domingo, 30 de octubre de 2005

Crítica, juicio y prejuicio

Para mí, la palabra "crítica" siempre ha tenido la connotación de "negativo". Tal vez se deba a que, generalmente, lo he visto asociado a la declaración de aspectos negativos de personas, situaciones y circunstancias. Sin embargo, en una reflexión más sosegada del término, encuentro que se refiere a "evaluación", e incluye aspectos positivos y negativos. En tal sentido, el equilibrio sería lo que calificaría a una "crítica" de apropiada, pues equivaldría a señalar "lo que" el que critica aprecia en aquello que es objeto de su crítica.
Por su parte, el juicio es simplemente una afirmación o planteamiento sobre algún aspecto o tema en consideración. Se trata, en consecuencia, de una apreciación personal por parte de quien enuncia la afirmación o planteamiento en cuestión.
El prejuicio no es algo que se enuncia, sino algo que se considera adscrito o formando parte de una afirmación o planteamiento determinado, o de una actitud o manera de actuar o reaccionar ante determinados hechos o circunstancias.
Ahora bien, se me ocurre pensar que toda crítica y todo juicio tienen incluídos prejuicios. En efecto, todos hemos adquirido experiencias y conocimientos durante el curso de nuestra vida, que pueden o no pertenecer a la comunidad en la que nos desenvolvemos. Por consiguiente, todo juicio y crítica es una apreciación personal que puede incluir sutiles, aunque indiscernibles, prejuicios, no compartidos por la comunidad, que pueden invalidarlos en miras a los objetivos perseguidos en dichos enunciados. Y esto puede referirse a temas de naturaleza, incluso, de ciencia y conocimiento. Es aquí donde podemos hablar de la "transparencia" de determinadas maneras de ver las cosas y situaciones, que, por involucrar nuestra "manera de ver el mundo", no pueden ser "vistas" en nuestros juicios y críticas.
Como yo lo veo, cuando nos damos cuenta de nuestra personal naturaleza humana en forma más consciente, es inevitable que comencemos a ver lo que hacen y dicen los demás bajo una perspectiva más equilibrada. Y, probablemente, si aprendiéramos desde niños a observarnos a nosotros mismos (física, emocional y mentalmente) podríamos tener una mayor aceptación respetuosa hacia las personas, situaciones y mundo que nos rodean, y a buscar términos de conciliación y coincidencia antes que intentos de superación, ganancia y conflicto.