sábado, 17 de marzo de 2007

Campos de conciencia 26

El "Yo soy..." que acompaña a la experiencia consciente, igual que el "Yo pienso" cartesiano, es una manera de expresar la conciencia. Sin embargo, la simple indicación de tal expresión no parece, en mi opinión, garantía suficiente de lo que denomino conciencia. En efecto, el sentimiento de culpa que, en épocas anteriores, era señal de la conciencia, surgía en un aparente sentimiento que apuntaba a la necesidad de la toma de conciencia, pues dicho sentimiento de culpa era posterior a la experiencia correspondiente. La conciencia no es un estado posterior a la experiencia sino un estado de presencia continuo de la experiencia consciente. Y la palabra "presencia" apunta, tal vez, al elemento necesario para calificar la conciencia, pues la conciencia implica que estoy presente en mi "Yo soy..." cuando experimento cualquier acto, en forma tal que mis palabras, pensamientos y acciones participan plenamente de mi "presencia", y no son respuestas o reacciones automáticas debidas a reflejos condicionados, emociones o experiencias previas o pensamientos relacionados con creencias o preconcepciones fijadas en mi mente.
Puedo pensar en la enseñanza de conciencia como un señalar las alternativas, posibilidades y consecuencias de los pensamientos, palabras y acciones en una forma interactiva facilitada por una persona consciente en reunión e interacción con las personas que se pretende enseñar. En todo caso se trata de utilizar un proceso dinámico de interacción personal para señalar la esencia del estado de conciencia requerido para considerar que una experiencia es plenamente consciente.
El modelo receptividad-espontaneidad de la filosofía kantiana define las bases para la determinación de lo consciente, pues toda experiencia humana requiere de ambos elementos: por un lado está la receptividad de intuiciones y por el otro la espontaneidad del pensar que asigna (categoriza) significaciones, objetivos y posibilidades a cada intuición presente, dentro del modelo figura-fondo de la psicología gestált. Este último modelo puede servir para establecer, panorámicamente, el fondo, como posibilidades dentro de un universo finito de alternativas de presencia y acciones. Se trata, entonces, de ampliar nuestra capacidad receptiva, para lograr el máximo alcance en nuestra sensibilidad de los elementos presentes e interactuantes en toda situación, circunstancia y experiencia dadas, desde los elementos aparentemente inanimados, como la naturaleza y objetos circundantes, como los seres conscientes potencialmente participantes en dichas situaciones, circunstancias y experiencias. Es todo un programa de desarrollo personal para abarcar el mundo físico y no físico en nuestra manera de ver el mundo, nuestra manera de integrarnos en nuestro universo personal, familiar, social y humano en general.