domingo, 19 de noviembre de 2006

Campos de conciencia 16

"En este mundo cruel, nada es verdad ni es mentira; todo es de acuerdo al color del cristal con que se mire". Estas palabras de un gran poeta español señalan una "verdad popular" que ningún científico ha decidido investigar. Y es que la "subjetividad" no ha sido motivo de investigación científica, por considerársela "no objetiva" ni comprobable. Y es así que el mundo de tecnología, surgido de la investigación científica y tecnológica, ha avanzado a pasos agigantados, dejando atrás el mundo de la conciencia personal, que, incluso, ha retrocedido ante la avalancha de "nuevos objetos del deseo y la lujuria (en su sentido más amplio)", y ante el retroceso de las creencias religiosas y espirituales, que han sido relegadas como temas de épocas obscuras y atrasadas.
Solamente la crítica kantiana permanece allí para que alguien la rescate como único elemento de avance del modelo del ser humano, que podría conducirnos a una mejor apreciación de los recursos internos del ser humano para su progreso interior hacia niveles de conciencia más elevados. Y es que, el conocimiento planteado en la perspectiva kantiana, partiendo de la experiencia, puede complementarse con un camino inverso, desde la facultad de la RP (Razón Pura) hacia la experiencia, como una especie de cristal más claro, para captar la experiencia a partir de principios constitutivos que la justifiquen. En lugar del camino en el que la experiencia se transforma en principios, mediante la capacidad completativa de la RP, que hace surgir los ideales de la RP, podemos idear un camino en el que, partiendo de principios, mediante la elevación de la conciencia a niveles de inclusión y comprensión del universo en su infinitud y eternidad, podríamos captar los fenómenos en perspectivas más integrales y espirituales. De esta manera sería posible que la re-ligiosidad (re-ligar lo material a lo espiritual que lo origina) pudiera adquirir un nuevo camino. Un camino que, en lugar de reglas de conducta y leyes de relación interpersonal, se tornara en un captar y comprender al otro y cuanto nos rodea como parte integrante de nuestra realidad, en el cual nos cuidaríamos a nosotros mismos para poder cuidar a otros, no nos lastimaríamos a nosotros mismos ni lastimaríamos a otros, y utilizaríamos todo cuanto se nos presenta como motivo de avance, de aprendizaje, de clarificación, de crecimiento en niveles de conocimiento y de conciencia interior.
En sus tres críticas, Kant no intenta buscar el origen de las emociones humanas. Apenas en la Crítica de la Razón Práctica las toca para oponerles el imperativo categórico de la razón, pero dejando que otros se ocupen de las particularidades requeridas para la formación moral. Y es que los "estados de conciencia" (EC) no son tema que se toque en los estudios filosóficos, como constitutivos de las "maneras de conocer del ser humano". Y, sin embargo, son tan importantes los estados de conciencia, que pueden conducir a conocimientos alterados de las variables que conforman el tejido del conocimiento fenoménico. Pues las emociones colorean el cristal con que se mira el mundo circundante, haciendo que la "manera de ver" un fenómeno cualquiera parezca diferente en distintos "estados de conciencia" o "estados de ánimo".
Las emociones, como el amor, la ira, el odio y el miedo, introducen estados de conciencia que determinan nuestra manera de mirar el mundo que nos rodea. En forma semejante podemos definir múltiples estados de conciencia intermedios y extremos, como la "sensación de vacío y sin sentido", la euforia, la "sensación de plenitud", la motivación y el "estado de conciencia ordinario" de nuestra vida cotidiana, pleno de actividades y tareas por cumplir, y, acompañados, en muchas ocasiones, por emociones subyacentes y "estados de ánimo" complementarios a las necesidades y requerimientos de cada momento de nuestra vida personal.
En mi opinión, todas las invenciones y hallazgos de la ciencia, la filosofía, las artes y la tecnología se hacen desde la perspectiva de la RP, que, de alguna manera, aun desconocida para nosotros, integra lo que se nos ha dado en la experiencia e ilumina algún principio oculto que genera y vivifica objetos, situaciones y personas en una perspectiva de creación de contextos. Incluso las ideas brillantes e "inspiradas" parten de ese algo desconocido que está más allá de la Razón Pura, y que hemos denominado alma, conciencia, espíritu... Ningún conocimiento valioso parte de nuestra personalidad o ego (condiciones biológicas, psicológicas y sociológicas, o sea, la herencia y el medio ambiente unidos al aprendizaje y condicionamiento social), aunque esto forma parte de dicho conocimiento. El premio o reconocimiento que recibimos por cualquier idea o manera de ver las cosas en una perspectiva original apunta a la apertura que la personalidad o ego ha tenido para acceder a nuestra conciencia más elevada, para dejar de lado el "ego-ísmo" y dejarse envolver por el espíritu interior.