jueves, 1 de diciembre de 2005

Dormir y despertar

Cuando duermo, mis sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto... y el denominado "sentido común") quedan inoperantes. El sueño sobreviene, en mí, como un acto inconsciente, como un hábito establecido por el día y la noche y aprendido desde niño, y me es necesario para continuar con mi vida activa, pues, de lo contrario, surgiría una sensación de somnolencia que inevitablemente me conduciría al sueño. No se trata de cansancio físico, sino de un mecanismo integrado en mi organismo de manera tal que se hace indispensable para mi supervivencia. Es como un mecanismo regulador que, al igual que el apetito en sus diversas formas, me lleva a suplir con acciones definidas (en este caso el acto de acostarme, o de, simplemente, rendirme a la somnolencia cuando ella se presenta) la necesidad de "descanso". Como lo veo, es un descanso de la actividad nerviosa más que de la actividad física. En este caso, la pérdida de conciencia se refiere a la desconexión de mis sentidos de contacto con el mundo físico, lo cual conlleva la natural suspensión de mi actividad cerebral con situaciones y objetos exteriores. Surgen, eso sí, los sueños, que son eventos semejantes a las actividades diarias, pero sin las limitaciones que las leyes físicas imponen a los sucesos.
En alguna oportunidad, en la que fui sometido a una intervención quirúrgica, experimenté el efecto de la anestesia que, semejante al sueño, me desconectó del mundo físico, pero en una forma más completa, pues se suspendió la sensación de dolor físico propia de las cortaduras de partes de mi cuerpo. El tipo de inconciencia se extendió al sistema nervioso autónomo que reacciona sin mi intervención voluntaria. El despertar incluyó un choque nervioso del sistema autónomo que me hizo temblar en forma violenta al pasar el efecto del anestésico, y que fue controlado, según recuerdo, por presiones, en mi pierna, de un tipo semejante al utilizado en la toma de presión arterial.
Estos dos tipos de inconciencia se deben, básicamente, a la desconexión de mi sistema sensible y sensorial con el mundo físico. Es un tipo de inconciencia que solamente me afecta de manera individual, pues me aisla "dentro de mi cuerpo", y que implican un "dormir y despertar" sucesivos, dentro de condiciones establecidas por mí mismo. Es un tipo de inconciencia que, según entiendo, es semejante al hecho de perder el sentido o desmayarse. En el momento de despertar entro nuevamente a la "conciencia cotidiana del vivir (ya sea en automático o en "búsqueda del sentido de las situaciones y cosas del mundo que me rodea").