domingo, 29 de julio de 2007

Conciencia 12

La conciencia está implícita en la frase "conócete a tí mismo", procedente de la antigua Grecia. Es una facultad que, reconocida en la filosofía y en la religión, solamente ha sido ejercida por los practicantes de la sabiduría oriental y los santos y maestros espirituales de todos los tiempos. Su aprendizaje no ha sido promovido en forma semejante a la escolaridad, y ha sido dejada de lado como algo que debe ser buscado individualmente por los que hayan superado la experiencia humana y estén sedientos de algo más que el conocimiento de la ciencia y la filosofía. Adicionalmente se ha relegado en leyes y preceptos sociales que han de ser cumplidos por las personas y que, en caso de su violación, se verán sometidos a la ley del talión del "ojo por ojo y diente por diente", como un sistema de venganza social más que en un sistema de reeducación, redención y recuperación del espíritu de la persona.
La ciencia carece de conciencia, de la que ni siquiera se ocupa tangencialmente. La filosofía moderna "toca" las puertas de la conciencia, pero se mantiene en la elaboración mental "objetiva" y apenas si se la menciona como componente en el "Yo soy" del entendimiento puro kantiano. Kant, en mi opinión, es el único que la considera en su Crítica de la Razón Práctica, pero reconoce que los principios morales han de ser motivo de una educación práctica paralela al conocimiento de su imperativo categórico "Actúa de manera tal que la máxima de tu acción pueda servir siempre al mismo tiempo como principio de una legislación universal", porque dicho principio es extremadamente racional para servir de punto de referencia en la educación de los niños y adolescentes.
En mi opinión, la religión, la moralidad y toda actividad educativa (no estoy considerando la instrucción formal escolar científica y humanística) se ha quedado en el dictado de normas y preceptos sin fundamentación en las facultades propias del ser humano individual. En efecto, solamente mediante un entrenamiento de la conciencia en sus elementos físico, imaginativo, emocional, mental, subconsciente e inconsciente (que no por tal sub o in quedan fuera del manejo del ser humano) pueden suministrar una plataforma fundacional para una superación del ser animal racional que tanto éxito ha tenido en lo científico y filosófico. Y dicho entrenamiento debería formar parte de la escolaridad, pues, en la época moderna, la educación familiar ha sido minimizada en enorme medida por los problemas de la socialización indiferente a los valores de solidaridad y comprensión que se daba en los pequeños grupos tribales, familiares y pueblerinos de épocas anteriores. Y en este momento siento la necesidad de compartir una anécdota referida a una película en la que se mostraba a un joven adulto de una comunidad pesquera canadiense que era juzgado por haber violado a una joven de la misma comunidad ( y el joven tenía esposa e hijo). El juicio era llevado a efecto por la autoridad consituída fuera de la comunidad, con sus abogados defensor y acusador. Y cuando la abogado defensora se veía en la necesidad de informarse de las conductas del joven, se veía inmersa en una cultura que consideraba que lo que el joven había hecho era una desviación de los principios de la comunidad, pero que, en ningún caso era motivo de castigo sino de compasión y comprensión, y debía ser atendido dentro de los valores de la comunidad que, solidariamente, se encargaría de su reeducación mediante los instrumentos del trabajo y la atención afectuosa permanente de los miembros de la comunidad que, amable y solidariamente, lo reconducirían hacia las normas tradicionales del honor y la responsabilidad. La comunidad se consideraba solidariamente responsable por la conducta del joven, pues, según explicaban a la abogada defensora, en algún momento habían descuidado la atención afectuosa que hubiera evitado la desviación de conducta por parte del joven en cuestión. El enacarcelamiento del joven era considerado una perversión que dañaría definitivamente al joven y promovería la pereza y descuido y pérdida de su espíritu interior. Esto, en el caso de la civilización en la que nos desenvolvemos, es impensable, pues la sociedad que nos rodea excede en recursos e influencias a la familia, que, en comunidades pequeñas, prácticamente es una familia de familias más que una sociedad como la que conocemos. Y los valores de solidaridad, educación y responsabilidad recaen en el grupo social.
En nuestra civilización de grandes ciudades se hace imperativo que la escolaridad tome bajo su tutela la formación de la conciencia. Los conocimientos de la psicología contemporánea permiten que la psicoterapia preventiva, equivalente a la formación práctica de la conciencia, mediante un entrenamiento especializado de los elementos que la conforman, pueda contribuir a que los valores y principios de moralidad, guiados por una concepción fundamentada en la capacidad de trascendencia del ser humano, se transformen en logros personales y sociales de aceptación, cooperación y entusiasmo en las relaciones interpersonales, intergrupales e internacionales.

jueves, 19 de julio de 2007

Conciencia 11

Durante mucho tiempo ha sido motivo de debate la naturaleza malvada o bondadosa del ser humano. Sin detenerme, por ahora, para hablar de las calificaciones y sus elementos de subjetividad y posible falsedad, puedo afirmar que, en mi opinión, dicho dilema es, una vez más, un indicador de la naturaleza dual del ser humano. El ser humano tiene dos constituciones naturales dentro de su individualidad: la apetitiva y la trascendente. La naturaleza apetitiva del ser humano, en mi opinión, es la denominada naturaleza animal, y la naturaleza trascendente es la denominada espiritual. Dentro de la naturaleza animal (apetitiva) del ser humano yo incluyo la racionalidad, como herramienta propia para la lucha por la supervivencia y la satisfacción de las necesidades y apetitos tanto físicos como emocionales. La naturaleza trascendente, por otro lado, es aquella que permite que el ser humano busque su realización personal en pensamientos, palabras y acciones que busquen trascender su naturaleza animal (apetitiva).
La racionalidad del ser humano busca continuamente reorganizar el mundo externo para lograr la más amplia gama de satisfacciones dentro del área física y emocional de su constitución apetitiva. Sin embargo, solamente algunas mentes privilegiadas, probablemente asistidos por una constitución física y mental adecuadas para tal tarea, hacen e inventan maneras de satisfacer los apetitos físicos y emocionales de sus congéneres. En forma semejante, solamente algunos seres humanos, particularmente dotados para la trascendencia, encuentran medios para ocupar sus vidas de maneras que, atendiendo sus necesidades básicas de naturaleza apetitiva, apunten al logro de objetivos personales de "satisfacción" espiritual. Entre estos pueden citarse los primeros filósofos griegos y los santos y maestros espirituales de todas las épocas, cuyas vidas han sido una continua búsqueda de "sabiduría" en la convivencia con sus congéneres y una continua búsqueda de experiencias que les permitieran trascender el mundo físico y emocional. Son, probablemente, estos "sabios" los que han creado los valores éticos y leyes que han regido las comunidades humanas desde sus comienzos.
La evolución de la naturaleza humana desde su condición animal hacia una mayor significación de la trascendencia se ha visto parcialmente limitada por la racionalidad que, considerada como elemento que confiere superioridad sobre la naturaleza animal, ha dedicado sus esfuerzos al conocimiento y reorganización científica y tecnológica del universo que nos rodea. Tal tarea, realizada por mentes particularmente dotadas para la formulación de modelos científicos y tecnológicos , ha tenido un éxito extraordinario en la creación de un mundo artificial, paralelo y fundamentado sobre el mundo natural, que contribuye a que el ser humano se libere cada vez más, por lo menos una cantidad de seres humanos significativa dentro del conjunto, de las ataduras de su condición de vulnerabilidad y dependencia de la naturaleza, para dedicarse a su realización personal y trascendente. Sin embargo, los santos y maestros espirituales siempre han estado presentes para servir de ejemplo a los restantes seres humanos en el señalamiento de que somos algo más que un ser vulnerable y mortal propio de nuestra naturaleza apetitiva.
La creación de conocimientos es sencillamente una continua formulación de modelos que pueden ser compartidos entre los seres humanos. La base fundamental del conocimiento es el lenguaje, constituído por palabras y enunciados que, considerados en su esencia, son simplemente modelos substitutivos del mundo físico, de los objetos y sucesos del mundo físico, para facilitar la comunicación y comprensión compartida del universo circundante. Estos modelos fundamentales fueron posteriormente enriquecidos por modelos más amplios, enfocados en diversos aspectos o especialidades del mundo natural: las plantas, los animales, el mundo inanimado, los astros y toda la gama de enfoques que han enriquecido nuestra visión del universo que nos rodea. En todo este desarrollo se ha hecho evidente que hay algo que supera la naturaleza material y que se ha dado en denominar espíritu. Tal vez sea ese el origen de los dioses de la antigüedad, pues, en el modelo del universo particularizado en parcelas de conocimiento se hizo necesario, para los creadores de la filosofía y de la ciencia, la presencia de un responsable del funcionamiento organizado que se iba estructurando en los diferentes modelos.
En la historia científica y técnica de la humanidad no aparecía nunca la conciencia como elemento estructural del conjunto, salvo por la presencia de los dioses y por la no-historia de los santos y maestros espirituales que, cual elemento accesorio dentro del conjunto, repetían una y otra vez las mismas experiencias en su devenir personal, sin un hilo evolutivo que condujera de unos a otros, sino, sencillamente, con la manifestación de una "manera de ver" la vida y el universo que trascendía las limitaciones del nacer y morir. Es esta conciencia, conservada en leyes y principios de moralidad, la que nos lleva a considerar actualmente que el ser humano, como ser trascendente, puede encontrar un camino de evolución y desarrollo que supere la naturaleza apetitiva de la mayoría de los habitantes del planeta y que se constituya en un nuevo comienzo, con todas las ventajas del conocimiento científico y tecnológico presente, para constituir una nueva sociedad de seres humanos unidos por una común aceptación, comprensión y aprecio de las diferencias propias de su naturaleza individual.

miércoles, 18 de julio de 2007

Conciencia 10

En mi opinión, la conciencia puede transformarse en un nuevo tipo de conocimiento en el que pueda contarse con un nuevo procedimiento de enseñanza-aprendizaje. Así mismo pudiera transformarse en la base de una nueva manera de aprender en las diversas disciplinas académicas de las ciencias humanísticas y físico-naturales, así como en las matemáticas. En esta última disciplina es significativo que los filósofos griegos dieran particular importancia a las matemáticas como área para acceder a los conocimientos de la filosofía. Y esta característica era natural puesto que, en las matemáticas, hay que ejercitar una "manera de ver" que implica una totalidad que se analiza y sintetiza en las denominadas demostraciones, y tal "manera de ver" tiene que ver con el "Yo soy" que acompaña la visualización del objeto que la demostración intenta señalar, y que puede resumirse en un "proceso de - mostrar" lo que se ha visto como un resultado. Podemos mostrar un ejemplo mediante el teorema "descubierto" por Pitágoras:

Mediante el primer triángulo se visualiza el hecho de que las áreas de los cuadrados sobre los catetos (lados del triángulo que forman un ángulo recto), sumadas, igualan al área del cuadrado construído sobre la hipotenusa (lado del triángulo opuesto al ángulo recto del triángulo). Las dos siguientes figuras ilustran la manera en la que, valiéndose de dos triángulos auxiliares, se muestra que el área del cuadrado sobre el cateto mayor iguala el área del rectángulo proyectado desde dicho cateto sobre la hipotenusa. Las dos figuras finales ilustran el mismo proceso de mostrar que el área del cuadrado sobre el cateto pequeño es igual al área del rectángulo proyectado sobre la hipotenusa. El área de estos dos rectángulos, sumadas, iguala el área del cuadrado construído sobre la hipotenusa. Este proceso es sencillo para una mente dotada para las matemáticas. En particular, ilustra el don de visualización de la mente en Pitágoras, que es el primero que realiza dicha visualización y, mediante líneas auxiliares, puede mostrarlo a sus sucesores.
Así como existen mentes dotadas para visualizar temas matemáticos, las hay para física, química, historia, geografía, y para la creación de empresas y organizaciones del mundo político y social. El factor común es una conciencia del "Yo soy" que se identifica con "una manera de ver" el universo exterior e interior de la conciencia. Es aquí donde, en mi opinión, reside la creatividad tanto de artistas como de conocedores de la ciencia y las humanidades. No queriendo decir esto que podamos aprender a ser artistas y científicos de manera voluntaria, pero sí implicando que los elementos de la conciencia, debidamente entrenados para identificarse desde el "Yo soy", pudieran ser utilizados para el óptimo desarrollo de todos los seres humanos que, en alguna medida, deben tener dones internos específicos en cada individuo.
Esto también contribuye a indicar que la instrucción impartida hasta el presente en las escuelas, colegios y universidades pudiera ser un condicionamiento más que un proceso de entrenamiento. En efecto, en el condicionamiento, el ser humano adquiere una actitud mental dirigida y formatizada, mientras que en el entrenamiento se da una herramienta externa o interna que maneja procesos y hechos sin formatizar la mente para seguir siempre un mismo patrón de conducta. En mi experiencia, por ejemplo, se da el hecho de que, personalmente, había creído que el dominio de una determinada disciplina era necesario para acceder a una empresa o proyecto de desarrollo de una actividad, cuando el único requisito necesario es el de "Yo soy el que quiere desarrollar" dicho proyecto o empresa. Con el énfasis, por supuesto, en el "quiero" desde el "Yo soy". Es lo que se denomina, en mi opinión, "una intención clara", que, llevada hasta sus últimas consecuencias, puede producir resultados tangibles.
La enseñanza en escuelas, colegios y universidades, en mi opinión, debe incluir un proceso paralelo de toma de conciencia que introduzca al individuo en la plena admisión de su esfuerzo mental, social y creativo como parte de una totalidad que promueva una mayor integración de la vida personal dentro de una espíritu de cooperación y solidaridad hacia el bienestar y equilibrio del individuo dentro de su universo natural, social, cultural, económico y espiritual. Solamente mediante la formación de conciencia del individuo puede sobrevivir la especie humana, pues, en las actuales circunstancias, se ve arrollada por el crecimiento científico, técnico y tecnológico. Y la ciencia y la tecnología se utilizan para la creación de armas de destrucción y, en el mejor de los casos, para la creación de objetos y procesos que pueden afectar el equilibrio de la naturaleza que sustenta los procesos de vida orgánica. Esto, por supuesto, en el entendido de que demos valor significativo a la vida orgánica y a los procesos de la naturaleza, y que tomemos una actitud de aceptación comprensiva y amorosa, en el más amplio sentido de la palabra, hacia nosotros mismos, nuestros semejantes y las diferencias que nos caracterizan en nuestras maneras de ver la vida y el universo que nos rodea.


jueves, 12 de julio de 2007

Conciencia 9

Todos los seres humanos, en la medida que me es dable observar, somos conscientes en el estado de vigilia, o sea, cuando estamos despiertos. Sin embargo, hay aspectos o áreas o niveles de conciencia de los que no somos conscientes debido a la necesidad de enfocar propia de nuestra limitación humana. Solamente podemos enfocarnos en determinados aspectos de nuestro entorno, de acuerdo con lo establecido en la teoría de figura y fondo de la psicología gestalt. En consecuencia, de lo que se trata, cuando hablo de la conciencia, es de buscar esa facultad que nos permita acceder a nuestra realidad en una forma que sea más amplia que la que comúnmente nos ocupa en la vida cotidiana. Y, en particular, buscar esa trascendencia, de la que hablan los maestros espirituales y los santos, mediante la cual adquieren una perspectiva más real nuestras experiencias en el mundo físico. Adicionalmente, y no menos importante, es deslastrarnos de las visiones catastróficas y negativas de los asuntos de nuestra vida mundana: el dolor físico y emocional, la angustia, el miedo y las demás experiencias de naturaleza desagradable que nos aquejan y nos desequilibran, y que nos condicionan a relacionarnos con nuestros semejantes y nuestro entorno de maneras inapropiadas. Es, en resumen, buscar la manera de acceder a niveles de conciencia que nos permitan aceptar, cooperar, comprender y encarar todas nuestras experiencias en una forma creativa, alegre y constructiva en colaboración con nuestro entorno y nuestros semejantes, buscando el mayor bien del universo involucrado en cada situación, circunstancia y experiencia.
El "Yo soy" es una herramienta que nos permite apropiarnos de cualquier experiencia que nos toque vivenciar. Es el primer elemento de conciencia con el que hago contacto para transformar cualquier experiencia en algo positivo, aleccionador y creativo para mí mismo y para cuantos me rodean, incluyendo mi entorno físico. Dicho "Yo soy", cuando accedo a niveles de conciencia más amplios, me permite identificarme con otros "Yo soy" y, de esa manera me transformo en un "Yo soy" más amplio, que incluye a mis semejantes. Seguidamente puedo ampliar dicho "Yo soy" para incluir mi entorno inmediato y mi universo circundante en el "Yo soy" implicado por la frase bíblica que identifica la divinidad con el "Yo soy El que soy".
Naturalmente que tal ampliación no puede ser mental, puesto que nuestro universo discursivo es incapaz de captar tal apropiación de un "Yo soy" universal sin la experiencia que incluya dicho nivel mental dentro de una experiencia progresiva de todos mis niveles internos. Tal vez el más amplio nivel mental posible de lograr sea el establecido por Kant en su Crítica de la Razón Práctica mediante el enunciado: "Obra de manera tal que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislación universal". Sin embargo, en mi opinión y según mi experiencia, dicho imperativo categórico de la razón práctica pura requiere de encarnarse en la experiencia, puesto que el simple enunciado de un principio, por más racionalidad y certeza que posea desde un punto de vista teórico, no es accesible a los seres humanos con poco ejercicio de la mente. E, incluso, para aquellos que tiene una formación intelectual que aprecia el rigor de dicho principio, es imprescindible la necesidad de acceder a niveles de conciencia íntimos de trascendencia con relación al mundo físico y emocional que nos constituye.
En mi opinión, es necesario que la conciencia vaya experimentando los distintos niveles accesibles de una manera progresiva: físico, con su carga de dolores y vulnerabilidades, pero que, a la postre, no constituye nuestra naturaleza esencial, y que debe ser experimentado de una manera que contribuya con su bienestar en una medida razonable, que no exceda los niveles de satisfacción propios de su salud y equilibrio; imaginativo, con todas sus posibilidades de uso para dirigirlo hacia el mayor bienestar interior y exterior de nuestro cuerpo físico, emocional y mental; emocional, con su carga de señales negativas y dolorosas que condicionan nuestras respuestas en situaciones, circunstancias y experiencias que, cada vez renovadas, parecieran repetir patrones de conducta "aparentemente" defensivas por nuestra parte; mental, con todas sus posibilidades de enlace de personas, cosas, situaciones, circunstancias y experiencias en patrones de conducta repetitivos; subconsciente e inconsciente, con toda su carga de imágenes, pensamientos y emociones guardadas en quién sabe que recóndito paraje de nuestra personalidad, que nos impulsa a reaccionar instantáneamente en formas inapropiadas para cada nueva experiencia, sin utilizar nuestra creatividad y flexibilidad de movimiento interior y exterior para transformar circunstancias y situaciones nuevas en nuevas experiencias.
Por supuesto que todavía queda por acceder a los niveles más elevados de conciencia: el alma que nos constituye esencialmente y que, cual guardián imperturbable, nos deja moldear nuestra personalidad en forma libre y sin presiones, con la simple presencia de señales que, imperceptiblemente, nos indican las mejores vías de expresión. Señales que no captamos por nuestro condicionamiento previo, nuestros prejuicios y miedos ancestrales. El nivel del alma y el subsiguiente nivel del Espíritu, que puedo mencionar desde una perspectiva mental como información que he recibido de personas evolucionadas espiritualmente, son niveles que requieren de una guía personal por parte de maestros espirituales, aunque hay personas que parecieran tener una particular predisposición para recibir dichos niveles de experiencia de una manera aparentemente más directa. Opera aquí el mismo factor que hace que algunas personas tengan particular facilidad o predisposición para ser músicos, pintores, matemáticos, médicos, empresarios y, en fin, cualesquiera de esas áreas especializadas de acción comunes en nuestro mundo civilizado. Incluso, por la información que he recibido por distintos medios, los brujos, chamanes y sanadores de diversas culturas, son personas particularmente predispuestas en forma natural para tales actividades por sus condiciones personales de nacimiento y evolución individual.