martes, 16 de septiembre de 2008

Experiencia 29

En los primeros tiempos el lenguaje debió ser un intento por imitar "las cosas, los sucesos..." para intentar comunicar "al otro" la experiencia en su ausencia, algo así como onomatopeyas comunicativas. Posteriormente fue tomando, con la evolución y "la experiencia" adquirida, las formas de lo conceptual que resume lo esencial de lo significado (cosa, objeto, suceso, experiencia...) en el significante (palabra, definición, conceptualización, concepción, concepto...). El lenguaje debió conformarse con el concepto y no con "la designación" para economizar esfuerzos de concreción en aras de universalización y comprensión. De haber intentado abarcar cada cosa, objeto, situación, suceso y experiencia en forma específica para hacer unívoca la comunicación, el lenguaje se habría tornado inabarcable para una sola mente, para un solo ser humano, pues cabría esperar que cada ser humano fuera una fuente de vocablos y especificidades para lograr la univocidad, haciendo así imposible la comunicación, pues lo específico habría ahogado las posibilidades y la diversidad humana en un intento inútil por hacer de la comunicación un acto único, unívoco. Es imposible concebir una comunicación que designe lo significado (experiencia) en forma que el significante (discurso) sea unívoco, sea tan específico como la experiencia que lo genera; en forma en la que se eviten los "malos" entendidos o las desviaciones que cada ser humano aporta para cada hecho o experiencia vivida.
En estos días (semanas más o menos) ha aparecido una noticia en los medios, relacionada con el inicio de un experimento científico en un novedoso laboratorio subterráneo en Suiza, según la cual, varios científicos de diversos países (específicamente físicos) se reunirán para utilizar un acelerador de partículas subatómicas con la finalidad de investigar los orígenes del universo según la teoría del big bang y, adicionalmente, agregaba la noticia, determinar qué es la materia. Como podemos deducir del objetivo, aparentemente, no sabemos qué es la materia. El hecho de que nuestros sentidos nos ofrezcan características definidas mediante la vista, oído, olfato, gusto, tacto y "sentido común", no nos da qué sea la materia. Además la ciencia, que ha determinado que la materia es una forma de energía condensada, tampoco "aclara", según lo que la noticia permite deducir, qué sea la materia.
Y el esfuerzo pensante de Kant por sustentar el conocimiento científico en la experiencia, y el esfuerzo pensante del suscrito en clarificar lo que la palabra experiencia pudiera señalar dentro de lo humanamente señalable, queda en entredicho, puesto que la palabra experiencia, como sustento del conocimiento, queda descartada. Sinembargo, la afirmación anterior es retórica, puesto que la experiencia sigue siendo válida como "el experimento" propuesto por el comité de físicos que menciona la noticia antes referida. Dicho experimento suministrará información (significaciones) para la creación de nuevos significantes (concepciones) que puedan considerarse más específicos para el entendimiento (comprensión) por parte de distintos seres humanos (experiencias) acerca del mismo sujeto de estudio (el experimento, las experiencias). Sin olvidar que los científicos todavía no pueden discernir aquello que para los santos y maestros espirituales está tan claro que no amerita comunicación alguna por corresponder a una misma y unívoca experiencia de la que todos somos partes integrantes: la divinidad, el universo, la conciencia y cualesquiera otros nombres dentro del contexto de unidad de la experiencia que constituímos todos los seres (y no seres) del universo, y que todos alcanzaremos, inexorablemente, en algún momento.
Lo que queda establecido, en mi opinión, es que lo que solemos denominar conocimiento es un deseo, siempre insatisfecho, por alcanzar a denominar unívoca y certeramente, sin lugar a dudas ni posibilidades de diferenciación, mediante el lenguaje, la realidad de la que formamos parte. El conocimiento tiene que ver con nuestra manera sensorial de acceder a cuanto nos rodea, unido a la espontaneidad del pensar (significaciones de significantes), guiado por "algo más", la razón, que nos permite establecer principios (completación de la razón pura kantiana). Es el camino que el entendimiento recorre, en su finitud incapaz de abarcar la totalidad, mediante el discurso, y que la razón establece de vuelta para justificar el discurso. El entendimiento recorre el camino del discurso y la razón "justifica" (equilibra con la totalidad) el camino recorrido mediante los principios rectores y generadores del conocimiento: la totalidad puede recorrerse desde la focalización (figura y fondo) de la finitud humana, y puede retomarse desde la unidad rectora que permite comprender el todo constituído por las partes. Las experiencias son el discurso y la experiencia (cada ser humano) es el principio de concepción que abarca el discurso en sus diversas partes.