domingo, 26 de noviembre de 2006

Campos de conciencia 18

Kant habla de receptividad para la acción propia de los sentidos (campo de la Intuición Pura), y de espontaneidad para referirse a la actividad de la mente (campo del Entendimiento Puro). El maestro espiritual cuyas enseñanzas sigo (John Roger) habla del movimiento de la conciencia espiritual interna para referirse a todo lo comprendido por la imaginación, la emocionalidad, la mente, el subconsciente, el inconsciente y el alma).
La mente humana no reposa. Siempre está en actividad, incluso durante los períodos de sueño. Y el alimento de la mente es espontáneo y surge de la experiencia. Esta actividad, sin control consciente por parte de la mayoría de los seres humanos (si es que se parece a la mía), conduce a los estados de conciencia oscilantes entre el equilibrio y los estados agradables y desagradables del día a día ( sin tomar en cuenta, por supuesto, las experiencias de cada momento).
El conocimiento de las distintas ciencias se limita a la evaluación de las experiencias y a la aplicación del método científico, en el caso de las ciencias denominadas duras como la física y la química; y los métodos propios de las ciencias humanísticas, como la economía y la sociología.
En el modo de conocer que se eleva desde la experiencia hacia la razón pura obtenemos el "conocimiento" del mundo que nos rodea, y estructuramos los principios unificadores en el entendimiento y la razón pura. Esta es la manera utilizada hasta ahora.
En mi opinión, hay una manera de conocer que va desde la razón pura kantiana, alimentada desde los principios de lo más elevado en lo espiritual (inclusión e integralidad de todo cuanto existe mediante las tres reglas fundamentales: Cuida de tí para que puedas cuidar de otros; no te lastimes y no lastimes a otros; utiliza todo para avanzar, crecer, desarrollarte, evolucionar...). Esta manera de conocer puede transformar nuestra manera actual de concebir el universo que nos rodea, y tiene la ventaja de que, para los estados de conciencia personal, implica un esfuerzo para dirigir la conciencia hacia donde queremos que vaya y, de esa manera, podemos acceder a una manera de ver el mundo más amable. Esto puede conducirnos a una sociedad de valores que sustituya lo tradicional religioso, que implicaba reglas rígidas de conducta, hacia una sociedad espiritualizada en la que las reglas son autoestablecidas. Sin olvidar, por supuesto, que toda vida social requiere de reglas mínimas de convivencia. De esta manera podemos comenzar a practicar la libertad que implica responsabilidad, desde una práctica activa de la conciencia, del darnos cuenta de las consecuencias de nuestras acciones desde una autolegislación implícita dentro de nuestra conciencia. Esto implica, también, una nueva manera de educar que, realmente, dirija a los niños en un modelo participativo en el que, mediante un facilitador-guía, obtengan un conocimiento coherente y entusiasta que le permita integrarse, paulatinamente, al mundo de la creatividad y de la madurez personal.