martes, 29 de mayo de 2007

Conciencia 2

Conciencia y conocimiento, como tantos otros pares de vocablos, apuntan a la dualidad de ser humano. Conocimiento es lo subjetivo compartido que se consolida en el denominado conocimiento científico, sin limitarse a dicho conocimiento, y cuya vara de medición se establece en la denominada objetividad, hecha concreta en el modelaje y la medida. Es conocimiento porque es un saber compartido con otros (con-scire). La conciencia es lo subjetivo no comunicable en forma objetiva, mediante modelación y medida, pero sí puede ser compartido mediante la experiencia análoga, es decir, mediante la anécdota, la parábola y la semejanza situacional. La conciencia es el elemento de saber que intenta ampliar la objetividad, como subjetividad compartida, y que no tiene forma espacial ni temporal ni categorías o jerarquización en modelo exterior alguno.
La conciencia es un saber con-migo mismo (el "Yo soy" que acompaña la experiencia interior y exterior): es un con-nos-scire, en el que "con y nos" implican una diversidad dentro de mí mismo. Soy un ser material y, simultáneamente, algo que está más allá de lo material y que puede apuntar a lo sensorial, lo imaginativo, lo emocional, lo mental y lo subconsciente e inconsciente. Y, por encima de todos estos cuerpos modelables, soy una energía de conciencia, de darme cuenta, de "Yo soy" que, probablemente, es a lo que se ha denominado alma, aunque no esté consciente de dicho nivel como un nivel comunicable.
La conciencia es un nivel de experiencia que, hasta donde yo sé, solamente puede compartirse mediante la parábola, el cuento, la anécdota y las imágenes que señalan una dirección más que una visualización. La conciencia no es poesía, novela, cuento o drama, aunque estos elementos pudieran servir como indicadores direccionales. La conciencia es saber que sé en un nivel que puede implicar incomunicación con el otro, pero incluye la comprensión y aceptación de dicha incomunicación como un simple estado pasajero, por cuanto todos vamos a llegar a la misma experiencia de saber que sabemos y, en dicho estado de conciencia, a compartir sin palabras una misma dirección y sentido. Mientras ese estado llega, el que se encuentra más consciente acepta el hacer y decir del menos consciente sin interferir, sin quitarle su experiencia, con la simple presencia y apoyo. Es el estado de amor incondicional que ve únicamente el espíritu interior que maneja situaciones, circunstancias y experiencias. Y al decir todo lo dicho, me doy cuenta de que el camino que me toca recorrer para tal estado de conciencia, que no habla pero expresa, es aun un camino por recorrer, pues, la conciencia, es como un océano de comprensión que, entendiendo mi compromiso con mi parte material, en cuanto su defensa y protección, acoge lo que me rodea y a cuantos me rodean con ecuanimidad y aceptación. Aquí está el límite de lo expresable para mí en este respecto.

sábado, 26 de mayo de 2007

Conciencia 1

Estoy en el camino de la conciencia interior, pues sigo las enseñanzas de un maestro espiritual (John Roger) que denomina su movimiento espiritual "Movimiento de la conciencia espiritual interior - en inglés Movement of Spiritual Inner Awareness - MSIA", y todo lo que escribo en tal sentido sigue ese mi movimiento de conciencia. Estoy en un proceso de descubrimiento constante, aunque no con la continuidad que yo quisiera.
La conciencia, como he escrito anteriormente, es el "Yo soy" que acompaña cualquier experiencia (interior o exterior). Esta afirmación pertenece a la otra corriente de pensamiento que me acompaña y que, básicamente, se sustenta, en mi manera personal de entender la "Crítica de la Razón Pura" (CRP) de Kant. Tal "Yo soy" se compone de dos elementos: "Yo", que corresponde, en mi opinión, a la apercepción originaria; y el otro elemento "soy" es el que se corresponde con la experiencia que se ancla en el "Yo". El "Yo", en mi opinión, aunque es una unidad interior, se identifica con lo material que se ve representado por lo físico, imaginativo, emocional, mental y subconsciente e inconsciente; mientras que el "soy" refleja un algo interior que tiene que ver con intención y direccionalidad que se manifiestan y expresan en la experiencia.
En mi opinión, el "Yo soy" es el más elevado sentido de humanidad que requiere ser señalado desde la infancia más elemental para superar la poca presencia de los valores humanos en la sociedad actual. Ahora bien, dicho señalamiento se realiza en forma no-consciente, mediante el ejemplo de los adultos y, consiguientemente, se ve obscurecido por el control que se ejerce para que el niño se conduzca según lo que el adulto considera más conveniente (sea para el niño, sea para el adulto). En lugar de hacer espacio, actuando como facilitador y no como maestro, para que el niño se identifique mediante sus experiencias, se lo condiciona para que las califique como buenas o malas. Esto ocasiona que más tarde, en su adolescencia y madurez, actúe según juicios, tanto en lo concerniente a sí mismo como en su relación con otros, y, consiguientemente, la emocionalidad, la imaginación y la mente estructurarán las experiencias en categorías rígidas, en lugar de crear un espacio de aprendizaje continuo que permita un enriquecimiento continuo dentro del contexto humano. Este condicionamiento es por antonomasia no-consciente y, probablemente, es el que origina los desencuentros entre seres y grupos humanos de diversa naturaleza y procedencia. En lugar de un proceso de concientización de las diferencias, para buscar puntos de comunicación y encuentro, se producen rechazos espontáneos, sin que los participantes en las relaciones tomen conciencia de sus preconcepciones o prejuicios internos. Lo cual, unido al desconocimiento de las propias carencias de manifestación y expresión (el "Yo soy" que se responsabiliza de sus pensamientos, palabras y acciones), contribuye al malestar personal y grupal.
Este camino interior persigue la conciencia del alma que supera diferencias y unifica, en un nivel muy elevado de conciencia, la experiencia humana. Es un camino en el que se requiere de la guía de quien ya lo haya recorrido y que, hasta la presente fecha, solamente ha sido ejercido por los santos y los maestros espirituales, y únicamente para aquellas personas que, de alguna manera inexplicable en palabras, se hallan sentido identificadas con la manera de expresarse y manifestarse de dichos maestros espirituales.
Los filósofos, a mi manera de ver, representan, aunque son esfuerzos individuales de entendimiento, la conciencia humana a nivel social, por lo menos en lo que suele denominarse Occidente, que abarca, desde Judea y Grecia, a Europa, América y África. Esto es así porque dichos filósofos fundamentan su pensamiento en los que le han precedido, y de lo que tratan en sus obras de reflexión y divulgación es de repensar lo que sus antecesores habían dicho dentro del contexto ampliado de las experiencias y conocimientos acumulados con posterioridad. En el Oriente la conciencia humana está representada por los grandes maestros espirituales y los denominados pensadores del oriente próximo, medio y lejano. También, por supuesto, encontramos a los "sabios" de tribus y grupos humanos denominados chamanes, brujos y otros nombres semejantes que, normalmente, son considerados desfavorablemente por la cultura científica occidental.
Solamente en Oriente la conciencia ha avanzado en el aspecto interior, pero lo ha hecho en detrimento de lo exterior. En Occidente la conciencia se ha dedicado a lo exterior, dejando lo interior como un substrato o una subyacencia que, únicamente a partir de Descartes, ha podido ser vislumbrada con un carácter autónomo. Aunque el esfuerzo de los primeros pensadores griegos, creadores de la filosofía a la manera occidental, incluyendo a Sócrates y a Platón, se dirigía a la dilucidación del "espíritu humano" en el contexto universal.
Kant es, en mi opinión, el filósofo que logró el equilibrio adecuado en la concepción del ser humano como ser interior y exterior en su constitución. Si se lo hubiera tomado en su sentido científico y no filosófico, tal vez la filosofía habría entrado en el camino de la santidad y la maestría espiritual, porque se habría dedicado a dilucidar esos elementos de conciencia interior que se referían al "Yo soy" y a la experiencia que se manifiesta en las categorías del entendimiento puro, y, posiblemente, habría tocado lo relacionado con la razón pura y su limitación discursiva para dirigirse a los elementos trascendentales del conocimiento. Tal vez nos encontraríamos hoy día con nuevas experiencia internas que ampliaran la limitación que nuestros sentidos y el discurso no pueden concretar en modelos científicos comunicables. Tal vez la tarea de los maestros espirituales habría podido ser complementada con modelos comunicacionales que hicieran accesible las experiencias internas que nos llevaran a la conciencia del espíritu interior o alma. No a la manera de la psicología sino a la manera de la espiritualidad. No a la manera de la religión sino a la manera de la trascendencia de lo material.

lunes, 14 de mayo de 2007

Campos de conciencia 30

El "Yo soy" que, como requisito, acompaña la conciencia, tiene como punto discutible de dicha conciencia el elemento "significados". En efecto, el asignar significados a los objetos, situaciones y circunstancias puede considerarse como un elemento de inconciencia, por cuanto los objetos, situaciones y circunstancias no tienen significaciones en sí mismos. Simplemento corresponden a "lo que es".
Cuando Kant considera la limitación del discurso para acceder a los conceptos o ideas trascendentes como Dios, Libertad, Alma, Infinitud y Eternidad, lo contrapone, en mi opinión, con la intuición que, como característica fundamental tiene la totalidad o completud en su capacidad de recibir impresiones. Y, aunque la intuición requiere del discurso para su elevación a la categoría del entendimiento, tiene en sí esa característica de totalidad y completud que hace decir a Kant que, en caso de concebirse una característica para la divinidad, la intuición creativa sería ("todo su conocimiento ha de ser intuición y no pensamiento, que es siempre limitado") su característica constitutiva más concebible. Y, cuando hablamos de discurso, estamos designando algo más allá del lenguaje. Pues el lenguaje es un conjunto de sonidos y grafismos que tienen como característica el unificar en un elemento tanto el significado como el significante para constituirse en elemento de comunicación entre seres pensantes. En cambio el discurso es un tejido de significaciones que exceden al lenguaje, e introducen multivalencias significativas según el hablante (o escritor) y el oyente (o lector), aunque pretende constituirse en unidad significativa para todos los seres pensantes. En tal sentido, la conciencia debería ser un elemento ("Yo me doy cuenta de las multiples vertientes del discurso") que unifica las significaciones en un "lo que es" que abarca las distintas significaciones. Así que la conciencia, ese "Yo soy", que es el que genera significaciones y significados, sería una facultad de receptividad y pensar unificadas en una neutralidad que simplemente asigna presencias y ausencias en objetos, situaciones y circunstancias, sin valorar o enjuiciar, sino, sencillamente, observando y permitiendo las manifestaciones y expresiones de todo cuanto a su alcance se encuentre, y actuando sin tomar en cuenta significaciones, contrastes u oposiciones, para contribuir a la mayor unidad posible de cuanto existe, de manera tal que su acción sea una consecuencia "natural" de "lo que es". Si es posible una analogía: Es como el ambiente que, ante la presencia de masas de aire caliente y frío, produce los vientos; lo caliente y lo frío no son buenos ni malos, simplemente están presentes y generan movimiento de las masas de aire.

martes, 1 de mayo de 2007

Campos de conciencia 29

La conciencia es el "Yo soy..." que acompaña todas mis experiencias. El misterio está en ese "Yo soy..." que nunca ha sido profundizado "científicamente". O sea, a la manera de la ciencia, aunque sea subjetiva su apreciación inicial por parte de cada ser humano. La psicología trabaja dicho "Yo soy..." para que la persona pueda manejar sus realidades presentes y virtuales. Entendiendo por "virtuales" las creaciones de la mente, las emociones y el subconsciente.
Yo mismo, que escribo, debo declarar que dicha conciencia permanece en automático en la mayor parte de mis experiencias de contacto con personas y situaciones. Mi única ventaja actual reside en "estar presente" (consciente) de mis distintos estados de ánimo y "reacciones internas" en mis actividades diarias.
El primer estado de conciencia que aparece en las personas, generalmente, como conciencia es el sentimiento de culpa. En consecuencia, podríamos catalogar la conciencia como una apreciación de lo que está bien y lo que está mal en cada instante. Esto, sin embargo, no es la conciencia más elevada, por cuanto el estado de estar presente, o estar consciente, consiste en apreciar "lo que es". Simplemente es estar presente con lo que ocurre, tanto interior como exteriormente, sin calificarlo ni enjuiciarlo, para, a continuación, tomar las decisiones de actuar o no, tomando en cuenta el mayor beneficio para mí y para cuantos me rodean. Y tal cosa implica un aprendizaje constante para observar las posibles consecuencias de mis acciones, y para evitar las reaccciones que surgen como consecuencia de mi subconsciente e inconsciente que han grabado hechos, situaciones y circunstancias que pudieran parecer semejantes.
En mi opinión, la conciencia percibe el universo como una unidad de la que formo parte importante, pero que no conoce todas las implicaciones de cada acción u omisión, y, en consecuencia, lo mejor que puedo hacer es hacer lo que se me presente como mejor opción, con la consiguiente observación de los resultados y consecuencias. Esto implica que, constantemente, debo experimentar la diversidad de mis opciones.
Hay un tipo de conciencia que se ha formado socialmente, y es la que se refleja en las leyes y costumbres, y en la ética y la moral, y que, con toda probabilidad, no se corresponde completamente con las mejores alternativas disponibles, salvo como una primera aproximación.
Nuevamente me corresponde opinar que los maestros espirituales y los santos son los que han alcanzado la verdadera sabiduría en relación a su accionar dentro del universo circundante.
Tal vez la denominada conciencia colectiva es solamente el acopio de las mejores opciones, socialmente aceptables, dentro del contexto de una humanidad en constante aprendizaje y evolución.
Solamente los seres individuales pueden acceder a la elevación de conciencia dentro del contexto humano que les toca vivenciar. Y esta elevación es dirigida por aquellas personas que alcanzan el nivel de la maestría espiritual y la santidad, y que sirven de ejemplo y de guía avanzada para los seres humanos que se involucran en algo más que la simple convivencia y el simple vivir. Sin negar que, si pudiéramos, simplemente vivir y convivir, tal vez estaríamos en mejor situación que en el adaptarnos a los usos y costumbres de la mayoría de los seres humanos en la sociedad que nos rodea.
Los sabios de todos los tiempos han establecido reglas de convivencia y socialización adaptadas a lo que ellos consideraban mejor para las comunidades. Y, en mi opinión, tales adaptaciones eran dadas con el pre-juicio de cuál debía ser la mejor manera de motivar a los menos conscientes, y, en tal sentido, surgieron conceptos como el de infierno, un dios justiciero que castiga las faltas, etc. Esto, posteriormente, cerraba la oportunidad de que cada ser humano se hiciera responsable, en lugar de culpable, por sus acciones u omisiones en cada experiencia de vida, con el consiguiente retraso en la evolución de la conciencia individual y social.
En todo caso, la conciencia es una etapa evolutiva de todos y cada uno de los seres humanos, que conlleva un sentido de pertenencia y de integración con la totalidad del universo. En forma tal que, el ser humano que se eleva en conciencia, actúa para el mayor beneficio personal, interpersonal y en pro del medio ambiente en el que se desempeña; y esto implica un conocimiento que excede la simple presencia física dentro del entorno, y se adentra en niveles que son "no visibles o perceptibles" para la sensorialidad física ordinaria.