lunes, 6 de marzo de 2006

Reflexión en la noche.

"El hombre es la medida de todas las cosas" es una frase pronunciada por un pensador cuyo nombre supe en alguna oportunidad. Hoy en día, con autonomía pensante, aunque sigue mi admiración por el pensador cuyo nombre no recuerdo, pues sé que acordarme de su cita implica que lo admiré en aquella oportunidad, puedo afirmar que el hombre no es la medida de todas las cosas, simplemente es el que mide todas las cosas.
La medida es, en esencia, comparación, que puede tomar números en su expresión, pero que, en general, manifiesta un deseo de conocer aquello que se mide, y que está más allá de la medida, puesto que la medida abstrae algo de los elementos que se comparan entre sí. Es el juicio, subyacente a la medida, lo que nos trae separación de lo medido, como si fuera algo diferente de la naturaleza que intentamos abarcar.
Viendo las calles, desde mi ventana, con el paso de vehículos y personas, bajo las luces de las luminarias de la ciudad, presta a dormir (o a cobijarse en edificios para continuar con actividades de trabajo y recreación, según las personas a las que dirija mi atención), pude darme cuenta de mi pensamiento acerca de lo curioso que me resulta observar la perspectiva de vida que me rodea. Soy yo quien da significación a lo que me rodea; soy yo quien, interrogante en mi ignorancia de lo trascendente, me pregunto: ¿Qué es esto que soy yo? ¿Cuerpo, imaginación, emociones, mente pensante, subconsciente e inconsciente? ¿Los seres vivos que acostumbro denominar "animales", de tierra, mar y aire, simplemente ejercitan facultades de alimentación, procreación y supervivencia sin cuestionarse su presencia vital en alguna facultad interna que los constituya? ¿Qué soy? ¿Qué significa...aparte de la significación que mi mente pudiera asignar a mi presencia? Cuanto me rodea, obra de la naturaleza (¿¡?), es simplemente algo que está ahí sin explicación alguna. Soy yo, el que mido... no porque soy yo quien mida, sino porque hubo personas significativas que me enseñaron a medir, a comparar, a juzgar. ¿Porqué me es tan importante la búsqueda de significaciones... aparte de lo aprendido de quienes tenían mayor capacidad de discernimiento? ¿Porqué, como raza humana, busco significación? ¿Porqué no me dedico, simplemente, a comer, vivir, dormir, y vuelta a empezar día tras día? ¿De dónde viene esa "experiencia interna" que, constantemente "compara" en el vacío la vida con "la nada"? Preguntas sin respuesta, igual que aquello que subyace a la comparación, numérica o no, que pretende medir para conocer lo que está mas allá de lo medido. Al final, pareciera ser que la única medida que tiene significación es la que no tiene dimensiones, como los porcentajes y los números adimensionales que encontramos en las ciencias de lo inerte. Pues lo humano no puede medirse sin emitir el juicio que nos angustia y nos separa, que nos molesta y nos confronta, que nos destruye. No somos iguales. Somos uno en la diversidad que nos constituye, como no son iguales los miembros y el cuerpo en sus diversos constituyentes, pero son uno.