lunes, 17 de marzo de 2008

Experiencia 15

Experiencia es representación de mi conciencia en su encuentro con la conciencia del mundo. Presencia y secuencia son los modos de manifestarse la diversidad de encuentros de mi conciencia con la conciencia del mundo, y corresponden con la infinitud y la eternidad en sus representantes de medición de espacio y tiempo. Mismidad e identidad son la concreción en materialidad y conciencia como complementos referenciales de presencia y secuencia.

El conocimiento tiene la intención, no explícita, de facilitar mi encuentro con la conciencia del mundo. Sin embargo no corresponde a la experiencia como acumulación de ensayo y observación a partir de mi encuentro individual sino al encuentro con la mismidad e identidad de muchos referenciales de presencia y secuencia. Por consiguiente, mi utilización del conocimiento es puramente instrumental y corresponde con el mundo creado por el "ser" humano en la historia de mi contexto social y no con mis necesidades de relación con el mundo natural que sustenta el contexto social.

Solamente la experiencia individual puede guiarme, unida con las enseñanzas de santos y maestros espirituales, incluídos aquellos que reglamentaron las sociedades humanas a lo largo de la historia de la humanidad, pues, de alguna manera, dichos reglamentadores acogieron las enseñanzas de los maestros espirituales y los santos, si es que no fueron representantes pioneros de santidad y experiencia espiritual, en mi encuentro con el mundo. Mi conciencia se encuentra con la conciencia del mundo en diversos niveles de experiencia (o conciencia): físico, imaginativo (denominado en las enseñanzas espirituales astral), emocional, mental y reactivo (sub e inconsciente). El grado más elevado de conciencia es aquel que observa los niveles de conciencia físico, imaginativo, emocional, mental y reactivo en plena aceptación y cooperación con el mundo y siguiendo las reglas: No te lastimes ni lastimes a otros, cuida de tí para que puedas cuidar a otros y utiliza todo para avanzar, para crecer, para expandir tu conciencia, aprendiendo de todo cuanto se presente en tu encuentro con la conciencia del mundo.

El conocimiento es una acumulación de experiencias de contacto con el mundo que pueden utilizarse en el mundo creado por el "ser" humano. Sin embargo, dicho conocimiento tiene la limitación de que se limita a la mismidad y la identidad sin atender a la conciencia. Es la materialidad o, de otra manera, lo exterior que se utiliza como referencia exclusiva. Tal conocimiento puede resumirse en tres áreas: la filosofía, las ciencias propiamente de lo exterior y las ciencias humanas y la religión. Las ciencias de lo exterior y de lo humano han creado un mundo paralelo al mundo natural, que nos comprende como seres vivos. La filosofía descubrió la conciencia, pero lo hizo en la forma del "Yo pienso" y no del "Yo soy..." que es la conciencia en su representación más externa y en niveles de desarrollo y descubrimiento. La religión es el asomo, el intento de la espiritualidad desde su intención de acoger la conciencia como principio de manifestación y expresión; sin embargo se encerró en un edificio conceptual de preceptos, obligaciones y deberes que dejaron la expresión del "ser" humano como simplemente apetitivo, y no facilitando, salvo los practicantes místicos dentro de las religiones, el desarrollo y evolución de la conciencia individual en su genuino ejercicio de lo humano, del "ser" humano, que participa de lo divino en su "ser" trascendente por encima del "ser" apetitivo.

El mundo creado por el "ser" humano, mediante las ciencias denominadas duras y las ciencias de lo humano, han eliminado muchas de las inseguridades y vulnerabilidades propias del mundo natural y han creado una apariencia de seguridad y control en el devenir de lo humano. Sin embargo, han originado un olvido del mundo de la conciencia, y la apariencia de seguridad y control desaparece ante lo impredecible del mundo natural y de la inconciencia propia del "ser" humano sometido a su "ser" apetitivo en detrimento de su "ser" trascendente dentro del contexto que ha creado. Esto, por supuesto, tiene caracter subjetivo, por cuanto la naturaleza trascendente del mundo por encima de su manifestación material, tiene un camino de evolución y desarrollo que solamente es "visible" para los santos y maestros espirituales.

Estas perspectivas me permiten tomar conciencia de la dificultad que han tenido todos los filósofos en su aprehensión del mundo. Esto es lo que hacía que Kant expresara la dificultad de la filosofía en su conceptualización, pues cada filósofo tenía su particular manera de ver el mundo y tales conceptualizaciones eran confrontadas por los sucesivos pensadores. Esto es, igualmente, lo que le lleva a su Crítica de la Razón Pura como intento de unificar los criterios para comunicar una base sobre la cual pudiera construirse una nueva manera de filosofar. Y aunque logra, en mi opinión, un balance entre idealismo y empirismo, como corrientes dominantes del filosofar a lo largo de los siglos, se olvida de que él mismo sería objeto de confrontación y menosprecio, pues es imposible que la mente acceda a la conciencia de un pensador. Cada pensador, inclusive antes de Kant, ha "visto" una realidad y ha expuesto su "visión" para que sea integrada en un contexto que evolucione de acuerdo con las experiencias que fueran pertinentes en lo sucesivo. Sin embargo, el único "descubrimiento" válido y transmisible que ha logrado la filosofía, y ello solamente complementado con la visión de los santos y maestros espirituales, es el de la conciencia como presencia constante dentro de la secuencia, como esencia presencial dentro de la infinitud y eternidad, en sus medidas de espacio y tiempo, en un "Yo soy..." que se manifiesta y expresa dentro de un "Yo Soy El Que Soy" planteado como Divinidad subyacente que se manifiesta en todo cuanto existe, se manifiesta y se expresa en el mundo. Las "visiones" particulares de cada pensador son, probablemente, apropiadas a su manera de "ser" humano, pero no logran ser accedidas por la mente, por cuanto la conciencia tiene su esencial participación en lo que la mente puede "comunicar" mediante el lenguaje oral, escrito y simbólico. Un logro importante sería que los pensadores tomaran como punto de partida lo planteado por un filósofo que le precedió y observara lo que puede avanzar. Es decir, por ejemplo, tomar un concepto como esquematismo, planteado por Kant en su manera de explicar la forma de aplicación de las categorías dentro de las intuiciones de espacio y tiempo y ahondar en lo que pudiera significar que el esquema de un triángulo solamente existe en el pensamiento, pues en la realidad solamente tenemos triángulos particulares como manifestación del concepto general de triángulo como figura general de la imaginación pura en relación con figuras puras en el espacio. En lugar de ahondar en la conciencia para buscar los orígenes de la conceptualización de Kant, buscamos en el entendimiento, por naturaleza discursivo, secuencial y no totalizador, y nos vemos en la imposibilidad de evolucionar la concepción planteada.

En mi opinión, todos los filósofos han concebido un mundo que han tratado de llevar al lenguaje y han tropezado con el lenguaje de los sucesores, que se ha opuesto a la concepción recibida por no ser posible acceder a la conciencia, al "Yo soy..." que se expresa y manifiesta desde una manera particular de "ver" el mundo. Es un asunto similar al mundo matemático cuando pasa del mundo concreto al mundo abstracto de la presencia (infinitud, espacio) a la secuencia (eternidad, tiempo), cuando pasa de un número de objetos al simple número. Y, con todo, en el mundo de la matemática siempre se encuentra una manera de manejar lo abstracto que, aparentemente, deja contentos a todos. Un ejemplo es el de la infinitud a partir de la matemática: En el mundo real tenemos un cierto número de objetos (ovejas, piedras, sillas, ...), y es muy difícil que pasemos a la infinitud con la misma facilidad que en la matemática. En la matemática pasamos del número 1 ó 2 al infinito con la simple división por cero en un proceso conocido como cálculo de límites; 1 representaría un segmento de recta entre 0 y 1 como coordenadas, 2 representaría un segmento de recta entre 0 y 2 como coordenadas, y así sucesivamente, cada proceso produce un infinito que, supuestamente, podemos manejar simbólicamente; el 0 representa un punto sin dimensión, un punto abstracto. En forma semejante, en la geometría se consigue manejar un concepto de recta paralela que admite más de una recta paralela en contraste con la geometría de Euclides, y se maneja mediante la intuición de un círculo que admite líneas que no se cortan porque solamente se considera lo comprendido en el círculo; por supuesto que estos ejemplos son burdos por la mente poco matemática de quien escribe estas perspectivas. Sin embargo, un ejemplo más significativo para la reflexión lo constituye el campo de los denominados números imaginarios, que parten de un concepto de una raíz par negativa, que no son posibles en la matemática de los números reales, y cuya utilidad intuitiva nace cuando se acude a la representación cartesiana y se adopta como eje perpendicular a los números reales un eje que tiene como unidad la raíz imaginaria, o sea, la raíz de menos 1. Incluso se logra, en este último caso, incluir un movimiento direccional, pues, en el denominado producto vectorial, al multiplicar los vectores unitarios se obtiene un nuevo vector unitario perpendicular a los iniciales.