martes, 30 de junio de 2009

Niveles de conciencia: Yo soy

Sobre los niveles de conciencia físico, astral (imaginativo), causal (emocional), mental y etérico (reactivo) se encuentra el nivel del alma. Y solamente los maestros espirituales y los santos tendrían la posibilidad de hablar de dicho nivel, si pudieran, puesto que, según sus propias palabras, cuando las exponen por escrito o verbalmente, no hay vocabulario que pueda describir las experiencias del alma. En tal sentido, cuando hablan y escriben, lo hacen mediante parábolas, analogías e historias que apuntan a lo que tratan de reflejar, y dejan que el oyente se sintonice con lo que exponen.
Sin embargo, en mi caso, que apenas puedo hablar de mis niveles de experiencia físico y subsiguientes, encuentro que, antes del nivel del alma, y paralelo a los otros niveles de conciencia se encuentra el nivel del "Yo Soy" que acompaña a todas las experiencias en dichos niveles. Este Yo Soy es la unidad de la experiencia abstraída en un nivel de observación neutral que intenta elevarse por encima de la condición humana, para acceder a niveles que intuye pero no experimenta. Apenas pueden señalarse instantes de contemplación y meditación que, cual disparos de una cámara fotográfica que se abre por brevísimas fracciones de segundo, permiten unificar la conciencia con la totalidad del universo circundante.
Cuando accedemos al Yo Soy, en momentos de reflexión, podemos observar nuestras experiencias físicas, imaginativas, emocionales, mentales y reactivas con ojos dirigidos por las enseñanzas de los maestros espirituales y los santos. Tal vez algunos filósofos como Sócrates, Platón y Agustín, han podido expresar algo semejante a lo experimentado por los santos y maestros espirituales, pero lo han hecho con exposiciones que apenas si señalan aquello a lo que intentan referirse en una forma tan tangencial que no podemos, siquiera, tener el punto de contacto de dicha tangencialidad. Más aun, si consideramos la tangencialidad geométrica, que se define como una recta que toca una curva en un punto, podemos darnos cuenta de la necesidad que tuvo el matemático para crear una geometría no euclídea. En efecto, no es posible para nosotros, con nuestros sentidos limitados, ver dicha puntualidad, puesto que nuestros instrumentos carecen de tal perfección, y siempre veremos un tramo de contacto y no un punto, y seguiremos dejando que la idealidad que puede intuir nuestra mente sea la que perciba la puntualidad del punto de contacto propio de la tangencialidad. En tal sentido, seguiremos entendiendo la razón de que por un punto pueda trazarse más de una paralela a una recta determinada, aunque la idealidad que nuestra mente puede "añorar" siga, con terquedad que se eleva sobre lo físico y sus alrededores, aferrándose a dicha idealidad tangencial: por un punto solamente puede trazarse una paralela a una recta dada, y, la tangente a una circunferencia o a una curva dada es la recta que tiene un único punto de contacto con dicha circunferencia o dicha curva.
El Yo Soy es el observador capaz de darse cuenta de las consecuencias de su observación, de su acción y de su manifestación y expresión, sin detenerse a describir en términos verbales lo que la experiencia del Yo Soy en su fisicalidad, imaginación, emotividad, mente y reactividad puede concebir como razón de ser de su experiencia humana. El Yo Soy es tan intangible como el punto de tangencialidad de la recta y la circunferencia o la línea curva. Solamente un entrenamiento constante y perseverante, mediante ejercicios espirituales guiados por un maestro espiritual o un ser de consciencia plenamente vigente, puede sacar en cada uno de nosotros la conciencia del Yo Soy como observador que observa. Sin embargo, el logro de que el Yo Soy se haga cargo de la experiencia en los niveles de conciencia inferiores, es una tarea que lleva toda una vida de dedicación bajo guía, hasta que se haga presente el "hábito" que se abra a las grandes verdades que preceden a la iluminación: No te lastimes y no lastimes a otros, cuida de tí para que puedas cuidar a otros, y, utiliza todo para avanzar, para crecer, para elevarte, para aprender... moderna manera de presentar los diez mandamientos de la religión judeo cristiana, cuyo resumen y culminación en el "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo por amor a Dios" incluye y envuelve al universo como manifestación y expresión de una divinidad que nos envuelve, nos rodea y nos llena, y de la cual somos una manifestación y expresión más.