sábado, 7 de noviembre de 2009

La voluntad: libertad y motivación

La palabra libertad es un vocablo semejante al ser, que, como motivo de reflexión en sí, dejan de ser fáciles de explicar y comprender para convertirse en misteriosos motivos para la elaboración de extensos tratados sin conclusión alguna. Apuntan, en tal caso, a la metafísica que Kant señaló como carente de valor científico. Es decir, como carente de términos correspondientes a experiencias en general, aunque las experiencias específicas son múltiples y significativas. Podemos referirnos a "ser blanco, negro, animal, y similares", así como "libertad de hablar, para movilizarse, de ataduras, para actuar, y semejantes". El ser, como ya lo hemos afirmado anteriormente, es una universalización de manifestación y expresión. O sea, es la manera de generalizar todos los verbos posibles que manifiestan y expresan una determinada presencia o secuencia: materia y energía, quietud y movimiento, orgánico o inorgánico, etc.
La voluntad señala una manera de entender la libertad de pensar y actuar que caracteriza al Ser humano dentro de sus contextos orgánico y humano. Ahora bien, ser libre no implica arbitrariedad en el contexto que nos toca manejar. Es, sencillamente, la potestad de elegir entre opciones presentes en dicho contexto, como alternativas de movilización o abstención. Por lo general podemos elegir entre tres opciones en cada situación o circunstancia: dos direcciones con sentidos opuestos y una consistente en abstenerse de decidir y dejar que nuestro universo tome el curso correspondiente a nuestra omisión decisoria.
Por otra parte y, dentro de la libertad de decidir ante situaciones en conflicto o en armonía, podemos dirigirnos por motivaciones internas. Estas motivaciones, o motivos para la acción, pueden ser de naturaleza apetitiva o trascendente. Las primeras corresponden a consideraciones de naturaleza sensual o emocional, y pueden fundamentarse en cualidades genéticas o educativas cónsonas con habilidades naturales o técnicas aprendidas y nuestra posición en el contexto humano en el que nos toca desenvolvernos. En cuanto a las motivaciones trascendentes, en mi opinión, corresponden a condiciones genéticas que nos permiten aprehender experiencias más allá de los sentidos físicos ordinarios o al aprendizaje religioso que nos pone en contacto con creencias y experiencias que, aunque no son propias, son afines o generan empatía a nuestra particular manera de pensar y sentir.
La voluntad se ve guiada por motivaciones o aprendizajes, dentro de un contexto humano que nos permite la libertad de expresarnos y manifestarnos, hacia la realización de actividades y movimientos que satisfagan un proceso continuo de crecimiento en nuestra potencialidad de realización personal en el contexto orgánico y humano que constituye nuestro universo individual. Partiendo de lo apetitivo, en el mejor de los casos, llegamos a lo trascendente. En la generalidad de los casos nos quedamos en el ámbito apetitivo, y solamente, hasta el presente, un pequeño grupo de individuos, a lo largo de la historia humana, ha logrado trascender los límites de la conciencia apetitiva material.