sábado, 5 de noviembre de 2005

Vaguedades

Uno de los temas que me ha llamado la atención es el relacionado con los opuestos, que, desde la Antigüedad clásica ha sido considerado como una manera de considerar cualquier situación, pues, por, cada posición que tomemos, parece haber siempre una posición contraria. Así que hablamos de cara y sello (cara y cruz en otras partes), anverso y reverso, positivo y negativo, bueno y malo, y, así, interminablemente.
En esta disposición, casi natural en mí, para ver las cosas, se fundamente el juicio o enunciado acerca de cualquier posición, situación o circunstancia de la vida. Y aquí es en donde la reflexión detenida me hace ver que el juicio debería ser, preferentemente, reservado para la evaluación de cualquier tema, y dejar la palabra prejuicio para el enunciado de oposición antes referido. En efecto, la consideración de oposición ha llegado a ser una toma de posición fundamentada en la personalidad de quien emite el juicio, y no una evaluación de lo que "simplemente es".
En la transmisión del conocimiento espiritual (suponiendo que tal cosa existe, aparte de la experiencia espiritual), los maestros y guías espirituales insisten en enseñarnos a tomar cada cosa, situación, padecimiento o acción, como "lo que es", sin emitir juicios (que es lo que yo quisiera denominar prejuicios, porque implica, más bien, un deseo de que las cosas sean diferentes a como son). En tal sentido, sugieren que tomemos las situaciones y padecimientos como algo que debemos aprender a manejar desde una posición de aceptación y creatividad.
En mi opinión, este es el significado detrás de la historia bíblica del árbol del conocimiento del bien y del mal, origen de la "infelicidad" de nosotros como seres humanos. En efecto, en lugar de una actitud creativa ante las situaciones que me va presentando el devenir en mi vida, mi tendencia es a "ver" que algo está mal o está bien. Y esta posición impide o, por lo menos, limita, mi capacidad para avanzar "a pesar" de mi punto de vista, pues, parte de mi energía interna, intenta "devolverse" para "cambiar la situación". Lo cual, evidentemente, es imposible.
No quiere decir que no deba aprender de "lo que sucede", sino de que debo, en cada situación, evaluar la mejor manera de manejar "las cosas", y, en lo sucesivo, evitar aquellas acciones u omisiones que pudieran haber originado "lo que" ocurrió. Es, parcialmente, la enseñanza de "mi maestro espiritual" en lo relacionado con la paz, cuando afirma que "la paz es el cese del estar en contra". O sea, en el momento en que "acepto" y manejo cualquier cosa que se me presente u ocurra en forma de hacerla lo más funcional posible, dentro de cada contexto que me toque vivenciar, obtendré una paz interior que me permitirá crecer en sabiduría para nuevas situaciones y circunstancias... es la meta que persigo, aceptando, en primer lugar, mi "personalidad y manera de ver las cosas".