domingo, 27 de noviembre de 2005

Despertares 3

Los automatismos que adquirí en mi infancia comenzaron por la natural adaptación al ambiente externo como caminar, hablar, comer, dirigir mi atención según vista, oído, olfato, gusto y tacto, y, en general, todas las actividades de relación con mi ambiente y con otros seres humanos. Estos automatismos, imperceptiblemente, se forjaron con mi emocionalidad como energía envolvente condicionante de mis primeras experiencias. Adicionalmente, el ejemplo de mi madre y su naturaleza fuertemente directiva fueron forjando el conjunto de modelos reactivos que conforman mi personalidad.
En una experiencia reciente de ejercitación física dirigida de mi movilidad corporal, pude apreciar la riqueza de movimientos y adecuación de los mismos en una forma que me hizo pensar en la conveniencia de una educación físico-corporal que permita que el ser humano utilice de la mejor manera posible sus recursos de movilidad en forma eficiente. Esta misma apreciación surge cuando he estado en contacto con la enseñanza de técnicas de respiración que, por cierto, no he seguido ni practicado pero que he aprendido a valorar como técnicas valiosas para el mejor y más eficiente equilibrio de la salud física y emocional.
El mismo hecho de estar escribiendo estas expresiones, que surgen de una manera automática, sin que yo tenga necesidad de mucho esfuerzo de reflexión, me indica que la inconciencia tiene que ver con los automatismos adquiridos, y que el darme cuenta implica una tarea "íntima" de observación dentro de mí en mi relación con mi universo que involucre lo físico, imaginativo y sus implicaciones, lo emocional y sus derivaciones, lo mental y sus posibles rigideces y lo reactivo y las posibles fuentes de las que procede. Es, por decirlo de alguna manera, una observación detenida de mi manera de ver en cada situación y circunstancia que me rodea.
En mis experiencias de "intención" espiritual he encontrado momentos de "concientización" que tienen que ver con eso que denomino "intuición", y que se refiere a una totalidad y no a un enfoque sobre algún objeto, tema o situación. Es hacia esa "intuición" (omniabarcadora) que me permita ver la totalidad de mi acción y de mi "conciencia personal en contexto" hacia donde parece que se dirige lo que puedo denominar "despertar". Y algo de lo que me he dado cuenta es de que yo necesito tener la "intención" y debo trabajar en la búsqueda de sentido mediante lecturas y guías de quienes han recorrido el camino, pero la experiencia de despertar surge de algo que me supera y me entrega la visión de lo que no me era consciente. Y las maneras y los medios para percibir lo que es y no lo que mi "manera de ver condicionada" me dicta está, por ahora, enmarcada en un estar presente con mi estado físico, imaginativo, emocional, mental y reactivo en cualquier situación en la que me encuentro. Y este estar presente exige una observación continua de mi estado interior que, incluso en este momento de escribir estas "impresiones", es algo que, de alguna manera, no está en mis manos dirigir. Y que el proceso de observación equivale a un estar en un paisaje cambiante con plena aceptación del entorno y en ejercicio de bondad, gentileza y amorosidad, que no me son de fácil ejercicio en circunstancias que involucren enfermedad, dolencias físicas y afecciones emocionales adversas. Unido a los condicionamientos que me hacen ver las cosas desde perspectivas desfavorables para mí o para quienes me rodean.