viernes, 12 de febrero de 2010

Experiencia, conocimiento y conciencia

La experiencia es lo que acontece a nuestro alrededor y la forma en la que actuamos, sea como observadores o como participantes activos, en dicho acontecer. Son hechos, situaciones y circunstancias en las que estamos involucrados activa o pasivamente. Cuando actuamos, somos "creadores, promotores o consentidores - permisivos - (creamos, promovemos o permitimos"). En dichas experiencias están inmersos todas nuestras facultades y potencialidades, y el aprendizaje que obtenemos es lo que propiamente se denomina "experiencia", porque nuestra participación es física y metafísica, pues interviene nuestra corporalidad y sus fortalezas y vulnerabilidades, así como nuestras facultades imaginativa, emocional, mental y reactiva. Esta última, fruto de experiencias previas, que se suman a la presente, en el proceso de "ensayo y corrección, o reafirmación de nuestros automatismos", propio de nuestra fundamental manera de "conocer".
El conocimiento es la experiencia transformada en información. O sea, enunciado verbal que recoge lo que puede exponerse o comunicarse mediante palabras, y según la ley psicológica de "figura y fondo" propia de nuestra limitada manera de "pensar", que es, sencillamente hilar "figuras" sin el correspondiente "fondo", pues se supone que la figura, conceptualización del acontecer, contiene cuanto es requerido para su exposición y comprensión. O sea, aprehende y expresa el acontecer al que hace referencia.
En la concepción kantiana del proceso de conocer se fundamenta, dicho proceso, en dos facultades: intuición y entendimiento. Ambos procesos pueden ser puros, cuando se expresa únicamente aquello que es condición de posibilidad, lo que hace posible, que se dé el hecho de intuir o de entender (pensar, conceptualizar), o empíricos, cuando se expresa aquel acontecer o fenómeno que permite el ejercicio de las facultades correspondientes. O sea: se nos da, en la experiencia, un acontecer o fenómeno que es aprehendido, organizado y conceptualizado por el entendimiento a partir de la receptividad de los sentidos, la unificación y organización en la intuición y las categorías del entendimiento puro.
El "Yo soy" de la conciencia, descubierta previamente por Descartes, es el cemento que unifica en "una experiencia", como hilo conductor del conocimiento, aquello que la experiencia puede recoger para la comunicación con los "semejantes". Y es así como, en dicho conocimiento, se pierde, para los semejantes, el fondo que la figura no logra trasmitir: la plena participación de receptividad de las impresiones aunada a la espontaneidad del pensar.
El aprendizaje propio de la escolaridad, información propiamente mental, incluso con la elaboración de experimentos de laboratorio, en los que se planteen y evalúen los factores o variables materiales de la información, carecerán siempre de la participación plena de la experiencia vivida y, en consecuencia, solamente podrá ser transformada en conocimiento cuando se la experimente en plenitud de participación cuerpo-conciencia. Incluyendo en esta conciencia tanto la espontaneidad del pensar como la vulnerabilidad y fortaleza corporal y la necesaria participación del entorno, en una comprensión de los efectos y consecuencias de la experiencia vivida por parte del "Yo soy" que evoluciona hacia su comprensión e integración con el universo circundante. Y la dificultad mayor en la evolución hacia la conciencia propiamente tal, como "Yo soy" responsable de su "crear, promover y permitir" cuanto acontece en su experiencia vital, es el automatismo, producto de vulnerabilidades y limitaciones propias de la receptividad y esquemas o patrones de aprehensión en el proceso figura-fondo característico de la constitución racional humana.
La razón pura, que Kant plantea como tendencia a la compleción de la razón humana, que siempre busca la perfección de la totalidad en las concepciones, es, en mi opinión, una inclinación a buscar los principios (planteada la razón pura como facultad de los principios kantiana) sobre los cuales podemos intuir la totalidad de las condiciones y condicionados que constituyen el interés del conocimiento y comunicación del Ser humano. Es la necesidad de plantear figura-fondo como totalidad, perdida en el hilar de los razonamientos y pensamientos, más allá de la limitación humana de enfoque requerido por el lenguaje y recogida en la conciencia del "Yo soy" que se manifiesta en sus múltiples maneras de ser, percibir, sentir y expresarse en el universo que lo comprende e integra.