sábado, 14 de octubre de 2006

Campos de conciencia 13

La condición humana es dual: materia y espíritu. De aquí se origina toda dualidad concebible, por cuanto el entendimiento se alimenta de la experiencia, y la experiencia humana es dual: material y espiritual. En cuanto a la conciencia de tal dualidad, en el contexto histórico occidental (Europa, Africa y América), se inicia en la investigación de los primeros pensadores griegos, que buscaban el origen del mundo que percibimos. El primero que se enfoca en un aspecto de la dualidad es Heráclito de Éfeso, cuyo pensamiento se dirige a la naturaleza siempre cambiante de cuanto se ofrece a nuestros sentidos ("No puede uno bañarse dos veces en el mismo río", "Todo fluye"). O sea que su énfasis se centra en la sucesión, en la secuencia, en la eternidad. El subsiguiente enfoque es el de Parménides (de Elea), quien afirma "El ser es", contraponiendo el ser a la nada, que sería el devenir de Heráclito. O sea que su énfasis se centra en la presencia, en la infinitud. Posteriormente tanto Platón como Aristóteles desarrollan esta temática de una manera crítica (evaluativa) en un análisis objetivo que, posteriormente, en Kant, adquiere un carácter de creación a partir de la razón humana. En todo caso, es el hombre quien genera toda dualidad que lo caracteriza en su manera de "mirar el mundo".
La dualidad, base de la multiplicidad y multidimensionalidad humana, se da en la intuición (infinitud y eternidad, presencia y secuencia, ser y devenir) y en la RP (Razón Pura: Unidad, Totalidad, Universalidad, Principios) y el EP (Entendimiento Puro: Discurso, reglas). Pero con la particularidad de que, en occidente, predomina el conocimiento objetivo como expresión de la infinitud, con su componente de devenir, en el conocimiento científico de la materia, lo material.
Por otra parte, si nos extendemos al oriente (Asia y, en particular, India) vemos que el énfasis se centra en el conocimiento interno del sujeto cognoscente, del individuo, de la parte espiritual de la condición humana. Y en tal conocimiento se llega más allá del "conocimiento científico" de Kant en su CRP (Crítica de la Razón Pura), para acceder a la raíz y origen de cuanto nos afecta en el mundo que nos rodea. En Kant el término Dios es objeto de fé, por cuanto no puede ser accedido desde el EP, cuya fuente de conocimiento es la experiencia objetiva, ni desde la RP, cuya fuente de conocimiento son la especulación y los principios. En la India Dios tiene una significación vivida, experiencial, personal, que puede ser testificada por aquellos que han alcanzado la realización personal, denominada iluminación, semejante al caso de algunos santos de la civilización occidental que han dedicado, en contraste con su propia comunidad de origen, una vida dedicada a la búsqueda de la significación de cuanto existe, a partir de una vida dedicada a la meditación y a la oración, con la confianza de que lo material no es lo más significativo para la vida del ser humano.
Es significativo que la dedicación al conocimiento objetivo (científico) del mundo tiene una connotación social y grupal, en detrimento de lo individual, que, sin embargo, es el logro más importante de la civilización occidental en lo material. Y, en contraste, la dedicación al conocimiento interior, personal, individual, conlleva una separación que, posteriormente, se transforma en una manera de ver a la humanidad en una forma más significativa desde una perspectiva de comprensión y compasión de lo social y grupal. En todo caso, parecería que ambas maneras de ver el mundo, como dos manifestaciones de la condición humana, van llegando, por lo menos en los seres más desarrollados de ambas tendencias, hacia una unidad de objetivos, para crear una condición unificadora en la conciencia de lo humano y de lo divino, como expresiones refinadas de lo material y lo espiritual. Aunque, sospecho, que lo espiritual terminará por superar la condición material, pues la muerte, que no tiene significación alguna desde una perspectiva espiritual, es una limitante de la condición material.