sábado, 10 de diciembre de 2005

Ley y subjetividad

Me llama la atención que el paso de lo subjetivo a lo objetivo, objeto del conocimiento científico, no me haya sido señalado en mi formación como ser humano. Yo he tenido que tender los lazos de comprensión que me permitieran conocer algo mejor lo que conforma mi naturaleza humana. Tal vez este sea el motivo de que no hayamos avanzado más en lo que se conoce como "ley", que trata de obtener compensación de los "daños" causados por las acciones de un determinado individuo dentro de la sociedad. Se supone que la "naturaleza humana", que involucra una gran parte instintiva e impulsiva, debe ser reprimida. Y la psicología moderna enseña que debemos expresarnos de una manera más natural para evitar enfermedades de todo tipo.
En lugar de establecer un proceso educativo-social en el que el ser humano comprenda e integre, dentro de su ser íntimo, una más elevada concepción del otro como parte integrante del sí mismo, que lo justifica y lo enaltece, la sociedad promueve un modelo en el que el otro es simplemente un elemento que debo superar, en un contexto competitivo que no tiene en cuenta que toda ganancia individual implica una pérdida, igualmente individual. Es un contexto que mantiene las condiciones de vida de la selva primitiva en el mundo, supuestamente, civilizado de la cooperación y complementación.
Como yo lo veo, nuestra educación y nuestros valores humanos tienden a lo objetivo, olvidando lo subjetivo que lo genera y convalida. Aunque un dolor de cabeza, o el sabor de un alimento, o una sensación o sentimiento de minusvalía, tengan caracter subjetivo, no dejan de reflejar experiencias compartidas que, sin ser objetivas, nos ponen en contacto con el otro para entender que el dolor, el sabor y el sentimiento son, también, míos, y que solamente el bienestar mutuo puede contribuir a que nuestra vida en comunidad sea propia de seres humanos. La misma objetividad de la causalidad, que nos conforma como seres de conocimiento, debiera enseñarnos que cualquier desviación de nuestro juicio acerca de otro ser humano puede conducirnos a menospreciar nuestra propia individualidad en situaciones que no estén bajo nuestro control, y que el juicio que hoy emitimos será el que inevitablemente nos será devuelto. En tal sentido, la educación debiera dirigirse a establecer, dentro de cada individuo, la naturaleza humana como punto de partida de autoconocimiento previo y necesario para el conocimiento del otro. Son nuestras debilidades, vulnerabilidad y condición sensible las que han de ejercitarse en nuestra experiencia para lograr un manejo de las situaciones sociales de conjunto, dentro de una ley que, antes que castigos y penitencias, ejercite la educación y la sensibilidad humana. Y... sigo buscando "eso" que mis palabras no logran expresar y tergiversan