viernes, 30 de octubre de 2009

La voluntad: contextos

Cuando hablo de "selva orgánica" y de "colmena humana" estoy considerando dos contextos de desenvolvimiento de la vida individual, para acceder a condicionamientos que activan la voluntad en direcciones que, si bien tiene ciertos grados de libertad, están identificadas a nivel individual como "naturales". En realidad, la selva orgánica es el universo de opciones y la colmena humana es el subconjunto que, superada la individualidad, conforma la asociación de individuos para convivir en sociedad y satisfacer, más eficientemente, las necesidades de supervivencia de los individuos dentro de la selva orgánica.
La expresión "selva orgánica" podría ser substituida por "organismo" y "colmena humana" por "sociedad". Sin embargo, las expresiones orientan, en términos de la voluntad, para señalar las vulnerabilidades que, dentro del organismo universal, condicionan las opciones que el individuo puede ejercer para satisfacer sus necesidades vitales y sus apetitos personales. Así mismo, en cuanto a la colmena humana, la determinación de la voluntad se ve condicionada por las interrelaciones requeridas en la satisfacción de los términos de convivencia y cumplimiento de funciones específicas dentro de los grupos para suministro de servicios y materiales requeridos por la comunidad social o sociedad.
Podemos pensar en otros contextos, pero todos están incluidos dentro del organismo y la sociedad, e implican subconjuntos propios a agrupaciones o al mismo contexto orgánico, dentro del individuo, para considerar historias individuales de supervivencia a partir del nacimiento. En efecto, en este último caso entran las características físicas y emocionales del individuo, que lo capacitan o limitan en el cumplimiento de funciones sociales y de convivencia. Muchas veces, el propio carácter, compulsiones, pasiones y apetitos contradictorios, o la constitución física, debilidades, propensión a enfermedades y taras genéticas, constituyen prisiones individuales que demandan el uso de la voluntad para superar tales condiciones y adaptarse a los requerimientos del organismo y la sociedad para el ejercicio de la individualidad. Es este el principal campo de trabajo para el ejercicio de la voluntad. Tanto es así, que se considera que la libertad del individuo es plena cuando se somete a la disciplina interior para el ejercicio de su condición humana. Un individuo que es aprisionado por sus apetitos y vulnerabilidades personales es considerado prisionero de sí mismo. Realmente es prisionero de su organismo en sus diversos niveles, físico, imaginativo, emocional, mental, sub e inconsciente, y la carencia de voluntad para superar sus apetitos.
La libertad que se suele mencionar, como valor humano fundamental, es el ejercicio de la voluntad, dentro de los contextos social y orgánico, para ejercer las opciones que cada individuo considera más apropiados dentro de la convivencia y aceptación de su universo personal. Tal libertad es complementaria con la voluntad de sus semejantes y con la preservación y cuido del ámbito vital que le corresponde habitar. Las premisas básicas en el ejercicio de la libertad están sintetizadas en diversos códigos históricos, como los diez mandamientos de la ley judaica y el cristianismo, que, en su forma moderna, podemos resumir en las tres reglas: No te lastimes y no lastimes a otros; cuida de ti para que puedas cuidar a otros; y, utiliza todo para aprender, para avanzar, para progresar en tu conocimiento y experiencia.