sábado, 21 de enero de 2006

Conciencia y memoria

Kant encuentra en la memoria el fundamento del reconocimiento del concepto y, de esa manera, enlaza el Yo soy, que le da origen, con el conocimiento. Y no se trata de una memoria de largo plazo, sino de la memoria de cortísimo plazo de lo que se presenta ante mí como experiencia inmediata. Y, como ya dije anteriormente, el conocimiento no es conciencia sino creación de modelos para aprehender la experiencia de manera que pueda ser conocida (compartida con otros seres como yo).
La conciencia requiere, en el mundo discursivo exterior e interior que requiere comunicación (con otro y con-migo mismo), de la memoria, en forma semejante al reconocimiento en el concepto. Pero sus implicaciones, para la interrelación, son de mayor significación, pues la conciencia me implica como un participante más del universo del que formo parte. Y es que el darme cuenta implica dos momentos: la experiencia y dicha experiencia en mi contexto o universo. Ahora bien, la memoria tiene dos vertientes, una automática de simple dato y una reflexiva como parte de un contexto. La automática es una grabación que puedo recuperar en cualquier momento y que, por lo general, no reconozco como parte de una experiencia más amplia que incluye muchas percepciones conectadas... aunque implícita e inconscientemente las evoque. La reflexiva es una ilación o enlace de experiencias dentro de una totalidad con significación propia. Y esta última es la de mayor alcance, tanto para el conocimiento como para la conciencia.
La memoria para la conciencia implica un acontecer con causas y consecuencias en un hilo continuado de presencias y ausencias. Y lo que, por lo general, ocurre es que la conciencia o darme cuenta relaciona causas y efectos próximos. Las causas con efectos a mediano o largo plazo son difíciles de relacionar en la mente, y son las que conducen a la integridad de todo cuanto existe en un mismo ser y acontecer. ¿Cómo convencerme, a nivel individual, de que el amor y la gentileza son de mayor provecho que el rechazo y la aspereza, que son las respuestas que, a corto plazo, son las más utilizadas en mi relación con mi contexto? ¿Cómo integrar en mi individualidad la necesidad de la cooperación y el entusiasmo en mi actuación conjunta con mis semejantes, cuando lo común es que yo considere que la manera en la que actúan no están de acuerdo con lo que yo considero "la mejor manera de proceder"?
Los efectos a mediano y largo plazo no se integran en mi nivel psicológico con la marcada relación de dependencia que los efectos producidos de inmediato conllevan. Y es aquí donde requerimos de una nueva memoria, no ya individual sino grupal y social, que registre e integre dentro de la individualidad la relación causa-efecto a mediano y largo plazo que la historia puede iluminar. Sin embargo, el hecho de que el relato histórico carezca de una objetividad y neutralidad que permitan una mejor apreciación de las causas y consecuencias, obligan a que sea el individuo, mediante una evolución paulatina de la conciencia, el que tenga que tomar bajo su responsabilidad el establecimiento de nuevas maneras de evaluar y manejar las experiencias. Y, como siempre, tendrán que ser individuos avanzados y suficientemente influyentes los que conduzcan a las sociedades hacia un mundo de cooperación y empatía. Parece que tendrán que aparecer en el contexto humano individuos que integren una capacidad de acción política junto con un nivel de espiritualidad suficientemente desarrollada, para conducir dichas sociedades hacia un mundo en el que la complementación de habilidades y destrezas sea motivo de satisfacción que sustituya a la actual necesidad de competir y superar en el contexto humano. Creo, una vez más, que mi conciencia se desvió... probablemente debido al medio humano en el que me desenvuelvo...