jueves, 15 de junio de 2006

Filosofía y ciencia.

Lo primero que aparece en mi necesidad humana de supervivencia es la técnica para manejar los materiales y procesos naturales para satisfacer mis necesidades básicas. Posteriormente aparece una necesidad de explicar el mundo que me rodea con la finalidad de autojustificarme en el uso de los medios de supervivencia. El primer impulso es netamente egotista, el segundo es social. Surge, como primera aproximación de conocimiento, una ambición universalizadora de explicación. O sea, no hay un enfoque que se dedica a aspectos específicos de la realidad, sino que atiende a buscar una explicación global de cuanto me rodea, incluyéndome a mí mismo. Así surge la filosofía, como una ambición humana de encontrar una explicación de la totalidad de las cosas y procesos. Posteriormente, y como resultado de la técnica y de esa ambición universalizadora de explicar el mundo, surge la ciencia. El enfoque científico es específico: trata de entender el mundo mediante la explicación de lo que percibo y de mi manera de percibir. Conserva una ambición totalizadora, pero no puede salir de los procesos específicos que constituyen el mundo como yo lo veo, pues solamente se satisface cuando sus explicaciones tienen consecuencias de manipulación de lo que me rodea. Es por esto que surgen las ciencias específicas: física, química, biología, cosmología... y muchas más, que tienen que ver tanto con aspectos netamente materiales como aspectos ligados con la naturaleza humana y las interrelaciones entre seres humanos. La filosofía ha quedado relegada, en su condición de ambición totalizadora que no busca manipulación alguna. Sinembargo, dentro de las ciencias, aparece una nueva filosofía que busca las explicaciones a partir de la profundización del pensamiento en los modelos de la ciencia y su justificación. Esta utilitariedad manipuladora de cuanto nos rodea ha secado la concepción de lo humano y ha constituído un elemento desertificador dentro de la ciencia, que, cada vez más, se ve obligada a regresar a la filosofía, a la concepción universalizadora, para poder subsistir, pero de una manera que se asemeja a la búsqueda de oasis alimentadores dentro de un desierto árido y agotador de perspectivas materializantes de la realidad como se nos presenta a los seres humanos. Así veo que los grandes científicos terminan siendo los que promueven la filosofía en ámbitos cada vez más personales y selectos, olvidando que el alimento de la filosofía, como explicación autojustificadora de lo humano dentro del contexto de la vida y la naturaleza, hace falta a la generalidad de los seres humanos menos favorecidos por condiciones intelectuales y educativas, para poder subsistir como comunidad. Este, por supuesto, es un punto de vista personal y subjetivo de alguien que solamente conoce la superficialidad de la ciencia a través de la instrucción básica, pero que se encuentra sumergido en la aridez de una sociedad humana cada vez más dedicada a necesidades de satisfacción alejadas de lo simplemente humano.