martes, 10 de noviembre de 2009

La voluntad: legislación y necesidad

La necesidad tiene varios ámbitos, entre ellos destacan: el orgánico de hambre, sed, sexualidad y similares; el social (colmena) del deber, como emoción, a la manera descrita por Emilio Mira y López en "Cuatro Gigantes del Alma" (miedo, ira, amor, deber) que hace referencia a lo que consideramos ética y moralidad, código y costumbre, a la manera de "lo práctico" de la concepción kantiana; y, final y significativamente eminente, por iluminar de alguna manera el extremo conceptual del término, el matemático de "condición necesaria" o "necesidad", que precede a la "necesidad y contingencia" de la categoría de modalidad de la filosofía kantiana, que, a su vez, hace referencia a lo natural de "lo orgánico" y lo conceptual de "deber".
Así que nos movemos, en nuestras actividades, pensamientos y relaciones, dentro de un intrincado tejido de condicionamientos que, a la vez que nos presenta opciones, nos muestra "límites" para el ejercicio de dichas opciones. Y es, en la atención a dichos límites, donde se desenvuelve la libertad de la que nos hablan los filósofos y los guías espirituales, e, incluso, los políticos en su, en mi opinión, "inconsciente", consideración de la libertad como sometimiento de seres humanos a otros en gobiernos de carácter autoritario. La libertad, en consecuencia y aparentemente, consiste en la potencialidad de traspasar los límites que lo orgánico, lo humano y lo conceptual nos "imponen".
Para el político, la libertad de traspasar los límites se contrapesa con la prisión del cuerpo físico, mediante el cumplimiento de formalidades legales que muestren, como "delitos", el incumplimiento de las legislaciones correspondientes a diversos aspectos de la convivencia civil. Para el maestro espiritual, la libertad se encuentra en la autorregulación del individuo en sus diversas formas de expresión y manifestación: orgánicas, sociales y conceptuales. Y para el filósofo, la libertad es el ejercicio de la inteligencia en sus diversas posibilidades expresivas y de manifestación: una vez más lo orgánico, lo social y la intelectual.
Desde tiempo inmemorial tenemos códigos y legislaciones políticas, éticas y morales. En mi opinión, lo primero que debió darse fue el código moral propiamente, pues las costumbres fueron las que establecieron lo que era o no permitido dentro de la comunidad. Seguidamente, deben haber surgido los planteamientos, más que códigos, éticos, como en los primeros filósofos griegos, en los escritos de Confucio y Lao Tse y en los más cercanos de los filósofos-meditadores hindúes. Estas legislaciones, códigos, filosofías y planteamientos, señalan la presencia de hombres "iluminados", en el sentido de particularmente dotados por la naturaleza para "darse cuenta", "percibir", o como quiera denominarse ese "sentido" no físico de participación de una experiencia que supera los sentidos físicos y que, en la mayoría de los humanos, permanece oculta en la multiplicidad de "necesidades" (apetitos), sensaciones, sentimientos, emociones y condicionamientos. Son estos eminentes seres humanos los que han fundamentado la idea de la eternidad del espíritu interior o alma de cada Ser humano como síntesis de una conciencia más elevada que lo comprende e integra. En efecto, la gran mayoría de seres humanos se guían por una experiencia limitada a lo que la memoria finita y limitada de sus experiencias individuales permite aprehender a la manera descrita por Kant en su "Crítica de la Razón Pura", mientras que los "iluminados", filósofos y maestros espirituales, estos mediante sus experiencias trascendentes y aquellos mediante su intelectualidad privilegiada para aprehender totalidades comprensivas, han accedido a una "realidad" que supera la realidad de las categorías kantianas.