viernes, 11 de enero de 2008

Experiencia 06

La experiencia, en mi opinión, es una vivencia personal centrada en lo exterior. En tal sentido, hay dos concepciones fundamentales en el mundo: la occidental y la oriental. La concepción occidental surge, básicamente, en Grecia, con influencias del oriente, principalmente de Egipto, se consolida en Italia (Imperio Romano) y se desarrolla en Europa. La oriental se origina y desarrolla en India. La diferencia entre estas dos concepciones se centra en la manera de considerar el universo. Mientras que la concepción occidental se enfoca en lo que la receptividad del "ser" humano elabora mediante su pensamiento (la denominada racionalidad), la concepción oriental se enfoca en la receptividad humana propiamente y su capacidad de experimentar todo cuanto se le ofrece. La primera se dedica a elaborar conceptos y modelos del mundo exterior e interior, desde una perspectiva comunicadora y compartida entre los pensadores, mientras que la segunda se dedica a experimentar y ampliar las facultades del ser humano en su convivencia con el mundo y comprendiendo que es una parte integral con el universo que lo comprende.
El mundo occidental, partiendo de las ideas de los primeros filósofos griegos, de Sócrates y Platón, se focaliza, a partir de Aristóteles, en el mundo externo. Tal vez si la visión investigadora pre-científica de Aristóteles no se hubiera impuesto, el mundo occidental habría elegido el mundo interior que Sócrates y Platón habían planteado. Sin embargo, en la manera griega de concebir el mundo, las ideas de Sócrates y Platón, que se centraban en el mundo interior del ser humano tenían que ser confrontadas, a la manera de Aristóteles, y tenían que ceder su primacía ante el mundo externo. Es así como se impone el modelaje y conceptualización del universo a partir de la racionalidad humana, y la experiencia se centra en determinar aquello que se ofrece a la receptividad humana (los sentidos internos y externos del "ser" humano), mientras que el mundo Hindú se dedica al cultivo de la interioridad del ser humano, en busca de una integración con el universo y una trascendencia que, reconociendo lo apetitivo del "ser" humano, evolucione hacia niveles de vivencia que le permitan aprehender y "comprender" desde sí y en sí los más elevados niveles de conciencia.
Tendrían que plantearse muchas contradicciones racionales para que llegara René Descartes y reiniciara el camino de la reflexión a partir del "Yo pienso" que, manejado por diversos pensadores, a partir de su particular planteamiento, culminara con Immanuel Kant, que, sin proponérselo, alcanza el "Yo soy" de la conciencia que supera el "Yo pienso" de la racionalidad. Pero el arraigo de lo material por encima de lo trascendental, que subyacía en lo religioso judeo-cristiano que caracteriza el mundo occidental, impide que las ideas de Kant se desarrollen en el camino de la conciencia y, por el contrario, surge el idealismo alemán. Nuevamente, en dicho idealismo, los primeros que siguen a Kant son Fichte y Schelling que inician el idealismo alemán en forma promisoria para lo espiritual, a partir del Yo y el No-Yo como contraposición que podría haber conducido al planteamiento de la conciencia y a la exploración de los distintos niveles introducidos por Kant en su Intuición, Entendimiento, "Yo" trascendental y Razón. Pero la aparición de esa poderosa maquinaria del pensamiento que fue Hegel, vuelve al "Yo pienso" cartesiano y lo elabora en forma tan poderosamente integral que lo transforma en un voluntarismo racional que intenta, desde lo racional, modelar el mundo a la manera de la razón, olvidándose de las limitaciones discursivas que Kant había descubierto y que Hegel "cubre, tapa, esconde" una vez más, dejando lo trascendente como algo "superado" por la racionalidad. Una vez más la experiencia se enfoca en la conceptualización de lo externo, olvidándose de su origen como fuente de la concepción. Olvidándose de que dicha racionalidad es función de la receptividad y no a la inversa. Olvidándose de que la limitación de la racionalidad planteada por Kant tiene una contrapartida trascendental imposible de acceder desde el discurso racional. Olvidándose de que la Razón Pura y la Intuición Pura son vislumbres de un mundo trascendental cuya unidad e integridad son fundamento de la materialidad accesible a la receptividad y de la racionalidad que se manifiesta en la aprehensión, reproducción y reconocimiento propias del entendimiento y la razón.