lunes, 15 de mayo de 2006

Simplezas 1

Como ser humano me veo con un cuerpo dotado de algo que lo anima. Voy a denominarlo alma. Y es que no creo que el cuerpo se mueva por su cuenta, como no puedo imaginarme que un ordenador o computador personal pueda funcionar sin una fuente energética y un operador que le introduzca instrucciones (y que, a la vez, lo ha conectado a la fuente de energía necesaria para su operatividad). El cuerpo es visible y el alma se manifiesta en el accionamiento de la parte física mediante la movilización y la intercomunicación con el medio que lo rodea y otros seres semejantes. Visto así, hay otros seres, denominados animales, que puedo considerar, constitutivamente, de la misma manera: un cuerpo y un alma. La diferencia reside en la cualidad de relación con el medio circundante. Mientras el animal se ocupa, aparentemente, en tareas de supervivencia, el humano tiene otros niveles de relación, dominio y manejo del entorno para cumplir tareas con fines distintos a la simple supervivencia: creación de un entorno amplio y protegido de eventuales alteraciones, que le permiten convivir con otros seres semejantes en un conglomerado de intereses y satisfacción de apetitos no relacionados con lo puramente corporal (sensorial). La comunicación entre los seres humanos crea un elemento adicional al entorno físico: el elemento cultural y social. Con una amplia gama de acciones e interacciones que generan un nivel de energía, por darle algún nombre genérico, denominado espíritu, que permea, con su influencia, todos los niveles de vida, tanto del mismo ser humano como de los seres orgánicos e inorgánicos que lo rodean e incluso del planeta que lo cobija. En tal sentido, veo al ser humano como un ser en constante evolución de sí mismo, voluntaria o involuntariamente, mediante fuerzas internas que lo motivan y constituyen, hacia niveles de expresión y manifestación cada vez menos físicas, más sutiles que el mismo aire que lo alimenta. Niveles que son más de energía y poder del alma que del cuerpo que originalmente nos permite visualizarlo desde el nivel corporal mismo. El ser humano parece superarse en la superación de su constituyente físico y en el predominio de los elementos que escapan al conocimiento meramente físico del mundo que lo rodea.