martes, 24 de febrero de 2009

Acción, pensamiento y experiencia 9

Es preciso, en este momento, relacionar los tres términos del título. Tanto la acción como el pensamiento generan experiencias, que se acumulan como la experiencia en el haber del individuo. Así que la experiencia engloba a la acción y el pensamiento. En cuanto a la acción, podemos decir que, en determinadas oportunidades, muy seleccionadas por cierto, puede involucrar al pensamiento como instrumento de decisión, para escoger entre alternativas válidas; esto ocurre, principalmente, cuando se trata de planes y programas de acción. El pensamiento, por su parte, puede considerarse como un tipo de acción mental. Así pues, la jerarquía en la terminología es: experiencia, acción y pensamiento.
Cuando vamos al aspecto histórico de nuestra exposición en perspectiva, nos encontramos con que el contexto social (grupal en los primeros tiempos) era condicionador de la experiencia en los tiempos más antiguos, por cuanto la satisfacción de las necesidades de subsistencia (alimento, vestido, cobijo y supervivencia) y, así, las actividades diarias, estaban, primordialmente,dirigidas en tal sentido. De tal manera que la situación de educación e instrucción de los recién nacidos estaba supeditada al modelaje y herencia genética. Posteriormente, con el advenimiento de la socialización (sedentarismo, agricultura y comercio como complementos de la caza, pezca y recolección de productos vegetales) y el lenguaje,  la experiencia se expandió, y surgió, con toda probabilidad, la transmisión del conocimiento de una generación a otra, primero oralmente y luego mediante la escritura. Estas diversas ampliaciones del modo de vida de los seres humanos originaron nuevas potencialidades y posibilidades de experimentar el universo circundante, hasta llegar a la situación del mundo tecnológico actual.
Lo que interesa, en estas perspectivas, es el Ser humano y su conciencia de Ser, de manifestación y expresión, que genera acciones y reacciones que le afectan física, emocional y mentalmente. Es, en cierta forma, el encuentro con la vulnerabilidad humana, y el equilibrio de los niveles de conciencia, en el ascenso hacia el logro del más elevado nivel de conciencia que le sea posible dentro del contexto humano que lo constituye como ser material, provisto de una creatividad que puede significarle su integración con el contexto o universo que lo sostiene y contiene, en un equilibrio dinámico y delicado, o a la desintegración y desaparición como individuo y como especie que predomina y construye o destruye cuanto le rodea.
En su devenir, el Ser humano ha ido manipulando su universo circundante en una actitud de dominio, al menos aparente, para su beneficio. En la actualidad ha tomado conciencia de que tal actitud pudiera significarle su desintegración y desaparición del contexto o universo. En todo caso, la situación más significativa y desalentadora ha sido la relación con sus semejantes. Es en tal dirección que surgen las vulnerabilidades menos previsibles, por cuanto, en su falta de conciencia, parece que, a pesar de los diversos maestros espirituales que han predicado el amor a los semejantes (amor que no puede modelarse en el amor de pareja ni en la afinidad con los familiares y amigos), el Ser humano menosprecia a sus "enemigos" y "oponentes" y los considera prescindibles en el corto y mediano plazo, sin medir o responsabilizarse por las consecuencias de sus acciones de menosprecio, destrucción y desintegración del vínculo que lo une, en niveles de conciencia que ni siquiera puede visualizar o concientizar.
El Ser humano ha modelado el ámbito que lo rodea para constituir un refugio de comodidades y facilidades que satisfagan los requerimientos de su naturaleza apetitiva. Se ha olvidado de modelar y crear un ámbito que le permita integrarse con sus semejantes. Tal vez el problema pueda manejarse cuando el Ser humano tome conciencia, se dé cuenta, de que el ámbito en el que puede crear las condiciones de equilibrio existencial es totalmente individual e interior, y recuerde y haga realidad experiencial las palabras del maestro espiritual Jesús de Galilea: "El Reino de Los Cielos está adentro (es interior)". En efecto, solamente creando un lugar seguro interior, para relacionarse con sus semejantes, podrá superar sus vulnerabilidades, principalmente, emocional y mentalmente. Un lugar interior, en su conciencia (en su corazón), en el que las vulnerabilidades de sus semejantes sean sus vulnerabilidades y desde el cual pueda comprender y compadecer (com-padecer) a sus semejantes para iniciar una integración en la que se reconozca la igualdad en un nivel que no corresponde con las naturales diferencias del nivel físico. En el nivel físico somos semejantes. En el nivel espiritual somos iguales. La potencialidad del nivel espiritual se corresponde con una energía de creación que se diversifica en el nivel físico en maneras de manifestación y expresión, que permiten que, la discursividad propia de nuestro devenir, pueda desarrollarse de una forma que satisfaga las limitaciones del nivel físico: Cada individuo aporta su manifestación y expresión al conjunto o sociedad, como las piezas de un rompecabezas que se juntan en un cuadro o imagen determinada.