sábado, 14 de septiembre de 2024

Sociedad, Individuo y Vida 2

Me pregunto: ¿Son las hormigas, bachacos, abejas, manadas y similares conjuntos de individuos, sociedades?, y mi opinión es no, no lo son. Y no lo son porque las reglas de cooperación son diferentes desde una perspectiva humana, pues la sociedad humana lo es por decisión colectiva de conciencia. 
Los humanos tienen una condición animal similar a las observadas en sus semejantes animales, reguladas por su condición apetitiva y vulnerable, a la que se añade una mente, capaz de relacionar causas y consecuencias, junto con una emocionalidad que enlaza posibilidades de atentados a su vulnerabilidad vital con su apetito proyectado defensiva y ofensivamente con individuos y elementos de su entorno circundante próximo y alejado.
La cooperación en su devenir vital con sus semejantes debe manejarla en acuerdos de convivencia con dichos semejantes según regulaciones definidas para sus necesidades de supervivencia y bienestar.
Un gran pensador histórico de nombre Emmanuel Kant, en la conclusión de su escrito sobre la crítica de la razón práctica, que trata de la regla fundamental de convivencia, que denominó "imperativo categórico", señaló que dicha "ley moral en mi" suscita su admiración. De donde deducimos que el ser humano tiene en su condición apetitiva y vulnerable un principio guía para su ser y su quehacer. Esto se contrapone a nuestra visión de "instinto animal" que regula las colmenas y manadas de nuestros semejantes animales.
El tema es que el instinto, que concebimos los humanos, es propio de una acción automática (instintiva) distinta a la racionalidad mental humana que separa al semejante como no pertinente a nuestra supervivencia, que es el instinto que dirige nuestra apetitividad y vulnerabilidad en sus vertientes dinámicas de lucha o huida de situaciones y circunstancias que son objeto de juicio, o, mejor dicho, prejuicios que nos enfrentan para satisfacer dichas apetitividad y vulnerabilidad.
Así pues, llegamos al tema del condicionamiento requerido para el ejercicio de la asociación y cooperación del ser humano: La Conciencia.
La conciencia va más allá del conocimiento de potenciales y limitaciones, tanto individuales como grupales, incluyendo, como individuos, a los diferentes constituyentes de nuestro entorno vital cercano, próximo y lejano. Pues el darme cuenta de las necesidades propias y de mis semejantes, humanos y no humanos, requiere de un profundo estudio, evaluación y consideración de mi mismo como parte mínima de una comunidad que solemos denominar Universo. Y el primer elemento que necesito conocer a fondo soy yo mismo en mi relación con todo cuanto me gusta y todo cuanto me disgusta; desde mi sentir, imaginar, pensar y valorar mis acciones y reacciones como contraparte que puede favorecer o confrontar constructivamente la creación de un Universo en equilibrio de libertad que reconozca, sin necesidad de reglas externas, los alcances del bienestar común en la satisfacción de necesidades y la atención de vulnerabilidades para la aceptación, cooperación y sustento de la Vida y el devenir de dicha Vida.