domingo, 3 de febrero de 2008

Experiencia 10

Puedo tener experiencia, una experiencia, mucha experiencia o muchas experiencias. Cuando tengo experiencia me refiero sencillamente al conocimiento que me permite avanzar en mi vida en una forma progresiva; no es indicio de sabiduría, simplemente reconozco que puedo lograr que las situaciones funcionen en forma apropiada, aun cuando puedo tomar nuevas alternativas para lograr salir adelante en mi desempeño. Una experiencia se refiere a una situación, circunstancia o evento que se presenta en mi desempeño y que me permite utilizar todos los recursos para lograr un objetivo determinado, tomando decisiones u opciones que dependan de mi conducta en el conjunto de particularidades de la experiencia determinada; en términos de la matemática, corresponde a manejar las variables (circunstancias) que dependan de mí, dentro de una función (experiencia) que exige una solución o determinación específica para el logro de un objetivo acorde con mis posibilidades o necesidades. Mucha experiencia implica que el tipo de situación (la función, en términos de la matemática) es semejante (nunca puede ser idéntica, pues la sola consideración de la variable "tiempo", en términos de lo cualitativo, siempre será diferente, por más que las demás circunstancias parezcan iguales), y que las opciones válidas para lograr un objetivo o resultado deseado pueden ser enriquecidas con nuevas consideraciones por parte del sujeto involucrado en una situación. Muchas experiencias hace referencia a todas las situaciones, circunstancias y posibilidades de acción que un individuo ha enfrentado en su desempeño anterior a una situación determinada. En todos los casos, la experiencia es una entidad determinada por las categorías kantianas de cantidad, cualidad, relación y modalidad que la definen y especifican en cada caso según los términos de unidad, pluralidad, totalidad, afirmación, negación, indeterminación, inherencia y subsistencia (sustancialidad y cualificación), causalidad y dependencia, y, finalmente, comunidad (causalidad recíproca). Estas pueden ser complementadas con los elementos de posibilidad e imposibilidad, existencia y no existencia, y necesidad y contingencia como modalidades de presentación y definición o especificación de la unicidad de dicha experiencia.
En todo caso, la experiencia implica la presencia de una memoria, un recuerdo de cada elemento presente dentro de la unicidad que la define y especifica dentro de un contexto dado. El sujeto, la conciencia, solamente es posible mediante el re-cuerdo que concatena los elementos en una conciencia, un darse cuenta, un sintetizar "en el tiempo" las diversas partes de la cadena o cuerda de unión de los elementos. Y, dadas las características operativas del "ser" humano, que se ve "limitado" por su capacidad de percepción o receptividad a aprehender en un contexto de figura y forma (estructuralismo), el discurso, que es una nueva cadena o cuerda de unión de los elementos, se ve dirigido a considerar en diversas perspectivas un acontecer determinado.
Ahora bien, la memoria es, igualmente, selectiva, según las necesidades y apetencias de la conciencia del "ser" humano. Si dicho ser humano es apetitivo (caso de la mayoría de seres humanos, circunscritos al ciclo vital de nacimiento y muerte), la memoria actuará según las características de vulnerabilidad física y emocional, y sus perspectivas de experiencia estarán circunscritas a su contexto "vital perecedero", y los diversos elementos de una experiencia determinada tendrán una caracterización de bueno o malo, según el cumplimiento o negación de las necesidades de supervivencia y satisfacción de los apetitos y deseos. En el caso del "ser" humano orientado a la trascendencia, conciencia que se eleva sobre lo físico, imaginativo, emocional, mental y reactivo (caso de escasos seres humanos privilegiados por su acceso a la conciencia de la eternidad) la "memoria" es de largo alcance y no percibe bondad ni maldad; simplemente percibe progresión en la superación de experiencias, y en todo momento actúa con la conciencia de integridad y unidad de su presencia física y del contexto que lo abarca. Esto, por supuesto, visto desde mi conciencia, que todavía se desenvuelve en ese terreno neutral que "no percibe" la conciencia del alma, la conciencia de "eso" que, supuestamente eterno, nos permite manejar el cuerpo físico, la emocionalidad, imaginación y mente en el contexto del "mundo".
Si la memoria humana fuera de largo alcance, y pudiéramos ver las consecuencias de una acción en un período o duración temporal de mayor interrelación entre eventos, probablemente nos daríamos cuenta de nuestra unidad en el conjunto (nuestro "ser" humano dentro del "ser" del mundo). Probablemente alcanzaríamos un nivel de empatía que nos permitiría evaluar la necedad del odio, resentimiento, envidia, y emociones semejantes en comparación con el bienestar, felicidad y plenitud del amar, comprender y apoyar. Probablemente seríamos capaces de entender el primer mandamiento de la ley judía: Amar a Dios (subyacente y sustento de todo cuanto existe. Amor por excelencia en su subyacencia y soporte) sobre todas las cosas (que lo subyacen y muestran en diversidad y plenitud), y al prójimo (los seres humanos que, en su diversidad de "ser" humano nuevamente subyacen y muestran la divinidad de La Conciencia, del denominado Espíritu Santo Divino) como a tí mismo ("ser" apetitivo que, en su apetitividad, muestra lo perecedero que puede "ser" trascendido en la conciencia de lo finito y perecedero en su comprensión de la infinitud y de la eternidad que no puede recorrer, pero que sí puede entender).