viernes, 1 de junio de 2007

Conciencia 3

El "Yo soy" de la conciencia ha sido delimitado por la filosofía, aunque los santos y maestros espirituales lo han planteado desde mucho tiempo antes, pero en forma no dirigida a la enseñanza mediante la mente sino mediante algo que en el mundo de la espiritualidad se denomina "El Corazón", y que, por supuesto, no se refiere al corazón físico sino a lo espiritual, tomando el corazón, que actúa en forma continuada, y sin nuestro concurso consciente, al desenvolvimiento de la vida, como referencia activa.
La filosofía, sin embargo, se ha quedado estancada después de la filosofía kantiana. Y esto, a mi modo de ver, se debe a que la filosofía ha renunciado a tomar en cuenta las capacidades no-mentales del ser humano como fuente de conocimiento. Platón pensaba que la poesía debía ser excluida de La República. Kant mismo dice explícitamente en la CRP (A801-B829 - nota al pie) "Todos los conceptos prácticos se refieren a objetos de agrado o desagrado, es decir, de placer o displacer, y por tanto - al menos indirectamente - a objetos de nuestros sentimientos. Como este no constituye una capacidad de representar cosas, sino que queda fuera de todas nuestras facultades cognoscitivas...". Tal afirmación descarta la emocionalidad del campo de estudio de la filosofía. Ni tan sólo en el efecto que dicha emocionalidad pueda tener sobre nuestra facultad de representar. De esa manera se deja fuera de la filosofía la parte más significativa del ser humano. Solamente la modernidad, en forma indirecta y objetivada, da cabida a lo humano no intelectual del ser humano en la obra de Heidegger, pero no como elemento que haya de ser investigado, a la manera de Kant, sino como componente de una manera de ver "el ser" propia de lo humano, sin apuntar o señalar a la conciencia, que, en definitiva, es lo que puede conducirnos a ampliar nuestra conciencia personal. La filosofía de Heidegger se queda, como toda la filosofía, en la conciencia social, sin tomar en consideración que dicha conciencia social parte de la conciencia individual, y que, de no ser ahondada en forma secular, a la manera de la filosofía y de la ciencia, deja fuera del radar que es la conciencia un inmenso campo de posibilidades direccionales para el ser humano individual.
Los santos y maestros espirituales, por el contrario, consideran todo lo humano como digno de ser llevado a la conciencia para su evolución y transformación hacia lo espiritual, sin menospreciarlo, sin descartarlo. Simplemente se acepta lo humano, en todas sus dimensiones y posibilidades, como un campo de experiencias que necesita ser vivenciado en forma consciente, dentro de un contexto de unificación del ser humano, que contempla, con el universo, que lo envuelve, y que, a su vez incluye, otros seres humanos que conforman una manera de vivenciar que se eleva por encima de su naturaleza físico-emocional.
En mi opinión, el que los filósofos hayan descartado una gran parte de la experiencia humana, y la hayan dejado de lado en estudios éticos y estéticos, que solamente estudian los efectos y no las causas, es la responsable del atraso de la filosofía con relación al avance de la ciencia y la tecnología, con las consecuencias lamentables para el entorno humano, en cuanto a los valores humanos y a la integridad del mundo natural en su capacidad de sustentar la vida en todas sus formas. El abandono de "lo divino", en contraste con "lo científico-tecnológico", como campo de posibles experiencias íntimas que enriquecen el universo total en su intercambio de posibilidades de evolución y transformación ha traido un abandono de los valores humanos que pudieran compensar el deterioro que la ciencia y la tecnología causan sobre el mundo natural. Y, en mi opinión, la filosofía pudiera aportar al estudio de la conciencia una profundidad y una perspectiva que la psicología y las ciencias sociales no pueden abarcar.
El hecho es que la conciencia debe ser abordada en sus aspectos docentes-discentes desde la perspectiva filosófica, y que, para tal fin, el filósofo debe tomar conciencia, como lo hizo Descartes, y posteriormente Kant, de su mundo interior y de la manera en que su mundo interior se desarrolla. En tal forma se abriría el abanico de la conciencia hacia nuevos alcances y posibilidades, desde la experiencia interior que puede extenderse en la medida en que el ser humano consciente se hace más perceptivo de sus energías internas de contacto con el mundo interior y con posibilidades de ampliación hacia un mundo de energías de intercomunicación con el universo que nos envuelve, incluidos otros seres humanos en sus aspectos no visibles externamente.
La conciencia, el "Yo soy", es una presencia que, anclada en un cuerpo físico, puede ampliar su alcance de posibilidades de desarrollo y evolución hacia una comprensión de sí misma como un componente, como una parte, como una esfera de influencias y de intercambios que, debidamente entendida, pudiera conducirnos a concepciones de mayor integridad para el universo del que formamos parte discernible.