miércoles, 5 de septiembre de 2007

Exploraciones de la conciencia 4

Los maestros espirituales, a mi manera de ver, señalan el camino a sus seguidores (discípulos) para acceder a los más elevados niveles de conciencia, el alma y sobre el alma. Es tal mi búsqueda presente. Quiero experimentar el nivel del alma (la conciencia del alma y los niveles que trascienden el nivel del alma). Por supuesto que lo primero que es necesario superar es el nivel de lo físico, la imaginación, las emociones, la mente, el subconsciente y el inconsciente que, de alguna manera, mantienen la conciencia anclada en los niveles inferiores. Otro elemento que, en mi opinión, es importante de tomar en consideración es que el acceso al nivel del alma como nivel básico para la posterior trascendencia de dicho nivel, depende de una conciencia más elevada que, de una manera que no me es accesible, está presente para "otorgar" o "facilitar" el acceso al nivel del alma, y, tal acceso, depende de mi propia preparación. Es algo así, en mi opinión, como un sistema de examen que, automáticamente, da el acceso cuando la preparación garantiza que dicho acceso es apropiado para el nivel de preparación.
La conciencia, el "yo soy" que acompaña a cualquier experiencia en los niveles que me son accesibles, está presente siempre en todos los niveles. Sin embargo, solamente accedo a los diferentes niveles de conciencia cuando puedo desapegarme de dicho nivel y estar presente con mi "yo soy" que acompaña a cualquier experiencia. Es por tal motivo que no nos hacemos conscientes del nivel físico, imaginativo, emocional, mental, subconsciente e inconsciente mientras no "nos damos cuenta" de que dichos niveles de experiencias, dichas experiencias, no constituyen una identificación. O sea, que el "yo soy" puede observar las experiencias de lo físico, imaginativo, emocional, mental, subconsciente e inconsciente con plena separación. El "yo soy" no se identifica con la experiencia aunque la reconoce como propia y como creada dentro de su contexto individual.
El conocimiento intenta dar una base de comunicación entre los seres humanos acerca de lo exterior u objetivo (y, paradójicamente, de lo interior objetivo), pero solamente logra una identificación con lo observado exteriormente como realidad subsistente y no como creación en la que participan los sujetos "yo soy" guiados por un sujeto "yo soy" que toma conciencia de determinados niveles de "objetividad" dentro de su "subjetividad". En tal sentido, el conocimiento aleja, en la medida en la que identificamos lo objetivo como separado de nosotros, de la "conciencia de lo físico" como una parte irrenunciable de nuestra integridad universal. En tal caso podemos intervenir y cambiar lo físico que nos rodea en forma tal que no podemos discernir las consecuencias de largo alcance de nuestra acción modificadora. Y, como los resultados de nuestra acción no son inmediatas, no nos percatamos de la ley de causa-efecto que caracteriza el mundo que nos rodea. Esto ocurre igualmente con nuestras interacciones sobre nuestra propia corporalidad física. Sobre todo cuando nuestras acciones son de tipo imaginativo, emocional o mental (pudiendo surgir de nuestros niveles sub e inconsciente). Es tal, en mi opinión, el caso de las enfermedades que, sin darnos cuenta, proceden de nuestra propia interacción con el mundo que nos rodea y con nosotros mismos. Tal vez, en tal sentido, pudieran sanarse dichas enfermedades mediante una intervención nuestra en el nivel en el que fueron generadas, sin la necesidad de agentes externos que, en mi opinión, originan efectos secundarios que alteran nuestra organicidad básica.
La filosofía, al contrario de lo que la ciencia produce, intenta ver un panorama universalizador de nuestra experiencia del mundo. En los primeros griegos que utilizaron el pensar para tratar de comprender el mundo que nos rodea, la actitud fue integradora y, pudiéramos decir, en armonía con la divinidad (de la que formamos parte: "Yo soy" como parte de un "Yo soy el que soy"). Posteriormente alcanza los niveles más elevados con Sócrates, Platón y Aristóteles. Sócrates, en mi opinión, es la cúspide porque se dirige a la conciencia del "Yo soy" que está frente a él para darle una idea de su "Yo soy" que lo guía hacia el descubrimiento de su propio "Yo soy". Solamente unos pocos, Platón y Aristóteles en particular, estaban preparados para tal toma de conciencia. Con Platón dicha toma de conciencia es plena, pero no se transmite, por lo menos en la manera en la que el guía hace que el discípulo se haga autónomo en su reflexión. Aristóteles logra tal cosa, pero lo logra solamente en la conciencia mental, pues inaugura con su exposición el mundo de la objetividad, de lo exterior como manifestación de aquello que podemos observar como análogo desde nuestra receptividad. Después de estos tres grandes pensadores, la filosofía se transforma en algo distinto al "amor a la sabiduría" que traducía el término griego, se transforma en una manera de ver el mundo a partir del pensar. Y así se conserva hasta llegar a Descartes, quien descubre nuevamente el "yo pienso" (una particularización del "yo soy") que culmina con Kant, quien, aunque sigue el "yo pienso", discierne el "Yo" como apercepción trascendental y, de esa manera, introduce el camino para el redescubrimiento del "Yo soy", implícito en los primeros "amantes de la sabiduría".
Hoy en día, tanto filósofos como científicos, se distinguen con nombres que señalan el área de su "Yo pienso" como particularización del "Yo soy", y, en tal sentido se esconden a sí mismos, dentro de su área de conocimiento, la realidad más amplia. La conciencia desaparece. Ningún científico se hace responsable por la totalidad como parte de la que forma parte. Solamente en algunos casos se separa de su ciencia para reflexionar sobre los efectos generales del conocimiento y se reconoce sobrepasado por el peso de la ciencia, la técnica y la tecnología. Es Heidegger, como filósofo, el caso de mayor conciencia de esta posición, pues, incluso, se reconoce como no capacitado para reflexionar sobre la ética, pues no considera que pueda establecer reglas de tal naturaleza para otros "Yo soy".