martes, 22 de enero de 2008

Experiencia 09

Experiencia es, en mi opinión, "ser" humano fuera y alrededor de los entes (ex-peri-encia). Aunque el término parece común y corriente no es simple de definir puesto que abarca cualquier cosa que queramos comprender como encuentro del "ser" humano con el "ser" del mundo. Es el corazón de la filosofía de Inmanuel Kant que la coloca como aquello que revela o hace patente las facultades de conocer del ser humano, y que condiciona lo que podemos conocer, pues es elaborada, a partir de la receptividad, por nuestra intuición pura (espacio y tiempo en Kant, infinitud y eternidad en mi manera de ver el tema) y nuestro entendimiento puro ("Yo" trascendental, yo pienso cartesiano, conciencia del "Yo soy quien se manifiesta" en mi manera de verlo).

Frecuentemente me refiero a la trascendencia como la característica que nos hace superar el nivel apetitivo y que permite que accedamos (en la medida en la que nos es posible, tomando como punto de referencia los santos y maestros espirituales) a la conciencia más elevada que nos es posible en el nivel de "ser" humano. Sin embargo, cuando hablo de trascendencia, así como cuando Kant reconoce la limitación del discurso racional en su aprehensión del universo o mundo, lo hago utilizando el lenguaje natural (escrito o hablado), que es una creación de la mente (razón pura, entendimiento puro e intuición pura unificados (síntesis pura) por la conciencia "Yo soy..." que aprehende, mediante la receptividad, el mundo que nos constituye). Ahora bien, el gran salto que intento dar es "comprender" (abarcar) lo que el entendimiento y la racionalidad han dejado de lado por no corresponder con la "dignidad" del pensar, y que Kant intentó precisar en las críticas de la Razón Práctica y del Juicio. La emocionalidad nos define, como "ser" humano, en forma más "imponente" que la racionalidad, pues impera en nuestro "ser" humano, en alianza con nuestra naturaleza apetitiva, y nos separa de lo trascendente que nos espera como realización más elevada (siempre tomando como referencia a los santos y maestros espirituales).

Los maestros espirituales han utilizado la analogía, la parábola y las imágenes propias de las experiencias comunes a todos los seres humanos, para señalarnos ("enseñarnos" en el sentido de indicar el camino) la dirección (conductas y prácticas de nuestra naturaleza de "ser" humano apetitiva) hacia la trascendencia. Y es que pareciera ser que lo que Platón intentaba comunicar cuando hablaba de las "ideas" y de la manera en la que estas se concretaban para nosotros, lo que estaba buscando era el camino de la trascendencia (ejemplo de la alegoría de la caverna), pues habla de copia, participación, causa y semejantes, para referirse a lo que, posteriormente, será considerado, en la filosofía, como el inicio de lo conceptual que es plenamente desarrollado por Aristóteles.

Para trascender el discurso, desde el discurso, solamente queda el camino de la alegoría o analogía o ejemplificación mediante imágenes que apunten a totalidades "comprensivas" antes que a conceptualizaciones. Debemos utilizar el discurso sin sumergirnos en la conceptualización a la manera en la que Hegel intenta, en su Lógica, superar la limitación encontrada por Kant en la dialéctica trascendental en temas tales como Dios, Libertad, Mundo y similares. La experiencia sigue y seguirá siendo válida como contraparte del "ser" humano en su manera de acceder a sus facultades y potencialidades inmanentes y trascendentes. El modelo Kantiano es un punto de partida válido para trascender el discurso desde el discurso, mediante el afinamiento de lo que es comprensible en los elementos de partida: experiencia y conciencia, elaboración discursiva y contrapartida de "lo que es". No es esta una comprensión (entendimiento) sino un intento de "comprensión" (en el sentido de abarcar), semejante al matemático que habla de "infinitos" de distinto orden para referirse a "infinitos" que quedan comprendidos dentro de "infinitos", como los puntos (ideales) de un segmento infinitamente (idealmente) divisible dentro de los puntos de una recta (idealmente) infinita. En todo caso, para trascender el discurso deberemos acudir siempre a "lo que es" en contraposición de lo conceptualizado. Algo semejante a lo fenomenológico introducido por Husserl (poner en suspenso lo pensado...) para repensar lo filosófico, pero renunciando a la filosofía como manera de expresar, y dirigiéndose a la experiencia como manifesación del "ser" humano en pos de la trascendencia como realización y plenitud.