jueves, 27 de marzo de 2008

Experiencia 19

Experiencia equivale a "ser" humano, pues la experiencia define a cada ser humano en su manera de pensar, decir y hacer, en su manera de encontrarse con el mundo que lo rodea en cada momento, en cada "experiencia" particular. La diferencia entre un niño y un adulto es que el primero está abierto en cada experiencia para asimilarla e integrarla en su Experiencia como persona, mientras que el segundo, por no disponer de un sistema excretor de los desechos asimilados con cada experiencia particular (Conciencia observadora de los distintos cuerpos presentes en las distintas experiencias), se ha saturado y ha establecido una manera general de responder al entorno, aunque cada experiencia sigue aportando muy pequeñas dosis de material asimilable, por cuanto el "ser" humano está aprendiendo en forma continua hasta su experiencia final denominada "morir".
El conocimiento no es experiencia hasta haber sido "experimentado" en forma personal y específica como para involucrar los cuerpos físico, astral, causal y etérico además del mental que lo define. La filosofía, de alguna manera, es búsqueda de la sabiduría. Su definición original de "amor a la sabiduría" (filo - sofía) fue un término que, en mi opinión, recopilaba lo que, para la época de Platón y Aristóteles, había sido el recorrido reflexivo de los pensadores griegos en su afán por encontrar lo que subyace al universo como principio generativo. En alguna forma era el compendio más próximo a lo religioso de otras culturas que acumularon ritos y normas de vida. Y solamente la religión, en su forma mística original más próxima a lo que conocemos hoy día como espiritualidad, puede acercarse a la sabiduría, a la búsqueda del origen y justificación de la vida dentro de un contexto que atienda a lo trascendente por encima de lo apetitivo de la naturaleza del "ser" humano. Los practicantes de la ciencia moderna se enfocan en el mundo material y sensible, mientras que los primeros pensadores buscaban, además de lo material, el principio metafísico primordial del universo y la vida en este mundo. Los practicantes de la ciencia moderna han establecido una instrumentalización del universo en busca de los principios que le permitan manipular la materia y energía en la creación de un "mundo humano". Mientras que la naturaleza tiene incluído el principio de generación, renovación y continuo intercambio de materiales y energía, la ciencia y la tecnología requieren de un "mantenimiento" físico (material) que permita que "lo creado" por el "ser" humano se adapte y renueve para atender las características requeridas por dicha creación en su permanencia utilitaria al servicio del "ser" humano en sociedad.
La religión, que inicialmente, en mi opinión, atendía a lo espiritual y a que cada "ser" humano encontrara su "ser" trascendente, su conciencia, con los años se transformó en un sistema de reglas de conducta y rituales cuya efectividad para conectar al "ser" humano con su "ser" trascendente perdió su energía o vitalidad, si es que la tuvo alguna vez, y se convirtió en un cuerpo doctrinal sin contacto con la experiencia humana propiamente como vehículo para alcanzar el "ser" trascendente a partir de su vulnerabilidad, sus apetitos y su necesidad interior de balance y equilibrio individual. Solamente algunas tradiciones religiosas como la hindú conservaron su vitalidad y su naturaleza personal de búsqueda individual de lo trascendente a partir de lo apetitivo y vulnerable del "ser" humano. También en las religiones conocidas existen grupos muy particulares de practicantes de la espiritualidad, pero sin llegar a la gran cantidad de personas que se agrupan en ellas; más aun, los "guías" dentro de dichas religiones son, en su mayoría, personas rígidamente apegadas a las normas, reglas y rituales, lo que los descalifica para atender a las personas que, a partir de su vulnerabilidad y apetitividad, requieren de una direccionalidad (disciplina) para reencontrar su "ser" trascendente. Tal vez la mejor religión, en los términos de la modernidad, y limitada al "ser" apetitivo en busca de equilibrio y balance, es la psicoterapia individual y de grupos.
La sabiduría, lo que la filosofía era en sus inicios estrictamente griegos y luego se desvió para "querer" convertirse en conocimiento a la manera de la ciencia, es de naturaleza experiencial e individual, y corresponde a una manera de ver el mundo que trasciende lo apetitivo, sin negarlo en ningún momento, y que implica una normativa dictada por "la conciencia" para encontrarse con el mundo de cada experiencia particular. La sabiduría, de alguna manera, es la conciencia en ejercicio continuo de observación de los distintos cuerpos (físico, astral, causal, mental y etérico) para lograr el mayor bien posible en toda situación y circunstancia particular.
Tal vez la mejor manera de ver la adquisición de la sabiduría sería el atender al cuerpo causal (emocionalidad y su influencia sobre los cuerpos astral, mental y etérico) en el conjunto de los seres humanos. En efecto, la mayor vulnerabilidad del "ser" humano se origina actualmente en el trato consigo mismo y sus semejantes, mediante el aprendizaje (experiencias) que solamente toma en consideración su cuerpo apetitivo en detrimento y menosprecio del "ser" trascendente. Mejor dicho, el "ser" trascendente está ausente de la experiencia de cada "ser" humano en sus primeros años, por la carencia de una guía "experta" que lo ponga en contacto, sin forzarlo, sin someterlo a reglas carentes de significación específica para las experiencias particulares que le toca manejar, con la conciencia interior que le permita tomar la experiencia y procesarla según su "ser" trascendente por encima del "ser" apetitivo en búsqueda del mayor bien personal y de cuanto le rodea; entendiendo que cualquier "ventaja" lograda en detrimento de otros seres humanos y el entorno atenta contra su individualidad y que, en el mediano y largo plazo, las reglas de "No te lastimes y no lastimes a otros", "Cuida de tí para que puedas cuidar de otros" y "Utiliza todo para avanzar, para aprender, para desarrollarte, para crecer" equivalen al antiguo "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo", e incluso al imperativo categórico kantiano (máxima expresión de la racionalidad práctica) de "Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislación universal".