miércoles, 5 de julio de 2006

Infinitud y eternidad (2)

La naturaleza mental (racional) del ser humano se ve guiada por la naturaleza física (material) a tomar una posición de evaluación, de comparación como manera de enfrentar el entorno que nos rodea. En efecto, para movilizarnos necesitamos hacer apreciaciones de cercanía o lejanía, de estrechez o amplitud, y de otras características del mundo físico, con la finalidad de ocupar posiciones nuevas en nuestra amplia gama de posibilidades. Este hecho requiere que comparemos posiciones, tamaños y situaciones que nos permitan tomar las mejores decisiones de movilización.
Esta capacidad de evaluación y comparación es algo que los animales deben poseer, pues, en forma semejante, deben movilizarse en el entorno físico. La diferencia fundamental es que nosotros utilizamos la experiencia para crear algo que se denomina "medida". Es el medir lo que nos distingue en esta evaluación y comparación de alternativas, por cuanto el animal siempre comparará situaciones y circunstancias entre sí. En cambio, el ser humano, toma un elemento de medida como patrón de comparación entre alternativas.
Como ser humano, pues, la comparación es algo que se me impone mentalmente como elemento de vida en el entorno que me toca enfrentar. Este elemento de comparación, unido con la calificación de bueno o malo, que asigno a las alternativas que me agradan o me molestan, constituyen el origen de lo que denominamos juicio. En todo caso, y para los efectos de lo que quiero plantear en relación con la eternidad, lo que me interesa poner en claro es la natural disposición humana hacia la comparación de circunstancias, eventos y situaciones en mi consideración del entorno en el que me toca convivir con otros semejantes.