martes, 25 de agosto de 2009

Niveles de conciencia: vigilia

El estar despierto se opone a dormir, y sueño, y se denomina vigilia o estado de vigilia. En el estado de vigilia, se supone que nuestros sentidos están alertas a todo cuanto acontece a nuestro alrededor. Sin embargo, nuestra limitación reside en nuestra constitución biológica y mental, además del condicionamiento propio de nuestra historia personal, que solamente admite, en nuestra esfera sensorial, aquellos estímulos que afectan nuestra particular manera de establecer los vínculos de figura y forma: un estímulo sobre un fondo propio para su detección.
Los maestros espirituales han dicho que vivimos en un estado de sueño en vigilia. Esto es verdad, en mi opinión, en la medida que se considera que los estados elevados de conciencia, en los que la realidad o universo que nos rodea son una diversidad que nos comprende, como el dedo en la mano, en el brazo, en el cuerpo. También puede considerarse, en mi opinión, que se trata de una ceguera o sordera o carencia de la facultad receptiva correspondiente, para captar determinados espectros de "presencia" y "secuencia" (espacio y tiempo, o experiencias) a los que no accedemos por dicha carencia (ceguera, sordera).
En alguna oportunidad me referí, también, al hecho de que, en algunas experiencias particulares, no captamos alguna presencia determinada y, cuando finalmente lo hacemos, por alguna circunstancia determinada, por ejemplo la presencia de un cuadro en una pared que va a ser pintada o remodelada de alguna manera, y que, previamente, no habíamos visto, y manifestamos extrañeza, creyendo que no había estado allí con anterioridad. Este caso corresponde, más bien, con la falta de completud en nuestra percepción de los detalles que constituyen un fondo, dentro del cual solamente captamos una cantidad indeterminada pero suficiente para nuestra limitada capacidad de observación. Este caso es útil para calificar a algunas personas como observadoras, particularmente si su nivel de comunicación les permite hacernos participar en la riqueza de detalles dentro del contexto. Los buenos detectives, en las novelas del género y las historias gráficas y visuales, son buenos ejemplos. También los médicos con amplia experiencia profesional, si son parte de nuestro grupo social y tenemos oportunidad de conversar y compartir historias y pareceres, nos dan una buena imagen del espíritu o capacidad de observación, pues, en su ejercicio profesional se ven en la necesidad de captar posiciones, gestos y expresiones faciales, dentro de contextos ambientales, que les llevan a discernir síntomas y comportamientos relacionados con la particular integridad física y emocional de sus pacientes que pudiera calificarse de saludable.
El estado de vigilia nos permite interactuar con el contexto material para movilizar nuestro cuerpo, y, asímismo, nos permite captar la amplia diversidad, siempre filtrada para nuestro beneficio, en la mayoría de los casos, de estímulos para nuestros sentidos y receptividad empática. Este estado de conciencia está condicionado por nuestra historia personal, y se desenvuelve dentro de patrones que automatizan la mayor cantidad de acciones posibles de nuestra parte. Sería agobiante que requiriéramos de nuestra facultad volitiva para discernir, entre la amplia variedad de estímulos, aquellos que determinarán nuestras decisiones momento a momento. En mi opinión, si tal fuera el caso, seríamos como infantes, continuamente expuestos a situaciones que requerirían de un modelaje, o que el ensayo y comprobación fuera una interminable secuencia de situaciones de aprendizaje. Esto último me sugiere que podríamos aprender a resolver situaciones en contextos más amplios de los que acostumbramos enfrentar, y, posiblemente, estaríamos preparados para niveles de conciencia más amplios, y propios para que la razón pura nos ofreciera un acceso teórico más expedito a los principios que rigen el mundo material y fenoménico, dentro del cual nos encontramos como una parte más del universo. La razón teórica, o entendimiento, o racionalidad, tendría un contexto más característico para que las figuras, objetos y sucesos, pudieran ser integrados en un modelo integral, y no parcializado por áreas de correspondencia orgánica, inorgánica, biológica o física.
El estado de vigilia es un contexto individual, pues es la historia personal condicionada, y la peculiar manera de percibir y sentir del individuo, lo que determina la orientación o decisiones que ha de tomar dicho individuo para manejar situaciones, circunstancias y experiencia dentro de cada contexto parcial que le toca manejar. Asímismo, el estado de vigilia se corresponde con el universo propio de la razón teórica ("práctico bajo el punto de vista de los conceptos de la naturaleza", como dice Kant en su Crítica del Juicio) y de la filosofía moral ("legislación práctica de la razón fundada sobre el concepto de la libertad", en la citada CJ). Esta última como dominio de la voluntad del Ser humano en su encuentro con el universo que lo comprende y rodea.