miércoles, 5 de julio de 2006

Infinitud y eternidad (3)

Cuando soy consciente de la vida en mí y mis semejantes y de unos límites de presencia (aparición, presencia y desaparición definidas como nacimiento, desarrollo y muerte), me doy cuenta de que la vida (definida como presencia física dentro de los límites de nacimiento y muerte) tiene infinidad de manifestaciones: árboles, animales y seres humanos, que se suceden unas a otras y que, también, coexisten en situaciones semejantes. Se me presenta la sucesión de vidas y la sucesión de eventos dentro de dichas vidas como la coexistencia sucesiva de circunstancias que definen cada evento puntual dentro de dicha sucesión. Y, con toda naturalidad, comparo los eventos entre sí como eventos sucesivos y como eventos coexistentes, de acuerdo con características propias a cada sucesión y a cada coexistencia. Es así como distingo la sucesión de padres a hijos y la coexistencia de hermanos o semejantes, dentro de patrones de comportamientos y características interrelacionadas de eventos externos e internos a cada sujeto particular. Así mismo, la comunicación y la memoria compartida de eventos me conduce a extender las sucesiones y coexistencia más allá de muchas vidas anteriores y posibles sucesiones a la mía. De esta manera surge en mí la intuición de eternidad, como facultad de pensar en vidas que no son coexistentes en mi entorno.
En la eternidad se suceden eventos, ocurridos y posibles dentro de mis pensamientos, tanto anteriores como posteriores a mi propia vida. Lo cual, unido con hechos físicos como la aparición de la luz y la oscuridad, las diferencias de condiciones ambientales circundantes (calor, frío, lluvias, nieve, árboles en floración o despojo de sus hojas, e infinidad de otras características físicas) y acciones y reacciones de mis semejantes y mías propias, me impulsan a crear un patrón de medida de la duración, en términos de dicho patrón de medida, de los eventos puntuales y sucesivos dentro de los límites de mi presencia física (nacimiento y muerte) en los que me desenvuelvo. Es así como aparece lo que denominamos tiempo, que, sencillamente es una limitación de la eternidad así como el espacio es una limitación de la infinitud.
Infinitud y eternidad son intuiciones de totalidad en la coexistencia y en la sucesión. La coexistencia y la sucesión se transforman en medidas denominadas espacio y tiempo dentro de las ciencias de lo material. La infinitud y la eternidad no tienen relatividad alguna. Es mi capacidad de observación de los eventos y la limitación de mis capacidades receptivas las que tornan relativas las medidas de espacio y tiempo. No porque espacio y tiempo sean relativos, sino porque los eventos, que constituyen la base de dicho espacio y tiempo (simples instrumentos de medición creados por el ser humano para ubicarse en la coexistencia - simultaneidad - y en la sucesión), me son observables desde perspectivas diferentes, según que mi punto de observación se encuentre en reposo o en movimiento con relación al evento que observo.