sábado, 6 de octubre de 2007

Exploraciones de la conciencia 9

"Yo soy" expresa la conciencia presente en cada acción y pasión del ser humano. Entiendo como acción todo decir, hacer y decidir involucrarse con el entorno en cualquier forma posible; y con pasión designo todo cuanto ocurre en mi universo, aun cuando no me afecte de forma inmediata, y siempre "padezco" los resultados a corto o largo plazo. En cualquier caso, siempre soy espectador (afectado, aunque no lo parezca) y actor (que afecta mi universo, aun cuando no lo pretenda.
El "Yo soy" expresa mi conciencia en la dualidad propia de mi ser humano. El "Yo" hace referencia a mi presencia como ser sensible en la infinitud de seres accesibles mediante mi receptividad, incluyéndome a mí mismo. El "soy" hace referencia a la eternidad de procesos y sucesos en los que intervengo como actor y espectador, como acción y pasión. La infinitud y la eternidad son dos maneras, dos perspectivas de observación. En la infinitud hay secuencia de recorrido para mi conciencia y en la eternidad hay permanencia de lo esencial de mi presencia. El "Yo" es, desde una perspectiva físico científica, energía potencial y el "soy" es energía dinámica. La conciencia implícita en la unión de ambas perspectivas es una forma de energía que no puede expresarse, por lo menos en la presente conciencia humana, mediante los parámetros del conocimiento científico. La aritmética o expresión numérica de la eternidad involucra tanto lo espacial, que puedo recorrer en distintas posiciones, como lo temporal que es secuencia pura de los sucesos en una línea correspondiente a mi vivir. La geometría o expresión figurativa (mediante figuras) de la infinitud también incluye lo secuencial implícito en cualquier manera de recorrer cada forma, como la eternidad implícita en cada potencialidad presente. Si lo viera desde la perspectiva de los primeros filósofos griegos, diría que el elemento unitivo de todo cuanto existe es la energía, sea potencial o dinámica, sea material o en suceso, con la conciencia como elemento que abarca las dos perspectivas desde una unificadora manera de concebir el universo. La distancia entre objetos o presencias y entre procesos dentro de un mismo suceso o entre sucesos sería una manera matemática o abstracta de expresar el universo, que debería ser complementada con la vida o conciencia de la vida para que el panorama fuera completo.
Siempre soy consciente en cada suceso del que formo parte activa o pasivamente. Solamente que dicha conciencia no se separa del suceso, salvo que haya evolucionado suficientemente para convertirme en un observador imparcial participativo, y esto requiere de un entrenamiento en las vivencias. Hay personas que evolucionan mediante sus propias vivencias, y los denominamos santos o maestros espirituales o sabios (en un sentido diferente del científico, filosófico o tecnológico, que solamente acceden parcialmente a la conciencia mediante un conocimiento instrumental y particular del universo circundante). La mayor parte de los seres humanos requerimos de una orientación en la conciencia, mediante ejemplos y palabras que comuniquen las verdades que los sabios, maestros espirituales y santos conocen por su propia trascendencia de lo físico, sensorial, imaginativo, emocional, mental y reactivo. Y, aparte de los ejemplos, que reflejan una manera de vivir en el mundo, las palabras son insuficientes para reflejar un universo que no ha sido "concebido" para la sensorialidad.
Desde mi perspectiva, puedo imaginar dos formas de acceder al universo mediante la conciencia: una es la receptividad propia de la constitución humana en sus formas física, imaginativa, emocional, mental y reactiva (sub e inconsciente), y otra es la participación activa, el éxtasis, el ser parte de la experiencia, el ser uno con el universo en sus diversas maneras de manifestarse y expresarse ante la receptividad, el unificarse con cada experiencia en forma tal que la presencia y la secuencia formen parte del mismo "ser" de la conciencia. Tal cosa es inexpresable en palabras que puedan guiar hacia una conciencia cognoscente del real universo del que soy una expresión viviente. Solamente intento lo posible para acceder, mediante el discurso, a aquello que es unidad, vida y conciencia sin requerimiento expresivo de palabras y conceptos.