representar otra cosa que una manera que podría alterarse para hacerla diferente. Es el caso del tiempo y el espacio como subyacentes a toda concepción físico- química del universo. Si pudiéramos "pensar" más bien en términos de energía como elemento de fundamentación, tal vez podríamos acceder a la infinitud y a la eternidad como expresiones de mayor significación que espacio y tiempo. Materia equivaldría a espacialidad y energía podría equipararse con temporalidad, de forma semejante a como energía potencial es energía de posición (espacialidad) y potencia es energía de movimiento (temporalidad).
Como yo lo veo: dormir es equivalente a una modo de no-conciencia, condicionado (reactivo) es equivalente a automatizado (inconsciente), conocimiento no es equivalente de conciencia, y conciencia es posible a través de la intuición como la mas elevada forma de "despertamiento".

Despertares 4

El juicio de bueno o malo acerca de cualquier situación presente en mi universo personal, familiar, social o de cualquier otra calificación que implique relación con contextos diferentes, es una de las formas en las que se manifiesta mi condicionamiento o inconsciencia. En efecto, lo bueno y lo malo, así como lo bello y lo feo, y otras oposiciones semejantes, surgen de una "opinión preformada", de un prejuicio más que de una evaluación. Y las consecuencias del juicio inciden en la forma en la que puedo relacionarme con el contexto que me rodea, permitiendo o evitando un contacto que pudiera ser útil para la mejor comprensión de lo enjuiciado.
Una de las más perniciosas fijaciones es la de no mostrar mi ignorancia y de aparecer como conocedor. Es perniciosa porque me impide aprender o, cuando menos ampliar, mi posible conocimiento. Es perniciosa porque no me es consciente esa necesidad de mostrar superioridad o competencia en contextos en los que la crítica adversa pudiera ocasionarme pérdida de calidad ante los ojos de los demás. Es perniciosa porque es una simple muestra de lo que, en alguna oportunidad, conocí con el nombre de "respeto humano", y que se refiere a un deseo de aparecer apropiado en todo contexto de relaciones. Es perniciosa porque condiciona mis experiencias en forma tal que impide mi aprendizaje de nuevas maneras de manejar mis experiencias desde mi realidad personal y no desde una imagen de corrección o perfección que no es humanamente sustentable.
Otra situación que es limitante es involucrarme emocionalmente con calificativos o acciones de descalificación de parte de otros seres humanos. Al respecto he aprendido, me he dado cuenta, que el enojo de otra persona hacia mi o mis acciones no tienen que ver directamente con dichas acciones o conmigo sino con su manera de ver particular, con sus condicionamientos, y que si mantengo el equilibrio y no respondo con el mismo enojo sino que mantengo la gentileza y sobriedad de conducta y coopero para examinar los puntos de vista que están en juego en el momento, probablemente logre una mejor interrelación y un mejor desempeño de conjunto. Y este es un tipo de contexto que requiere de mi parte un nuevo aprendizaje de modos y medios para manejar mis emociones y opiniones en contraste con las emociones y opiniones de mis semejantes. Como lo veo, estoy en un nuevo juego de aprendizaje hacia la aceptación, cooperación y entusiasmo en mi desempeño como ser humano. Es como estar en un viaje de paseo y comenzar a disfrutar del paisaje mientras recorro el camino que me lleva a nuevas y prometedoras experiencias.

Despertares 3

Los automatismos que adquirí en mi infancia comenzaron por la natural adaptación al ambiente externo como caminar, hablar, comer, dirigir mi atención según vista, oído, olfato, gusto y tacto, y, en general, todas las actividades de relación con mi ambiente y con otros seres humanos. Estos automatismos, imperceptiblemente, se forjaron con mi emocionalidad como energía envolvente condicionante de mis primeras experiencias. Adicionalmente, el ejemplo de mi madre y su naturaleza fuertemente directiva fueron forjando el conjunto de modelos reactivos que conforman mi personalidad.
En una experiencia reciente de ejercitación física dirigida de mi movilidad corporal, pude apreciar la riqueza de movimientos y adecuación de los mismos en una forma que me hizo pensar en la conveniencia de una educación físico-corporal que permita que el ser humano utilice de la mejor manera posible sus recursos de movilidad en forma eficiente. Esta misma apreciación surge cuando he estado en contacto con la enseñanza de técnicas de respiración que, por cierto, no he seguido ni practicado pero que he aprendido a valorar como técnicas valiosas para el mejor y más eficiente equilibrio de la salud física y emocional.
El mismo hecho de estar escribiendo estas expresiones, que surgen de una manera automática, sin que yo tenga necesidad de mucho esfuerzo de reflexión, me indica que la inconciencia tiene que ver con los automatismos adquiridos, y que el darme cuenta implica una tarea "íntima" de observación dentro de mí en mi relación con mi universo que involucre lo físico, imaginativo y sus implicaciones, lo emocional y sus derivaciones, lo mental y sus posibles rigideces y lo reactivo y las posibles fuentes de las que procede. Es, por decirlo de alguna manera, una observación detenida de mi manera de ver en cada situación y circunstancia que me rodea.
En mis experiencias de "intención" espiritual he encontrado momentos de "concientización" que tienen que ver con eso que denomino "intuición", y que se refiere a una totalidad y no a un enfoque sobre algún objeto, tema o situación. Es hacia esa "intuición" (omniabarcadora) que me permita ver la totalidad de mi acción y de mi "conciencia personal en contexto" hacia donde parece que se dirige lo que puedo denominar "despertar". Y algo de lo que me he dado cuenta es de que yo necesito tener la "intención" y debo trabajar en la búsqueda de sentido mediante lecturas y guías de quienes han recorrido el camino, pero la experiencia de despertar surge de algo que me supera y me entrega la visión de lo que no me era consciente. Y las maneras y los medios para percibir lo que es y no lo que mi "manera de ver condicionada" me dicta está, por ahora, enmarcada en un estar presente con mi estado físico, imaginativo, emocional, mental y reactivo en cualquier situación en la que me encuentro. Y este estar presente exige una observación continua de mi estado interior que, incluso en este momento de escribir estas "impresiones", es algo que, de alguna manera, no está en mis manos dirigir. Y que el proceso de observación equivale a un estar en un paisaje cambiante con plena aceptación del entorno y en ejercicio de bondad, gentileza y amorosidad, que no me son de fácil ejercicio en circunstancias que involucren enfermedad, dolencias físicas y afecciones emocionales adversas. Unido a los condicionamientos que me hacen ver las cosas desde perspectivas desfavorables para mí o para quienes me rodean.

Despertares 2

El condicionamiento es un "estado" o "condición" que se arraiga en mi conciencia de una manera imperceptible para mí. Es el establecimiento de modalidades de conducta y entendimiento que tienen que ver con mis experiencias de placer y dolor, de complacencia y molestia, de bienestar y malestar, de gusto y disgusto.
El primer y más importante motivador de mis condicionamientos es la emocionalidad, porque traduce cualquier dolor físico o molestia personal en maneras de manejar las situaciones de manera que se hagan menos "dolorosas" tanto física como emocionalmente. Y es en mis primeros años de vida, cuando no contaba con "modelos más apropiados desde la perspectiva cultural y social", en los que se estableció, dentro de mí, una manera de "responder" ante situaciones y circunstancias que me resultaron adversas. Este, según yo lo veo, es el núcleo de mi "personalidad".
El siguiente motivador, también de gran significación en mis primeros años, fue el de la búsqueda de sensaciones y situaciones "placenteras". En efecto, el comer, beber, tener contacto físico, oir y ver cosas que me produjeran placer, debió ser una experiencia condicionante de las maneras y los medios para lograr que "mi mundo" fuera lo más cercano posible al período, casi paradisíaco, de gestación en el vientre de mi madre. Tomando en consideración que, durante ese período, probablemente estuve influenciado por las experiencias de dolor y placer de mi madre. En todo caso, durante ese período, todo me era suplido sin el menor esfuerzo de mi parte, salvo el natural mecanismo automático de absorción de mi sistema orgánico, que, seguramente, también se desarrolló a partir de modalidades que evolucionaron en mí desde mi constitución genética.
Posteriormente las experiencias se acumularon y las modificaciones, siempre inconscientes, contribuyeron a formar mi "personalidad consciente" actual, que no es otra cosa sino un "estado de conciencia automático", como el sistema reflejo-espinal, que me caracteriza en el nivel corporal, y que se integra al sistema automatizado "lucha-huída" ante situaciones de potencial peligro (según mi sistema personal de evaluación condicionada).

Despertares 1

Ví una película con este título y me pareció conmovedora. Pero lo que me incita a expresar cómo lo veo en este tema, aunque tiene alguna referencia al tema de la película, se refiere a algo que no es "enfermedad", reconocida como tal, sino un estado que, más bien, es considerado normal.
La experiencia de dormir y, de esta manera, pasar a un estado de conciencia que nos permite descansar, es lo más cercano a la experiencia que denominamos inconciencia. Reconociendo, sin embargo, que, durante el período en el que dormimos, se producen los denominados "sueños", que no son otra cosa que imágenes y situaciones relacionadas con realidades y fantasías propias del estado de conciencia que denominamos "despierto".
La inconciencia, a diferencia de la ignorancia, que se refiere al desconocimiento de "algo", implica el uso de la voluntad, el hacer sin atender a las consecuencias, de alguna manera que nos afecta en nuestra relación con nuestros semejantes y con el universo que nos rodea. Y tiene particular significación en relación con lo que denominamos el espíritu. Esta denominación, "espíritu", tiene muchas connotaciones diferentes, pero, en resumen, todas se refieren a la conciencia como estado, no solamente de alerta, de vigilia, de estar despierto en el sentido señalado al comienzo, sino de excelencia en nuestra condición de "ser humano. Pues implica comportarse de acuerdo con los más elevados valores que podemos manifestar a pesar de nuestros dolores físicos, pesares emocionales y pensamientos de provecho personal.
El despertar de la conciencia no tiene relación, aunque puede ser estimulado, con el conocimiento intelectual, pues el conocimiento es algo compartido con otros seres humanos como información y modelaje del mundo que nos rodea. Por el contrario, la conciencia, aunque puede ser compartida desde nuestra experiencia personal, es un saber totalmente personal e individual, y no se relaciona con los valores sociales y culturales del grupo humano en el que nos desenvolvemos, y tiene que ver con algo que es universal: El Espíritu. Casi me atrevería a decir que Espíritu y Conciencia tienen identidad en su más elevada significación.

viernes, 25 de noviembre de 2005

Página en blanco

En estos momentos quiero expresarme pero no logro que mi mente se enfoque en tema alguno. No estoy en blanco mentalmente, simplemente no hay cosa alguna dentro de mí, salvo la vida y la respiración que la manifiesta y la actividad de mi cuerpo que, en este preciso momento, es el teclear en mi computador esto que escribo. Sensación interesante porque fluyen estas palabras sin enfoque alguno que las motive mas que el simple deseo de que, lo exteriormente manifestado, pueda conducirme a algo que quiero encontrar, y no sé qué sea.
La palabra voluntad, en mi diccionario mental etimológico, se refiere a una actividad emprendida con el ánimo de llevarla hasta el final, pero con la implícita característica de que "quiero" realizarla. El único esfuerzo que requiero es la constancia y la tenacidad para su realización, y dicha voluntad no es otra cosa que el continuo "querer" obtener lo que me he propuesto.
En general hay muchas cosas que "quiero" y que no "puedo" lograr, porque, sencillamente, me doy cuenta de que el "querer" es solamente un espíritu de imitación de algo que veo, oigo, siento o percibo de alguna manera y me agradaría como manera de expresarme exteriormente, pero no se corresponde con mi particular manera de ser, mi energía interior y exterior, etc. Y el etc se refiere a "lo que no puedo especificar porque no sé a lo que me refiero".
El automatismo de vivir con lo que he aprendido como necesidad: estudiar, trabajar, tener una familia, etc, nuevamente, es la mejor manera de expresar lo que me toca en cada momento. No hay, aparentemente, razón alguna para hacer o manifestar lo que hago o manifiesto. Se da como una "especie" de natural acontecer realizado por mi personalidad en forma inconsciente.
El pensar no es una actividad consciente. En efecto, recuerdo que, cuando estudiaba y aprendía matemáticas, historia, biología... lo único que hacía era "entender y aprehender" sin mayores críticas o evaluación consciente el material que se me ofrecía. En tal sentido, lo aprendido no ha tenido, como yo lo veo, incidencia significativa en mi vivir, salvo el imitar el comportamiento de los que me rodean en la mejor manera que me ha tocado hacerlo. Sin dejar de reconocer que hay sensaciones, imágenes, emociones, pensamientos y reacciones que me pertenecen y se refieren a mi particular manera de ver y vivir mis experiencias, sin relación directa con lo aprendido, pero con una conexión emocional con conceptos e ideas que me han condicionado de maneras que no comprendo y que intento, en la mayoría de las situaciones, superar para el mayor bien tanto mío como de los que me rodean. Es una tarea continua y constante, que expreso en un momento en el que mi mente está como una página en blanco.

miércoles, 23 de noviembre de 2005

Bueno y malo

Según recuerdo, las palabras bíblicas de Dios para Adán y Eva eran: "Puedes comer los frutos de todos los árboles, menos de la fruta del árbol del conocimiento del bien y del mal, pues si lo haces vas a morir". Apartando lo referente a simbolismos y asuntos semejantes acerca de La Biblia, a mí me parece surgido de una mente genial, de una mente de profundidad de pensamiento y reflexión, el hecho de afirmar que "el conocimiento del bien y del mal" es la causa de todas nuestras "experiencias", para no introducir términos como "desdichas".
El bien y el mal son, sencillamente, términos para calificar las situaciones y experiencias. Un terremoto es "malo" porque causa daños y perjuicios al ser humano, incluída su muerte. Las lluvias son "buenas" cuando contribuyen a la alimentación y sustento de los seres orgánicos, y son "malas" cuando arrasan con todo lo que, vivo o inerte, encuentran a su paso.
Bien y mal tienen referencia directa con un juicio humano, obviamente, referido a la supervivencia y, probablemente, bienestar del ser humano.
Puedo crear, en mi imaginación, un mundo muy antiguo en el que el ser humano viera todas las cosas como "naturales": vida, muerte, desolación... y no como bueno o malo. Sencillamente era el natural devenir de la vida y el universo. Lo que sucede me afecta o no, y puedo, cuando no está de acuerdo con mis mejores posibilidades, hacer lo que necesito para modificar mi manera de desenvolverme, en el entorno que me rodea, de tal manera que pueda obtener el máximo provecho, según las circunstancias. Con tal actitud, las posibilidades de ocurrencia de hechos de naturaleza no me afectan más que en la experiencia adquirida para prevenir, de la mejor manera posible, las consecuencias insatisfactorias. Pero, en cuanto al morir y al vivir, no me queda más que reconocer que están fuera de mi alcance, salvo por el hecho de que en mi relación con la pareja puedo dar origen a nueva vida. En tales circunstancias, mi aceptación de lo que sucede es más funcional que dramatizante de los hechos. Lo que funciona, lo que promueve mis mejores intereses, es lo que dinamiza mis acciones. Y ¿quién no reconoce que mi unión de esfuerzos con mis semejantes y con el universo que me rodea es la mejor posibilidad para mi bienestar?
No es posible reflejar en el lenguaje escrito o hablado el poco beneficio que "el conocimiento del bien y del mal" aporta a la vida del ser humano, pues se ha transformado en un elemento de juicio y no, como podría haber sucedido, en un elemento de "funcionalidad" de las maneras y los medios que utilizo como ser humano para el logro de mis mejores intereses... y el de los que me rodean. Pues el juicio de que el otro es "bueno" o "malo" corta toda posibilidad de integración de esfuerzos. Pues "bondad" y "maldad" no apuntan a lo funcional sino a lo intelectual... y, en lo intelectual, no existe empatía hacia la condición humana, sea desviada de mis patrones de comportamiento o no.

Paréntesis

Comencé estas expresiones escritas por una necesidad interior de ver exteriormente algunas cosas que me pasan por la mente. Ahora me doy cuenta de que surgen, sobre todo en las mañanas, cuando no tengo oportunidad de escribir, muchas ideas que quisiera expresar.
Me doy cuenta de que no tiene que ver con conocimiento ni información sino con expresión externa de cosas que se enlazan dentro de mi mente. El lenguaje sirve de medio para expresar ideas. Sin embargo, veo que los conceptos que el lenguaje, que he heredado pero que no he generado en parte alguna, me permite utilizar, tienen, probablemente, una significación que moldea mis pensamientos más que expresarlos.
Alguna vez, cuando recibía clases sobre la Crítica de la Razón Pura de Kant, salí del salón de clases con la impresión, que compartí con otro compañero de clase, que me expresó la misma idea, de que es verdaderamente "milagroso" que los humanos pudiéramos comunicarnos. Y es que lo que yo tengo, o genero, o percibo dentro de mí es una "interpretación" (al estilo de lo que se denomina interpretación en música) del mundo que me rodea. Y la traducción al lenguaje escrito y hablado es otra manera de expresarlo.
El lenguaje escrito me permite ver exteriormente lo que se enlaza en mis pensamientos, y queda inmovilizado, como si fuera un objeto sólido. En tal sentido, hasta yo puedo estar en desacuerdo con lo escrito, y podría querer corregirlo. Sin embargo, me permite verlo y darme cuenta de su presencia. El lenguaje hablado es más fluido, y el recuerdo de lo expresado, que se enlaza con lo que sigue, tiene cierta movilidad, que nace del hecho de que las ideas permanecen en mí sin que pueda decir que son incorrectas, porque la memoria no me permite acceder a las palabras específicas sino a la idea que las genera, que permanece en mí y puede evolucionar de una manera menos crítica. Creo que Sócrates (470-399 AC), según dicen, se oponía a poner por escrito sus ideas por tal motivo, porque perdían la fluidez y certeza que tenían para él (o, porque no podían ser sometidas al proceso de preguntas y respuestas expositor-interlocutor, al que estaba acostumbrado, que enriquecían la expresión y clarificación de dichas ideas). Y, efectivamente, a partir de él, Platón, Aristóteles y los que les siguieron escribieron sus ideas en forma sistemática y, como era de esperar, comenzaron los subsiguientes pensadores a evaluar negativamente tales ideas. Es fácil ver las inconsistencias del lenguaje escrito, de las expresiones escritas de las ideas, pero es muy difícil ver la idea en sí, subyacente a la expresión que origina. Un ejemplo sirve de aclaración: Según Aristóteles todos los cuerpos van hacia un lugar que les corresponde (los objetos pesados caen a la tierra y los livianos se elevan...), mientras que el "descubrimiento de la ley de gravedad" y la física posteriormente generada, afirma que todos los cuerpos caen con una cierta aceleración. Es imposible acceder a la idea que subyacía en la mente de Aristóteles para afirmar lo que decía... y, como yo lo veo, no creo que fuera tan de poco sentido común como para no darse cuenta de que los cuerpos caían a tierra, fueran pesados o livianos. Así que los ojos con los que vemos afirmaciones como la expresada, desdicen mucho de la genialidad del hombre que resumió el conocimiento antiguo en escritos que sirvieron, posteriormente, para crear escuelas de pensamiento, tanto científico como filosófico, que permitieron el surgimiento del conocimiento sistemático con el que contamos actualmente.
En todo caso, mi necesidad de expresarme por escrito, en un medio que me permite la libertad de ser o no leído por otros, pero que me da la posibilidad de observarme a mí mismo, es agradable, y me permite desarrollar, dentro de mí, mi propia manera de organizarme a partir de mí mismo y de lo que he leído y aprendido, pues, hasta ahora, solamente la lectura y estudio eran la forma, siempre insatisfactoria, de adquirir conocimiento. En tal sentido, pienso que no ejercité suficientemente el intercambio, libre de prejuicios, con mis semejantes, acerca del mundo que me rodea. Creo que es una carencia en mi formación escolar y profesional, pues la ciencia no es un sistema que satisfaga mi condición de ser en busca de sentido.

martes, 22 de noviembre de 2005

Igualdad 2

Los seres humanos no somos iguales. Somos semejantes. Pero, como es natural en la semejanza, el elemento o característica de igualdad, para definir la semejanza, es esencial. Si recordamos de la geometría, lo esencial de un triángulo es el ser una figura con tres ángulos cuya suma es la mitad de trescientos sesenta grados. Si los tres ángulos de dos triángulos son iguales, queda definida la característica esencial de semejanza, pues lo siguiente es establecer la proporcionalidad de los lados opuestos a cada ángulo igual en ambas figuras. Por supuesto, en geometría, la proporcionalidad de los lados es también una condición de semejanza. Pero yo, personalmente, considero que la cualidad esencial es la igualdad de los ángulos correspondientes.
Los seres humanos somos semejantes por ser iguales en lo que es esencial como ser humano: nuestra potencialidad para ser, para desarrollarnos, para aprender, para superarnos a nosotros mismos. Nuestra capacidad para enfermarnos y sentir dolor en lo físico conlleva una búsqueda de la sanación y la superación de nuestra vulnerabilidad. Y esto nos hace iguales y empáticos con la situación de cualquier otro ser humano en tal condición. Lo mismo sucede en el aspecto emocional, que nos puede sumir en estados igualmente "dolorosos", y que, igualmente, nos impulsa a buscar el equilibrio y la sanación, y, nuevamente, nos hace iguales y empáticos hacia los "dolores" y sufrimiento del otro en situación semejante.
Es, por decir lo menos, sorprendente como podemos crear situaciones de conflicto, confrontación y guerra con otros seres humanos cuando, en circunstancias naturales, podemos, por nuestra condición de empatía, sufrir y padecer con el dolor y el sufrimiento del otro. E igualmente sorprendente es tal creación de conflictos, confrontación y guerras, cuando sabemos de lo agradable, por decir algo, del hecho de compartir en armonía y afecto con ese otro. Es por tal motivo que dudo de la "racionalidad" del ser humano, y por lo que creo que tal "racionalidad" es limitada a lo inmediato y perecedero, en perjuicio de lo realmente racional a largo plazo y en lo amplio de nuestro devenir común. Pareciera que necesitáramos de una memoria, y una proyección de expectativas de posibles situaciones circunstanciales, de mayor alcance al que tenemos en la actualidad. Pareciera que la mayor limitación que tenemos como seres humanos se refiere a nuestra natural necesidad de enfocar, de contraer nuestra atención, de especificar un contexto de consideración de corto alcance, para poder utilizar el potencial racionalizador (relacionador) de nuestra mente. Y, nuevamente, sigo pensando que el área en la que necesitamos insistir, en lo educativo, es el referido a la intuición, que es el aspecto que nos permitiría ver totalidades, panoramas completos, situaciones complejas, en una forma integral... y no por parcialidades o partes. Reconozco que estas ideas no son tan claras como para guiar... pero seguiré insistiendo... a ver si puedo expresar algo que, incluso para la manera en que lo veo, resulta algo indefinido...

viernes, 18 de noviembre de 2005

Entender, comprender y saber

Un tema que siempre me ha gustado en mi devenir humano es el relacionado con el conocimiento y mi posible capacidad de entender, comprender y saber. Y es que, para mí, entender es algo focal. Puedo entender algo pero no ponerlo en un contexto que comprenda el tema en sus relaciones y connotaciones que me permitan conocerlo. En cuanto lo comprendo puedo reformularlo en formas diferentes para hacérmelo más rico en contenido. Y, decididamente, para mí, el saber, la sabiduría, pertenece a los santos y a los maestros espirituales, y, por ningún motivo a los científicos o conocedores del mundo físico limitado. Pues, como yo lo veo, el saber tiene que ver con una manera de vivir y de ser que tienda a lo universal y más elevado del ser humano que implique "no estar en contra", "no estar en oposición", estar en equilibrio y balance, reconocer al otro como si se tratara de mí, como si no hubiera diferencias... y esto es harto difícil para los que no somos santos o maestros espirituales.
La lógica y la matemática son dos áreas del conocimiento que intentan fundamentar toda comunicación cierta, transmisible, en la relación entre seres humanos. Ambas son básicas para comprender que la comunicación y la transmisión de información son diferentes. La comunicación puede crear conflictos cuando lo que comunico es entendido en forma diferente por aquel que recibe la comunicación, puesto que el lenguaje del discurso no es preciso y contiene diferencias que pueden ser sutiles pero significativas. Por el contrario, cuando transmito información, según los lineamientos de la matemática y de la lógica, puedo cumplir las mismas funciones que un transmisor y un receptor de radiofrecuencia: si la onda de transmisión y de recepción es la misma, lo que transmito por el primer medio difusor es lo mismo que se recibe en el receptor. Para que la comunicación discursiva fuera igual tendríamos que contar con un lenguaje que asignara a cada concepto un término exclusivo, y, en tal caso, los seres humanos estaríamos imposibilitados, en nuestra distinta capacidad de memoria, para retener el infinito número de términos requeridos, que, a su vez, por ser infinito, solamente nos permitiría comunicarnos en áreas muy específicas de nuestro devenir humano. Por supuesto que esto es como yo lo veo, pues estoy completamente seguro de que los que saben de lógica y conocimiento tienen una concepción totalmente diferente y seguramente que sus concepciones implican el "estar en contra", "estar en oposición", en cuanto a las posibilidades de comunicación entre los seres humanos. Si estuviéramos en acuerdo, llegaríamos a la conclusión de que lo más a lo que podemos aspirar, como seres humanos, es a la negociación de acuerdos sobre nuestras visiones y maneras de ver las cosas para evolucionar hacia mejores interrelaciones entre todos los seres humanos. Este tema es muy rico en cuanto a las posibles consecuencias para la convivencia y solución de conflictos.

Igualdad 1

Desde mi infancia he oído decir que todos los seres humanos somos iguales. Y, hasta ahora, no se me había ocurrido contradecir dicha concepción, aunque sea desde perspectivas más cercanas a mi naturaleza física. En efecto, por lo que respecta al cuerpo, somos iguales en cuanto a la posesión de las mismas partes componentes de nuestro cuerpo, pero, en cuanto a forma y tamaño, hay suficientes diferencias entre unos y otros seres humanos como para concluir que somos diferentes, que no somos iguales. La mujer y el hombre difieren en los genitales. Los colores de la piel diferencian a grandes grupos humanos entre sí. La capacidad para realizar tareas semejantes también nos hacen diferentes, incluso cuando las tareas pertenecen a una misma especialidad como la carpintería, la matemática, la conducción de un vehículo... en fin, somos diferentes, no somos iguales, por lo que respecta a nuestras actuaciones en el campo de lo físico. Bien es cierto que los resultados de las tareas realizadas podrían considerarse semejantes.
En cuanto a la capacidad para aprender determinadas tareas o ciertas áreas de conocimiento es también diferente, no somos iguales. Es bien notoria la habilidad que tienen algunos seres humanos para la música, la matemática, la artesanía... y paremos de contar, pues cada área en sí tiene también diferencias intrínsecas en cuanto al ejercicio de las habilidades o facultades entre los seres humanos, que, en tal sentido, seguimos siendo diferentes.
En cuanto a la familia en la cual nacemos, la diferencia es notoria en forma, tamaño, riqueza, variedad de formas de comportamiento, costumbres, hábitos, concepciones... y, nuevamente, paremos de contar.
Por consiguiente, como una primera aproximación: los seres humanos no somos iguales, aunque podríamos afirmar que somos "semejantes". Y seguiré cuestionando el tema para ver hasta donde llego en este asunto de la igualdad, pero, antes, deberé hacerme una reflexión sobre lo igual y lo semejante y cosas por el estilo... y esto me resulta entretenido.

jueves, 17 de noviembre de 2005

Dualidad (Cuerpo físico- Espíritu) 2

Cuerpo-alma es la dualidad por excelencia que me define. Con todo, cuerpo-espíritu es una dualidad de mayor alcance porque incluye mi cuerpo y todos los cuerpos y las almas y cualesquiera otras manifestaciones de la energía que conozco o pueda llegar a conocer.
Todos los conceptos que utilizo no me pertenecen como individuo sino como parte de una cultura, como expresión dentro de una sociedad. Solamente me pertenece la interpretación que hago de los conceptos.
En física estudié en alguna oportunidad la energía potencial (energía de posición) y la energía cinética (energía de movimiento). Posteriormente oí mencionar energías nuclear, atómica, celular... Y todas pueden reducirse, según mi apreciación, a energía de posición y energía de movimiento. En tal sentido, mi cuerpo es una energía de posición y representa la espacialidad y potencial desarrollo de acciones y reacciones; y mi alma es una energía de movimiento y representa la temporalidad (aunque pueda incluirse en la eternidad) y potencial incorporación y desincorporación en potencialidad de acciones y reacciones en una experiencia corporal. Mi cuerpo sin mi alma no tiene vida, pero mi alma sin mi cuerpo puedo imaginarla con indefinidas posibilidades de evolución o movimiento, como una partícula de aire dentro de la masa de aire de la forma parte.
Me doy cuenta de que el "espíritu humano", representado en los conceptos e ideas, que interpreto pero que no he creado desde mi individualidad, apunta a individuos que, para mí, genialmente sintetizaron medios para la comunicación en el "espíritu humano", pero que no pudieron superar la individualidad interpretativa que, a nivel grupal, vino a generar las mismas angustias y dificultades (dolores, sufrimientos, malentendidos...) que a nivel individual nos causan enfermedades y desbalances de muy diversa naturaleza. En todo caso, y aunque me parece que mi expresión de la dualidad tiende a la negatividad, sigo buscando ese "algo" que me permita encontrar la paz interior (origen de cualquier otra paz buscada) que defino como el "dejar de estar en contra", el "dejar de estar en oposición", que, para mi maestro espiritual y para los maestros espirituales en general es tan sencillo que les permite tener una actitud de equilibrio ante la vida y cualesquiera circunstancias del universo en que vivimos.

Dualidad (Cuerpo físico- Espíritu) 1

Mi cuerpo físico es vulnerable a estímulos físicos que pueden producirme heridas físicas (golpes, caídas, alimentos impropios, inhalación de gases dañinos...) y, en forma similar, según creo, a desbalances ante situaciones emocionalmente desagradables. Todas estas vulnerabilidades pueden generar lo que denomino "enfermedades". Por consiguiente, en mi opinión, mis enfermedades pudieran "sanarse", en una forma completamente natural, al tomar conciencia de los factores que produjeron su aparición y al atender dichos factores mediante acciones de equilibrio que contribuyan a su desaparición. Sin embargo, como la naturaleza de muchos de dichos desbalances obedecen a factores de mi niñez y adolescencia inconsciente (en automático), la exploración de mi subconsciente y de mi inconsciente requieren de mecanismos de exploración que solamente la psicología ha comenzado a definir.
Pudiera pensar que mi cuerpo, imaginación, emociones, mente y subconsciente e inconsciente, unidos a mi sensibilidad corporal forman "lo que soy". Pero me doy cuenta de que tengo la capacidad de observar cada uno de dichos aspectos desde un lugar que no puedo precisar, aunque puedo separar de los anteriores: la conciencia, el darme cuenta. Además me cuesta, a mí, pensar que no hay algo vital que le da "energía" a todo el conjunto que he definido. Es lo que he oído mencionar como "alma", o podría denominar "energía vital" o "energía de vida". Es la dualidad por excelencia, cuerpo-espíritu, que me define, me delimita, me unifica como "uno", dentro de un conjunto multiple de "unos" que difieren y que se parecen, según el punto de vista que puedo considerar en cada enfoque que se me ocurra hacer.
Como energía que es, mi alma es indiferenciada de cualquier otra alma. En consecuencia, puedo pensar que "todos" somos "Uno", y que ese "Uno" junto con la restante energía que no está "in-corporada" es lo que se denomina Dios. Y el cuerpo físico, que es igualmente otro tipo de energía más denso, y que se deshace al desaparecer la unión cuerpo-espíritu, tiene, también una participación en esa "energía divina". Y es aquí donde puede resolverse toda dualidad, pues, al final, soy sencillamente una manifestación y expresión de "energía divina"... Ningún consuelo, para todos los dolores físicos, emocionales y de toda índole, que no he aprendido a manejar de una manera alegre y gozosa de esta experiencia humana, cual si fuera un "viaje de experimentación" de las posibilidades de acción en el universo, con mi pleno conocimiento y participación... según he oído decir.

Dualidad (Subconsciente, Inconsciente...)

El factor personalidad, como lo entiendo, es la manera en la que reacciono a las personas y situaciones que se me presentan, y está formado por las experiencias personales que se han grabado, inconscientemente, en mis células, particularmente en la época de mi niñez. También puedo incluir en esta caracterización lo que se denomina "reflejo cerebroespinal", que son reacciones a estímulos de mi entorno personal.
Esta área de mi personalidad responde automáticamente, y se asemeja, para mí, al área emocional, pues, básicamente, se ha formado en relación directa con mis acciones y reacciones ante situaciones físicas y emocionales que han alterado en forma significativa mi manera de relacionarme con cuanto me rodea. Es un automatismo formado en la dualidad (placer-displacer) y en la multiplicidad emocional (amor-ira, miedo...). Consiguientemente sigue el mismo patrón indeseado, en mi adultez, de respuestas inmaduras y, de aquí, de ser-querer ser que se generó en mi manera mental de apreciar las situaciones.
Cuando, por algún motivo, reacciono (inconscientemente) en forma impropia, para mí o para las personas que me rodean, genero una nueva cadena de acciones que me producen incomodidad, angustia, rabia o miedo interior que me impiden explorar nuevas alternativas y nuevas maneras de crear mis experiencias. Igualmente, sin mi participación activa, voy creando rutinas y zonas de comodidad que me eviten tales reacciones, pero que, indefectiblemente, me van apartando del proceso vital de crear nuevas y más enriquecedoras experiencias de vida.
Mi subconsciente e inconsciente pertenecen, en su parte menos rica, a las heridas y decepciones que forjaron mi personalidad limitada, y que, posteriormente, son el tema subyacente en mi dualidad de "como soy" y "como quisiera ser" que me impiden aceptarme y entender que, como ser humano, cada día surjo con posibilidades abiertas hacia mi evolución y creatividad.
Esta área pudiera ser la que originó la idea del "pecado original bíblico" que me enseñaron desde niño como "mancha" que ya traje a mi vida como tema de castigo y desvalorización que debía purgar con "el sudor de mi frente". Así mismo, pudiera ser, la que origina esa dualidad personal que nunca está satisfecha con acción alguna, o que no ve merecimiento alguno en nada de lo que hago, siento o digo. Y esta reflexión no es un darme cuenta sino, más bien, un planteamiento imaginativo sin conexión con la realidad de mi devenir... como toda exposición verbal desafortunada que pretenda hacer inteligible lo que pienso, hago y digo desde una perspectiva de juicio moral...

miércoles, 16 de noviembre de 2005

Dualidad (Mente)

La mente es esa facultad en mí que enlaza conceptos y razones en juicios acerca del mundo que me rodea y percibo. En esta capacidad me veo como una dualidad en la que me manifiesto y expreso de una manera, contra una manera "ideal" (aparentemente concebida de manera desconocida pero presente como contraposición) de manifestarme y expresarme. Es "lo que es" en oposición a "posibilidad de ser" (una "ilusión"). Y en esta dualidad me doy cuenta de "una unidad que observa" y evalúa. Es el perfecto ejemplo de la moneda con anverso y reverso e, incluso, el canto o borde cuyo grosor separa ambas caras de la moneda.
La dualidad de la mente es una dualidad humana que refleja un deseo de ser diferente de como me veo en mi hacer, decir y manera de expresarme y manifestarme ante mi entorno. En mi concepción, es la perfección de la dualidad, porque la diferencia no puede ser superada en forma alguna, como cuando ante dos opuestos, bueno y malo, puedo superar la oposición mediante una concepción íntima que sabe que dicha oposición no es más que una manera de ver que puede variar si cambio la perspectiva. En la dualidad de la mente, yo que se manifiesta y yo que podría llegar a ser, no hay superación... aunque puedo concebir una evolución, por difícil que me resulte.
Cabe hacer la observación de que, en la dualidad de la mente puedo concebir, también, una tercera posición que, sin superar "lo que es", puede resolver el conflicto. Es el caso de la concepción del vivir y de la historia de G. W. F. Hegel (1770-1831) como tesis (posición), antítesis (contraposición) y síntesis (superación de ambas posiciones en una que las abarca y se convierte en nueva posición de partida). Es también el caso ejemplificado en el hermoso libro "El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia" de Selma Lagerlöf (Premio Nobel de literatura de 1909) en el capítulo 47, cuando enuncia: "...puede evitarse el daño propio (en situaciones sin aparente salida) sin necesidad de perjudicar a otro. Nunca falta una tercera salida..." y que "hay un medio de salir de todas las dificultades (posición y contraposición) que se presenten... el asunto es encontrarla". Me resulta agradable recordar algunas historias que he leído... aunque, quizá, no las he asimilado debidamente (nuevo reflejo de mi dualidad de ser y posible ser).

martes, 15 de noviembre de 2005

Dualidad (Emociones)

El cuerpo de las emociones o cuerpo emocional (residencia del movimiento causa-efecto, conocido también como karma en determinados medios) es un área que me lleva a reconocer la dualidad como una ejemplificación de la multiplicidad, que es, realmente, lo que me caracteriza a nivel humano.
En la psicología clásica existe un extraordinario libro denominado "Los cuatro gigantes del alma" por Emilio Mira y López, en el cual se describen detalladamente las cuatro emociones básicas: miedo, amor, ira y odio. Y, en mi opinión, la dualidad es entre el amor y las otras tres emociones como contraparte. Adicionalmente observo la dualidad de cada emoción con su negación neutra (amor-no amor, ira-no ira..., indicando con el "no-" un estado neutro y no un estado opuesto. Adicionalmente, además, puedo considerar que la ira y el miedo tienen dos connotaciones diferentes: como emoción que nos protege de tomar acciones o decisiones que podrían ser perjudiciales, y como emoción que nos bloquea ante situaciones de peligro inminente. Y en el miedo tengo una experiencia que puede ser a nivel del pecho y otra que es a nivel del estómago.
Además de los anteriores, existen muchos otros estados emocionales como la depresión, la tristeza, etc. que pueden contraponerse con sus duales: euforia (entusiasmo), alegría... Y, como puedo observar, esto me revela una multiplicidad de fuerzas en la que me parezco más a una figura sólida de muchas caras con fuerzas posibles en cada una de sus caras, que pueden llevarme a situaciones de esfuerzo interior de agobio, confusión y desesperación.
Y lo notable de esta multiplicidad en la que me veo definido como ser humano que debe, en cada momento, tomar decisiones ante opciones muy distintas, es que dicha multiplicidad altera mi manera de ver cuanto me rodea y puede, en muchas oportunidades, conducirme a escoger opciones que no son las mejores para mí o para quienes me rodean, originándose cadenas continuas de acciones y reacciones que son las que, al final de cuentas, pueden causarme infelicidad y malestar.
Es esta multiplicidad en mi cuerpo emocional lo que más me define como ser humano vulnerable y sujeto a fuerzas que, inconscientemente, pueden ser perjudiciales para mi salud física y emocional. Seguiré en la búsqueda de una mayor conciencia interior para clarificar y sanar.

lunes, 14 de noviembre de 2005

Dualidad (Imaginación)

La dualidad es un fenómeno que capto en mi manera de ser humano. En particular, al observar mi imaginación puedo ver que la creación de imágenes, apartado del cotidiano vivir, ver y sentir que utiliza esta potencialidad interior para vivenciar el momento presente, es una continua actividad interior que genera distintos escenarios, escenas e imágenes individuales.
Entre los escenarios, escenas e imágenes individuales "automáticamente" generados, pueden figurar algunas que evoquen eventos desagradables, dolorosos o dañinos para mi bienestar físico, y pueden evocar eventos agradables, alegres e incluso divertidos, que pueden dibujar una sonrisa en mi experiencia del momento.
Algo que me es evidente es que, en mi caso (y creo que en las restantes personas puede ser diferente), predominan aquellos escenarios que presentan posibles situaciones que atentan contra mi bienestar. Y no está en mi voluntad consciente el generar tales imágenes, sino que surgen por una especie de "experiencia interna" que proyecta posibles consecuencias de mi presente situación de vida. En todo caso, es como la expectativa de ocurrencia de eventos negativos (negativos porque se refieren a situaciones que no son de mi agrado y se oponen a mi bienestar y estabilidad en general). Como por ejemplo, al pasar junto al escenario de un accidente pudiera generarse una imágen mía en la situación que se muestra a mis ojos.
Me doy cuenta de que, en la medida en la que, voluntariamente dirijo mi imaginación hacia situaciones y eventos agradables, mi estado de ánimo puede acompañar estas imágenes en una forma de causa-efecto que no tiene nada que ver con la vivencia del presente, pero que me puede favorecer para crear un "ambiente interior" que me permita afrontar cualquier situación en forma de obtener el mayor provecho y visualizar las mejores alternativas de acción en el caso de que dicha situación no sea, momentáneamente, de mi agrado. Por el contrario, si dejo que las imágenes negativas se generen espontáneamente, puedo conducirme a mí mismo a estados de ánimo que me bloqueen en el mejor aprovechamiento de las experiencias, incluso de situaciones que sean favorables.
La dualidad negativo-positivo, negación-afirmación, bienestar-malestar es consecuencia de imágenes evocadoras de eventos de mi historia personal, o de cuanto me rodea, sin control consciente de mi parte. Las situaciones, eventos e imágenes que mi imaginación presenta interiormente tienen el matiz y el tinte de las experiencias que forman parte de mi historia humana personal "en automático". En el presente, en el que tomo conciencia de dichas impresiones, puedo dirigir mi imaginación hacia la creación de un mejor devenir, incluso en aquellas circunstancias en las que mi bienestar físico esté en juego. Y de lo que estoy seguro actualmente es que yo creo o he creado, promuevo o he promovido, permito o he permitido todo cuanto acontece en mi vida, consciente o inconscientemente.
La claridad no es precisamente lo que puedo observar en esta manifestación. Simplemente sigo buscando caminos de iluminación de mi acontecer personal, para compartir lo que pienso y siento.

domingo, 13 de noviembre de 2005

Diferencias 0

Me es evidente la diferencia de puntos de vista y maneras de ver el mundo y las circunstancias que rodean a cada persona. Carencias en medio de la abundancia, bienestar y alegría en medio de las carencias y dificultades y otros muchos aspectos que se me presentan en mi propia realidad y en lo que observo en otras personas.
Budha y Jesús de Nazareth, en mi opinión, probablemente nunca habrían creado el término "derechos humanos" o concepción alguna semejante. Pues es un término "egocéntrico" en el que percibo, más que mi compasión por otras personas, mis temores por mis propias carencias.
A lo egocéntrico (no al "egoísmo", que, para mí, tiene una connotación distinta y, de cierta manera, positiva cuando se complementa con la conciencia, o "darme cuenta") yo le contrapongo la empatía. Lo egocéntrico genera la ley, la empatía genera la conciencia. Lo egocéntrico genera la carencia y el miedo, la empatía origina la compasión y la comprensión y, en un cierto sentido, aunque no lo he vivenciado, la seguridad y la alegría de vivir una experiencia... y, tal vez, esta concepción, no vivenciada, la hago desde mi carencia (egocentrismo).
El egocentrismo origina los "derechos humanos", la empatía genera los "valores humanos". En efecto, solamente desde mi padecer y mi hacer, unido con la conciencia de mi "humanidad", puedo considerar y respetar, en aceptación y comprensión, al otro, y puedo cooperar para lograr objetivos comunes. Por el contrario, el egocentrismo juzga al otro y lo somete a la ley y a la satisfacción de "derechos humanos". Tales derechos humanos no son atendidos por aquellos que consideran que tienen la razón y que sus métodos y sistemas de pensamiento son "los correctos". En cambio, la empatía y la conciencia personal impiden e imposibilitan que yo pueda abusar de cualquier otro ser, no solamente humano, sino de cualquier otro ser.
Es la formación de conciencia y la experiencia empática la que mejor puede preparar a un ser humano para la convivencia y el logro de objetivos comunes. Solamente a través de mis experiencias personales de alegría y tristeza, de placer y dolor, y del darme cuenta de las diferencias de puntos de vista, unido a la empatía (compasión, comprensión y entendimiento de nuestra mutua humana unidad de vulnerabilidad y fortaleza), lo que puede hacer que el mundo en el que vivimos se torne más "natural" y lleno de "aventuras afortunadas en el vivir y experimentar". Seguiré intentando encontrar claridad y soltura en mi expresión.

domingo, 6 de noviembre de 2005

Educación

"Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo". Y es que, en mi opinión, instrucción tiene que ver con conocimiento y educación con comportamiento, conducta, hacer y expresarme en mi relación con el mundo que me rodea. Sin embargo, cuando reflexiono un poco más, me doy cuenta que, en mi caso, y, probablemente para la mayoría de los adultos, la educación dejó de tener influencia cuando dejé de ser niño... y, tal vez, solo tal vez, adolescente.
En mi realidad presente hago todo lo posible por orientar mi hacer y mi decir según lo que mi conciencia me va diciendo, y el ejercicio de conciencia es algo que he comenzado a aprender de las enseñanzas de un maestro que afirma: "No creas en lo que te digo hasta que no lo hayas puesto a prueba suficientemente. E, incluso, cuando te funcione, manténte atento para observar cuando deje de funcionar. Y, lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra".
He llegado a pensar que las novelas, cuentos y fábulas educan más que los consejos y sugerencias de las personas que me rodean. Esto, probablemente, se debe a que entre el consejo y sugerencia y la persona que los enuncia hay, de alguna manera que no se percibe a simple vista, una incongruencia. En cambio en las novelas, cuentos y fábulas hay una acción acompañada de unos resultados. En este sentido, la lectura de novelas puede ser, para el adulto, una especie de educación continuada... y no precisamente en el mejor de los sentidos, si la persona no está consciente de que lo que lée es ficción y de que las emociones y sentimientos que suscita pueden influir en su devenir en formas no conscientes. Esto es más notorio cuando se trata de panfletos y proclamas parcializadas, como opiniones de especialistas en todo tipo de asuntos, en las que, inconscientemente, nos hacemos parte u opositor sin darnos cuenta de que las ideas expresadas involucran una manera de ver personal que, no necesariamente, reflejan la realidad de lo que exponen de una manera parcial.
La reflexión, en temas de enunciado general o de "conocimiento público", es más necesaria de lo que normalmente acostumbro a practicar. Es sencillamente un tomar el tema y estar o no en desacuerdo, sin detenerme a considerar las posibles consecuencias de lo enunciado. Es lo que observo en la generalidad de las personas que me rodean.
El hecho de que nuestra mente se enfoca, se parcializa, se dirige a un determinado punto de vista que no considera otras perspectivas, es una limitación humana que contribuye a los conflictos que nos rodean en todas las áreas de nuestro medio familiar, social y político.
La educación no ha sido tomada, por lo que yo observo, con la importancia que tiene la estructuración y formación de valores universales: amor, compasión, comprensión y respeto por el otro (hombre, mujer, niña, niño y adolescente de cualquier raza, credo, color...). Solamente las religiones, actualmente menospreciadas, consciente o inconscientemente, tanto por practicantes como no practicantes, formaban dichos valores, aunque en un contexto de incongruencia e incomprensión de la naturaleza humana.
Como yo lo veo, solamente una educación que se enfoque en nuestra conducta para con nosotros mismos y con nuestros semejantes, y que enfatice nuestra necesidad de cooperar y el enriquecimiento que significa el considerar puntos de vista distintos a los nuestros, puede generar una sociedad que se aleje paulatinamente de los conflictos y competitividad destructivos que nos rodean y envuelven. Solamente seremos capaces de evolucionar hacia un mundo mejor, (y habría que definir qué consideramos mejor en el contexto presente), cuando entendamos que la cooperación en términos interpersonales e internacionales es la única solución para el mayor bienestar de todos.

sábado, 5 de noviembre de 2005

La pobreza

La característica de hablar "acerca de" es tal, que me califica como neófito, y que quiero , en alguna forma, superar, mediante estas manifestaciones escritas. Hablar acerca de la pobreza es expresarme en relación a un tema que es el mar dentro del cual parece desenvolverse la política en el presente.
Veo y leo expresiones acerca de la "mala distribución" de la riqueza. Y, considero que hablar de tal manera implica "saber" qué es la riqueza. Lo cual me retrotrae a la historia evangélica en la que Jesús de Nazaret le dice al hombre rico que reparta todas sus riquezas y lo siga. Apartando las significaciones implícitas en el "seguir a Jesús", me doy cuenta de lo que se denomina riqueza desde aquellos tiempos: "la posesión de bienes materiales por encima de las necesidades de sustento de la persona". Y esto me lleva a lo siguiente: ¿qué es lo importante: la riqueza o el bienestar? ¿qué es lo que está mal distribuído: los bienes materiales o la satisfacción y el bienestar?
Como yo lo veo, venimos desigualmente "dotados" para enfrentar la "vida". Algunos tienen mayores cualidades intelectuales, otros mejores habilidades manuales, otros mejores posibilidades de relacionarse... en fin, diferentes posibilidades de manejar la propia vida individual. Y quienes vienen dotados de curiosidad para ver el cómo funciona cuanto le rodea o para manejar lo que lo rodea en forma que le muestre posibilidades desconocidas a simple vista se convierten en los "creadores de riqueza". Y ¿qué sucede con aquellos que no tenemos tal don de nacimiento?....¿nos convertimos acaso en "pobres"?...
No se trata de negar que hay una enorme cantidad de personas que carecen de los recursos "necesarios para una vida acorde con la civilización moderna". Se trata, por el contrario, de reflexionar si debemos "prescindir" de los creadores de riqueza porque "las riquezas están mal distribuídas". ¿No será que hay personas con diferentes "gustos" y "necesidades" y "potencialidades", y de que nos hemos olvidado del "factor humano"? ¿Quién no conoce la fábula de la cigarra y la hormiga (desafortunada manera de utilizar a los animales para señalar carencias en los seres humanos, de las cuales los animales ni siquiera son ejemplos, pues estoy seguro de que la cigarra, e incluso los zánganos dentro de las colmenas de abejas, tienen su función y su manera de "manejar las cosas" enteramente propias), en la cual se resalta esta "característica" de no "prever" las situaciones por venir en beneficio del disfrute momentáneo de placeres pasajeros.
Frecuentemente me pregunto porqué los profesionales de la economía y las diversas "ciencias humanas" no se han cuestionado los términos "riqueza", "pobreza", "distribución" y semejantes como conceptos "plenamente conocidos", y no se han dedicado a evaluar la naturaleza del ser humano y las posibilidades de convivencia en situaciones en las que cada uno deba aportar en forma más integral.
Igualmente me he preguntado el porqué los que defienden el entorno natural y especies vegetales y animales, no sugieren planteamientos que contribuyan a resolver los aspectos que la explotación del medio ambiente y los recursos naturales, "aparentemente", contribuyen a mejorar (creación de "riqueza", empleo, "distribución" de riqueza, "civilización", etc.). En mi opinión hay suficientes profesiones establecidas (biología, psicología, sociología, antropología y otras como la ingeniería, economía, administración, estadística y juegos, etc), cuya contribución, en grupos de estudio multidisciplinarios, pudieran enfrentarse a los conflictos actuales del ser humano, que se desenvuelve en el simple prejuicio de conceptos "claramente" indeterminados, pero que constituyen el núcleo de la infelicidad y malestar de la mayoría de los seres humanos (por lo que oigo, veo y leo... que pudiera, también, ser una apreciación personal errónea)

Vaguedades

Uno de los temas que me ha llamado la atención es el relacionado con los opuestos, que, desde la Antigüedad clásica ha sido considerado como una manera de considerar cualquier situación, pues, por, cada posición que tomemos, parece haber siempre una posición contraria. Así que hablamos de cara y sello (cara y cruz en otras partes), anverso y reverso, positivo y negativo, bueno y malo, y, así, interminablemente.
En esta disposición, casi natural en mí, para ver las cosas, se fundamente el juicio o enunciado acerca de cualquier posición, situación o circunstancia de la vida. Y aquí es en donde la reflexión detenida me hace ver que el juicio debería ser, preferentemente, reservado para la evaluación de cualquier tema, y dejar la palabra prejuicio para el enunciado de oposición antes referido. En efecto, la consideración de oposición ha llegado a ser una toma de posición fundamentada en la personalidad de quien emite el juicio, y no una evaluación de lo que "simplemente es".
En la transmisión del conocimiento espiritual (suponiendo que tal cosa existe, aparte de la experiencia espiritual), los maestros y guías espirituales insisten en enseñarnos a tomar cada cosa, situación, padecimiento o acción, como "lo que es", sin emitir juicios (que es lo que yo quisiera denominar prejuicios, porque implica, más bien, un deseo de que las cosas sean diferentes a como son). En tal sentido, sugieren que tomemos las situaciones y padecimientos como algo que debemos aprender a manejar desde una posición de aceptación y creatividad.
En mi opinión, este es el significado detrás de la historia bíblica del árbol del conocimiento del bien y del mal, origen de la "infelicidad" de nosotros como seres humanos. En efecto, en lugar de una actitud creativa ante las situaciones que me va presentando el devenir en mi vida, mi tendencia es a "ver" que algo está mal o está bien. Y esta posición impide o, por lo menos, limita, mi capacidad para avanzar "a pesar" de mi punto de vista, pues, parte de mi energía interna, intenta "devolverse" para "cambiar la situación". Lo cual, evidentemente, es imposible.
No quiere decir que no deba aprender de "lo que sucede", sino de que debo, en cada situación, evaluar la mejor manera de manejar "las cosas", y, en lo sucesivo, evitar aquellas acciones u omisiones que pudieran haber originado "lo que" ocurrió. Es, parcialmente, la enseñanza de "mi maestro espiritual" en lo relacionado con la paz, cuando afirma que "la paz es el cese del estar en contra". O sea, en el momento en que "acepto" y manejo cualquier cosa que se me presente u ocurra en forma de hacerla lo más funcional posible, dentro de cada contexto que me toque vivenciar, obtendré una paz interior que me permitirá crecer en sabiduría para nuevas situaciones y circunstancias... es la meta que persigo, aceptando, en primer lugar, mi "personalidad y manera de ver las cosas".