sábado, 6 de mayo de 2006

Dios y equilibrio

En alguna oportunidad me planteé la idea de Dios como equivalencia de la idea de Amor, por cuanto el amor es lo que puedo concebir como unificador de todo cuanto puede existir. Me quedaba la duda de los rechazos existentes en la naturaleza, tanto inanimada (polos positivo y negativo de un imán) como animada (rechazo o antipatía entre personas), que no podía justificar de ninguna manera (al menos en mi mente no encontraba la manera de hacerlos presente, salvo como manifestaciones de la naturaleza "negativa" de este "mundo" físico). En mis actuales circunstancias se me ha presentado la idea de que el "equilibrio", como "neutralidad", puede complementar mejor la idea del amor como ese Dios que todo lo acepta, todo lo sostiene, todo lo promueve desde la posibilidad de la experiencia como valor supremo que busca conocer todas las posibilidades de la manifestación y expresión. Es así como se me ha ocurrido que las personas que encarnan dicho equilibrio, santos y maestros espirituales, son la expresión de una peculiar manera de ser que "ve" la vida y el "mundo" como una simple manifestación de todas las posibilidades, y que, en consonancia con esa divinidad, no califica de bueno ni malo lo que acontece o se presenta, sino que, desde una perspectiva más elevada, tiene valores que dirigen su vivir, pero no condicionan la vida de los demás, o de la naturaleza en sus manifestaciones, a su propia vivencia. En tal sentido, su apreciación de cuanto acontece a su alrededor no genera juicios internos que puedan afectarle, sino que, más bien, promueve valores alternos que pudieran "funcionar" en forma más apropiada para los que pueden sintonizarse con su manera de percibir y de considerar su propia vivencia personal.