sábado, 9 de septiembre de 2006

Campos de conciencia 10

La espontaneidad que es propia del pensar, emanada de la RP, puede ser caracterizada como atención y volición(origen de la voluntad). Como recordamos de la psicología gestáltica o estructural, nuestra facultad receptiva se organiza en una estructura de figura y fondo. O sea: en toda intuición se nos da un foco de atención claramente dibujado contra un fondo difusamente presente. Para recorrer el entorno que nos rodea y que nos constituye (interior y exterior de nuestra capacidad de producir representaciones) necesitamos cambiar o ampliar la figura, para abarcar más del fondo difuso o para discriminar o dibujar más la figura. Este recorrido lo hacemos gracias a nuestra volición (facultad de enfoque o capacidad de dirigir nuestra atención).
Nuestra atención puede ser capturada por motivaciones instintivas (automáticas o reflejas) o volitivas (dirigidas por nuestro entendimiento). En principio, nuestra voluntad es dirigida, a partir de un posicionamiento instintivo inicial, según los intereses que nuestro entendimiento identifique en cada caso.
En sus obras más significativas, Kant ha planteado tres niveles de interés: conocimiento, acción y contemplación. Estos niveles de atención exigen determinados movimientos de la voluntad para su realización, y, en consecuencia, la volición se ejerce direccionalmente para cumplirlos. Estas facultades son, por excelencia, discursivas. O sea, secuenciales.
En cada circunstancia de la vida individual se nos presentan determinadas alternativas de acción u omisión que se constituyen en "opciones" entre las cuales debemos elegir para conocer, actuar o contemplar. Esta es la situación en la que se habla de "libertad" de elección. Cada decisión entre opciones conduce a nuevas opciones, que podríamos denominar "grados de libertad", en nuestro cotidiano acontecer. Nuestra vida es un discurso sobre un telón de fondo constituído por la RP, en su manifestación alternativa de IP y de EP. Los niveles de conciencia que se nos presentan pueden tener un elevado nivel de capacidad de respuesta "consciente", cuando nuestro "Yo soy" acompaña cada situación, circunstancia y experiencia en ascenso hacia nuestro más elevado nivel de unidad con el universo que nos rodea y nos constituye; o, por el contrario, pueden manifestarse en un simple nivel instintivo y desintegrador (ausencia del "Yo soy"), cuando nuestra capacidad de respuesta se realiza en un nivel de simple satisfacción apetitiva.