jueves, 9 de octubre de 2008

Experiencia 31

En mi opinión, el lenguaje comenzó con la imitación de sonidos. O sea, que las palabras (significantes) imitaban el sonido que producían los objetos designados (significados). Posteriormente debió tomar el camino de la analogía, o sea, del parecido de la palabra con el objeto designado. Y solamente cuando el "Ser" humano evolucionó en su pensar acerca de las cosas, con el inicio de la filosofía griega, comenzó a estructurarse la palabra como concepto centralizador de la definición de las cosas. Esta conceptualización produjo, en mi opinión, la aparición de las interpretaciones, puesto que únicamente en elementos específicos del lenguaje puede adoptarse una delimitación del concepto en su estructura de género próximo (p. ej. animal) y diferencia específica (p. ej. racional).
La filosofía, en particular, como predecesora de la ciencia, utiliza las palabras de una manera que algunos han objetado a través del tiempo al opinar que "los problemas de la filosofía son simplemente problemas de palabras", sin tomar en consideración que, en general, buena parte de la terminología utilizada (significantes) por los filósofos a través de la historia tenía una connotación (significado) "sobrentendida", o sea, "suficientemente" entendida ("supuestos" no expresados). Tal vez el desarrollo de las diferencias entre pensadores obligaba a tomar un paso atrás y a considerar una profundización en la significación de los términos. En particular, algunos muy significativos como la misma palabra "ser", representante del verbo más universal para relacionar "lo" ("algo") "que" "es" con "este" "que" es. En palabras concretas: el sujeto ("lo") y el predicado ("que").
En todo caso, hay, en la filosofía, una manera de plantear los asuntos (significados) que conducen a la creación de significantes (conceptos) suficientemente "claros" para la comprensión de la comunicación entre los diversos pensadores y sus "oyentes", "lectores", etc.
La palabra experiencia, cuyo objeto viene siendo tema de mis planteamientos reflexivos, es un ejemplo de la "claridad" a que hago referencia anteriormente. En efecto, cualquier "Ser" humano al que se confronte con el significado de experiencia tendrá que mirar en su interior su relación dinámica con cuanto le rodea para encontrar lo que el significante experiencia tiene como contenido particular (significado, definición, concepto). Y es de esa manera como encontramos la expresión que declara que "la experiencia es el fundamento del conocimiento". Sin embargo, cuanto más miramos el significante y a su correspondencia con el significado, y cuanto más ahondamos en las raices de nuestro "Ser" interior, como manifestación de nuestro "Ser" humano, más nos damos cuenta de las carencias del significante en su pretendida "claridad". Y, en tal sentido, la mayor claridad que encontramos es la correspondencia entre experiencia y conciencia como su producto más cercano. Es la conciencia la única claridad que surge del significante experiencia, sin que tal correspondencia implique que el significado de experiencia es conciencia, aunque sí es lo más cercano que puede connotar, puesto que se trata de dos significantes y su mutua relación en el producto que el significado de experiencia conlleva con "lo que" la conciencia "comprende" (considera) como su participación (experiencia) en el encuentro con el universo que la rodea.
Hay una diferencia significativa, aunque no es notoria, entre saber y conocer. Y dicha diferencia pareciera ser semejante a la que existe entre experiencia y experimento.
Cuando la ciencia comienza su explosiva expansión, su desarrollo extenso e intenso, se enfoca en las variables como elementos constitutivos de "lo que" quiere conocer. Las variables son como los distintos predicados, pero más elaborados y, en una gran cantidad, referidas a medidas de masa, tiempo y espacio y sus múltiples derivados. Y la definición de las variables significativas requieren de un control específico para su evaluación en el fenómeno que se estudia. En el control y variación de las variables se van estableciendo los parámetros y significados (conceptos, teorías y afines) que estudia la ciencia. Este es, propiamente, el conocimiento. Y esta es su fuerza y su debilidad. Por tratarse de un proceso discursivo, la síntesis es progresiva y siempre está sometida a la aparición de nuevas variables y nuevas interpretaciones del proceso discursivo. Este conocimiento es "aprehendido" por el estudiante o los pares del investigador o grupo investigador respectivo. Nunca es internalizado como experiencia sino como experimento o conocimiento sometido al devenir de los avances, y, en consecuencia, no puede, en mi opinión, denominarse saber.
La sabiduría, por otra parte, es un proceso sintético que es internalizado por el "Ser" humano que ha accedido a la conciencia en sus diversos niveles: físico, imaginativo, emocional, mental y sub e inconsciente hasta llegar a ese dominio propio de los santos y maestros espirituales que se denomina, precisamente, espiritual, y que no tiene medidas de masa, tiempo y espacio que lo encierren. Y, con todo, así como la palabra o significante experiencia encuentra su camino en la mente de cualquier "Ser" humano, también la palabra espiritual encuentra un camino semejante, fácil de internalizar e imposible de expresar en el lenguaje, aunque la intuición individual la ejemplifica en múltiples expresiones y manifestaciones, incluso dentro de los niveles de la sensorialidad. La sabiduría impregna lo físico y lo mental del "Ser" humano que tiene la experiencia, pues se nutre de receptividad sensorial, espontaneidad del entendimiento y unidad de la razón que vuelve a participar de esa peculiar característica del sentido externo que, unificando lo percibido, intuición empírica, prescinde del discurso en su "aprehensión" para, posteriormente, hacerse consciente de dicho discurso en las categorías del entendimiento unificadoras del mismo.
El conocimiento es transmisible mediante el lenguaje y los modelos formales (considerados, igualmente, lenguajes, aunque más elaborados) y, aunque los experimentos pueden ser replicados por los interlocutores del investigador o grupo investigador, por lo general es "comprendido" mediante los significantes que lo constituyen. En cambio, la sabiduría no es transmisible mediante el lenguaje. La persona que quiera adquirir sabiduría deberá recorrer su propio camino y, cuando tiene guía o modelo de un santo o maestro, puede utilizar las herramientas que le son sugeridos. Por ejemplo, "No te lastimes y no lastimes a otros", "Cuida de tí para que puedas cuidar de otros" y "Utiliza todo para aprender, para avanzar", "Ama a tu prójimo como a tí mismo". Y estas guías no son de fácil aprehensión, pues deberán ser ejercitadas (puestas en práctica) en toda situación, circunstancia y experiencia hasta lograr la maestría que le permita saber que lo ha internalizado. En tal momento, y de acuerdo a lo que puedo deducir, todos los seres humanos son semejantes y están en el mismo nivel del sabio, aun cuando todavía tengan, al igual que dicho sabio, que seguir aprendiendo de la experiencia.