lunes, 21 de enero de 2008

Experiencia 08

Experiencia y conciencia están tan íntimamente ligadas como para decir que son las dos caras de un mismo "ser" humano. En forma concatenada, la experiencia es la fuente del aprendizaje y, si de enseñanza se trata, del maestro que nuestras facultades internas representan. Sin experiencia y su respectiva conciencia, el aprendizaje es un simple entrenamiento mental, que es lo que, salvo con contados profesores, recibimos en la instrucción escolar, secundaria y universitaria. En efecto, el proceso de enseñanza-aprendizaje propio de la escolaridad (primaria, secundaria y universitaria) equivale a un entrenamiento de la racionalidad que nos permite establecer las condiciones de enlace entre niveles de conceptos dentro de un universo particular de conocimientos. En matemática, por ejemplo, se nos dan los números y sus relaciones, los símbolos y sus significaciones, la simultaneidad (espacio, geometría) y sus causas y consecuencias, la secuencia (tiempo, aritmética) y sus propiedades. Estas "racionalidades" son luego complementadas en la física, la mecánica y otras ciencias semejantes, para abarcar un mundo de relaciones que, bajo la guía de las categorías kantianas, permiten modelar un mundo físico estática y dinámicamente útil para el "ser" humano. Pero la experiencia propiamente dicha surge en el intercambio de nuestro "ser" humano con el "ser" del mundo y, consiguientemente, involucra nuestra imaginación, emocionalidad y entendimiento en un verdadero aprendizaje que se "adhiere" a nuestra personalidad como una "memoria" viviente que nos permite, en forma continua y constante, visualizar "opciones" que, sin dicha experiencia, habrían pasado inadvertidas e invisibles.
La evolución es aprendizaje a nivel orgánico. El organismo, y el mismo universo que nos constituye, personal, interpersonal y orgánicamente, experimenta transformaciones que son producto de la experiencia que aprende a seleccionar opciones de mayor eficiencia y funcionalidad en el entramado de relaciones y comunicaciones dentro de alternativas de utilización de recursos energéticos y materiales más sencillos.
La experiencia es la base sobre la que se realiza el "ser" humano, el "ser" del mundo y cualquier otro "ser" cuya atención pudiera constituirse en nuestro foco de atención. De aquí que la integridad de cuanto existe, desde la perspectiva del "ser" humano, se vaya concretando en una búsqueda de un equilibrio dinámico que permita la valoración y preservación de las mejores opciones para la subsistencia del sistema como un todo. Sin embargo, debido a la limitación de nuestro discurso, dicho equilibrio está regido por una conciencia que nos comprende y nos guía en formas que se hacen cada vez más sutiles para nuestra receptividad y que, tal vez, solamente los santos y maestros espirituales pueden acceder en forma consciente desde su "ser" humano particularmente trascendido en su apetitividad.
Es posible que el discurso, la palabra, en sus primeras etapas de desarrollo, se limitara a señalar (enseñanza) los elementos tangibles del universo constitutivo. Posteriormente fueron surgiendo conceptos y símbolos que hacían referencia a relaciones y comunicaciones implícitas en la manera de observar el "ser" del mundo que abarcaban el "ser" humano. Y así, en sucesivas oleadas y niveles de comprensión e integración al discurso, se llegó al modelo kantiano (evolución del modelo de conocimiento) que integra en el "ser" humano la experiencia exterior e interior en categorías de cantidad, cualidad, relación y modalidad que modelan el mundo en un mundo de conocimientos para la receptividad propia del "ser" humano y su "espontaneidad" pensante. Pero tal modelo está escindido en un modelo para el entendimiento y un modelo para lo trascendente (razón práctica y juicio) que carece de la unidad propia del "organismo" vivo que nos constituye y nos abarca en un solo Ser. El discurso se encuentra limitado por un vocabulario creado para la comunicación más que para la experiencia, puesto que la experiencia se ha visto limitada a lo que el entendimiento y el "ser" fisico pueden manipular. Y de aquí surge el denominado proceso de enseñanza-aprendizaje propio de la escolaridad, que maneja "racionalidades" carentes de experiencia, aunque sean producto de la "experiencia dirigida" hacia la comprensión de lo físico por parte del "ser" humano.
En este momento, La Conciencia, si podemos denominarlo de alguna manera, se encuentra buscando maneras de superar la limitación del "ser" humano apetitivo para encontrar e integrar al "ser" humano trascendente y lograr el siguiente paso evolutivo del "sistema humano". En tal sentido, comienza a ser tema de consideración, al menos desde mi particular perspectiva de "ser" humano inmerso en una comprensión que me trasciende, la conciencia individual y colectiva de la experiencia en su contexto. Solamente la experiencia que revela la conciencia y que, partiendo de los niveles físico, imaginativo, emocional, mental y reactivo (sub e inconsciente), se eleva para trascender lo apetitivo puede constituirse en el nuevo despertar de la conciencia a su experiencia como fuente de opciones distintas al simple objeto material, para constituirse en una experiencia que comparte la subjetividad en una integridad orgánica que supere los conceptos de sufrimiento, dolor y vulnerabilidad para acceder a la verdadera comprensión e integración en la eternidad. Tal vez, el "ser" humano pudiera compararse al "ser" del planeta tierra en sus denominadas placas tectónicas, que están sometidas a movimientos que provocan terremotos, maremotos y fenómenos semejantes, para estabilizar, durante largos períodos, equilibrios delicados, progresivamente integradores de la totalidad.
El lenguaje ha creado un mundo "conocido" paralelo al mundo "experimentable" que ha hecho aparecer conceptos como el de "verdad" para adecuar el discurso con la experiencia, cuando lo que realmente es necesario plantear es un mundo que simplemente es. Lo que es, no es verdad ni mentira, simplemente es, y solamente el lenguaje ha creado conceptos como dolor, sufrimiento, enfermedad y vulnerabilidad, en general, para referirse a procesos de estabilización que implican experiencias de concientización para el "ser" humano como individuo y como colectividad en su ascenso hacia la experiencia de su naturaleza trascendente por encima de su naturaleza apetitiva.