lunes, 14 de mayo de 2007

Campos de conciencia 30

El "Yo soy" que, como requisito, acompaña la conciencia, tiene como punto discutible de dicha conciencia el elemento "significados". En efecto, el asignar significados a los objetos, situaciones y circunstancias puede considerarse como un elemento de inconciencia, por cuanto los objetos, situaciones y circunstancias no tienen significaciones en sí mismos. Simplemento corresponden a "lo que es".
Cuando Kant considera la limitación del discurso para acceder a los conceptos o ideas trascendentes como Dios, Libertad, Alma, Infinitud y Eternidad, lo contrapone, en mi opinión, con la intuición que, como característica fundamental tiene la totalidad o completud en su capacidad de recibir impresiones. Y, aunque la intuición requiere del discurso para su elevación a la categoría del entendimiento, tiene en sí esa característica de totalidad y completud que hace decir a Kant que, en caso de concebirse una característica para la divinidad, la intuición creativa sería ("todo su conocimiento ha de ser intuición y no pensamiento, que es siempre limitado") su característica constitutiva más concebible. Y, cuando hablamos de discurso, estamos designando algo más allá del lenguaje. Pues el lenguaje es un conjunto de sonidos y grafismos que tienen como característica el unificar en un elemento tanto el significado como el significante para constituirse en elemento de comunicación entre seres pensantes. En cambio el discurso es un tejido de significaciones que exceden al lenguaje, e introducen multivalencias significativas según el hablante (o escritor) y el oyente (o lector), aunque pretende constituirse en unidad significativa para todos los seres pensantes. En tal sentido, la conciencia debería ser un elemento ("Yo me doy cuenta de las multiples vertientes del discurso") que unifica las significaciones en un "lo que es" que abarca las distintas significaciones. Así que la conciencia, ese "Yo soy", que es el que genera significaciones y significados, sería una facultad de receptividad y pensar unificadas en una neutralidad que simplemente asigna presencias y ausencias en objetos, situaciones y circunstancias, sin valorar o enjuiciar, sino, sencillamente, observando y permitiendo las manifestaciones y expresiones de todo cuanto a su alcance se encuentre, y actuando sin tomar en cuenta significaciones, contrastes u oposiciones, para contribuir a la mayor unidad posible de cuanto existe, de manera tal que su acción sea una consecuencia "natural" de "lo que es". Si es posible una analogía: Es como el ambiente que, ante la presencia de masas de aire caliente y frío, produce los vientos; lo caliente y lo frío no son buenos ni malos, simplemente están presentes y generan movimiento de las masas de aire.