jueves, 27 de noviembre de 2008

Acción, pensamiento y experiencia 3

Pareciera que el pensamiento precede o, por lo menos, acompaña la acción. Sin embargo, una cuidadosa observación permite concluir que la acción es como la palabra escrita: surge en la medida en la que el enfoque de la voluntad se dirige hacia tal objetivo. En particular, las acciones más comunes, como el caminar, el hablar, y otras por el estilo, son automatizadas en sus componentes más externos y no requieren de la participación de la mente. Pareciera, incluso, que en la primera infancia, cuando se inicia el aprendizaje de tales acciones, se tratara de un simple ensayo y error que la "voluntad" dirige y que el cuerpo "aprende" mediante el mismo mecanismo utilizado cuando, más tarde, se aprende a manejar una bicicleta, e, incluso, posteriormente, un vehículo automotor. Es un aprendizaje atendido por los mecanismos propios del cuerpo sensorial que concluye con una automatización neuromuscular y sensorial, difícilmente asociable al proceso de pensar. Al menos al pensar concebido como proceso de hilar pensamientos y relacionarlos entre sí.

Hay dos direcciones fundamentales del pensar: el análisis y la síntesis. En el análisis se toma un tema y se desglosa en pensamientos que se relacionan para constituir un cuerpo (idea, tema) y sus partes constitutivas. En la síntesis se trata de relacionar partes (pensamientos, ideas, temas) y se constituye un cuerpo temático. Ambos procesos parecen ser inversos uno del otro. La acción, en todo caso, es un asunto de la "voluntad", cuando no se trata de una reacción vital ante un estímulo (una mano que se aparta de un sitio caliente o de un objeto punzante), y atiende a un "querer" que lo origina. De aquí el término voluntad, que procede del latín volo (verbo velle). En los restantes casos, acción propiamente dicha, se requiere de un estímulo primario, como en las necesidades fisiológicas, o secundario, como en los apetitos de naturaleza no física (deseos, ambiciones y similares).

En la filosofía kantiana se plantean dos facultades fundamentales, aparte de la receptividad sensorial (intuiciones), el entendimiento y la razón. El entendimiento es la facultad de las reglas (categorías y principios del entendimiento puro) y la razón es la facultad de los principios (lo universal como fuente de lo particular). Las reglas surgen del manejo de la realidad física que, con el entendimiento, se ejerce en forma discursiva, secuencial y, en el caso del Ser humano, atiende a la ley gestáltica de figura y fondo, texto y contexto, estando el foco, la figura, el texto presente ante la receptividad sensorial y el fondo, contexto, es lo que, cual en una fotografía, constituye un paisaje o ámbito para la receptividad. El entendimiento, en su discursividad, hila pensamientos para constituir una unidad. El punto de partida inicial es el conjunto de sensaciones procedentes de un fenómeno en sentido kantiano, una realidad presente para la receptividad y la espontaneidad del pensar. A partir de dicha realidad se constituyen pensamientos más elaborados para integrar partes del contexto que pudieran confluir en una unidad de mayor amplitud que el objeto específico de los sentidos externos.

La razón es presentada como una facultad que completa lo que el entendimiento elabora y, en función de dicha completud, genera las ideas trascendentales: el alma (psicología trascendental), el universo (cosmología trascendental) y Dios (teología trascendental). Ahora bien, a pesar de que las ideas trascendentales son intentos de la razón pura para completar lo que la receptividad ofrece al entendimiento puro como material para el conocimiento (ciencia), Kant deja planteada la facultad de la razón como aquella que procede desde lo universal hacia lo particular. En particular, concibiendo lo incondicionado a partir de lo cual el condicionamiento propio del entendimiento encuentra la unidad y completud. Para ser coherente con su planteamiento de que solamente accedemos a lo empírico condicionado y que lo puro funciona para la experiencia posible y, en ningún caso, puede inferir o considerar cosa alguna que no se dé en los sentidos, Kant plantea la razón pura como facultad de completud. Sin embargo, en mi opinión, y atendiendo a su explicación acerca de las ideas platónicas y la reminiscencia de la que proceden, la unidad nos viene íntimamente ligada a nuestro Ser humano como fuente de interpretación y conocimiento de cuanto nos rodea, a partir de nuestra unidad fundamental con cuanto nos rodea y que, revelada en los fenómenos, nos permite encontrar una unidad inferior en los procesos del entendimiento puro, aunque nos exige otra dirección para el encuentro de eso otro trascendental, que no es posible encontrar en lo sensible, que solamente ha sido accesible para los santos y maestros espirituales en experiencias de unidad esencial con nuestros semejantes y el universo que nos rodea y que, en la filosofía ha llegado hasta la conciencia del "Yo soy" que precede a dichas experiencias esenciales de unidad. Unidad que, por otra parte, se plantea en las críticas de la razón práctica y del juicio y que, al menos parcialmente, se nos revela en "el amor" como "experiencia íntima", tanto hacia nuestros semejantes como hacia la naturaleza y el mundo.