sábado, 25 de marzo de 2006

Desigualdad y diversidad.

La igualdad, que he aprendido a "ver" en el contexto humano, la refiero a la esencial constitución física y no física (material e inmaterial: cuerpo, imaginación, emocionalidad y pensamiento consciente, subconsciente e inconsciente) que me permite convivir en un mundo de realidades y posibilidades. Sinembargo, desde una perspectiva conceptual, me doy cuenta de que, en el contexto humano, se ha creado, en mi opinión, una falsa igualdad que atenta contra la supervivencia: la igualdad que pretende la carencia de diversidad. Esto es antinatural, según lo que puedo deducir de mi relación con seres semejantes a mí (nunca iguales en experiencias vividas), puesto que, por naturaleza, tenemos gustos y objetivos diferentes, que hacen de la convivencia una aventura de encuentros y desencuentros.
La igualdad que pretende carencia de diversidad se enfoca en la posesión de bienes materiales como fuente de felicidad y bienestar. Y aquí me doy cuenta de la diferencia entre felicidad y bienestar. El bienestar (bienes como constituyente del concepto) se refiere a lo físico y sensorial como objetivo de los esfuerzos de trabajo e intercambio entre los seres humanos. La felicidad se refiere a un estado de satisfacción interior que, difícilmente, se relaciona con la cantidad de bienes de que dispongamos. Efectivamente, solamente la autoconciencia (autorealización o comprensión de nuestra esencia personal: energía interior que nos "anima") puede sustituir todo bien físico y material como fuente de felicidad personal. Y es notorio que hay personas, con pocos o ningún bien físico o material, que son felices; y hay personas, con abundancia de bienes de todo tipo, infelices. En todo caso, los seres humanos somos iguales en esencia, diversos en constitución interior y exterior, y, probablemente, solamente mediante la cooperación y complementación de nuestras habilidades y potencialidades podremos lograr el camino hacia la satisfacción personal e interpersonal. De aquí la frase "El Reino de los Cielos está adentro". Y no puedo más que darme cuenta de que dicho cielo es el "amor", que implica empatía y comprensión de la naturaleza humana, como herramienta que puede integrarnos en esa consecución de la felicidad y satisfacción de todas nuestras expectativas.

lunes, 13 de marzo de 2006

Intuición y discurso

En alguna oportunidad, en estas perspectivas, dije que la intuición, para mí, es indicador de totalidad. En efecto, citaba espacio y tiempo de la filosofía de Kant como ejemplos por excelencia de lo que implica la intuición. En cuanto a la intuición empírica, que se nutre de mis facultades receptivas interior y exterior, puedo decir que la intuición es, en mi opinión, una "imagen" (la imaginación es la fuente o facultad en la que reside la capacidad de formar intuiciones, a partir de la información recibida, interna y externa), una totalidad condensada (sintética en terminología Kantiana), que resume todas las características que la componen. En todo caso, es la base del conocimiento objetivo a partir de la subjetividad de la intuición, que, por excelencia, es personal, individual.
El discurso se alimenta de un conjunto concatenado de "imágenes" (intuiciones) que se condensan en un concepto. El concepto es un elemento del discurso, que equivale a la intuición personal, que recoge las características esenciales de las intuiciones ("imágenes") en una "totalidad discursiva". Así que tengo dos totalidades: una, la intuición, que es personal e individual, y otra, el concepto, que recoge lo que es común en la comunicación interpersonal.
El panorama se enriquece cuando, mediante el discurso, produzco nuevos conceptos y nuevas imágenes totalizadoras, que podríamos denominar intuiciones y conceptos discursivos. Tal es el caso que se presenta en la concepción Hegeliana de tesis-antítesis y síntesis, que es, sencillamente, la presentación de puntos de vista interpersonales que podemos resumir en el término "paradigma". Paradigma es una intuición discursiva, más que un concepto, pues nos remite a una imagen interior compartida (interpersonal), que difícilmente pueda resumirse en un concepto... y, aunque pudiéramos hacerlo, implicaría desenvolver en un proceso analítico lo que es una síntesis de imágenes y conceptos componentes.
Pero, así como tengo "intuiciones discursivas", también puedo condensar conceptos en un "concepto discursivo", compuesto de varios conceptos. Tal es el caso de los conceptos dialécticos de Kant, que podemos ejemplificar con el concepto de Dios, que es un compuesto de conceptos que no tienen cabida en el mundo de la experiencia física humana.

lunes, 6 de marzo de 2006

Reflexión en la noche.

"El hombre es la medida de todas las cosas" es una frase pronunciada por un pensador cuyo nombre supe en alguna oportunidad. Hoy en día, con autonomía pensante, aunque sigue mi admiración por el pensador cuyo nombre no recuerdo, pues sé que acordarme de su cita implica que lo admiré en aquella oportunidad, puedo afirmar que el hombre no es la medida de todas las cosas, simplemente es el que mide todas las cosas.
La medida es, en esencia, comparación, que puede tomar números en su expresión, pero que, en general, manifiesta un deseo de conocer aquello que se mide, y que está más allá de la medida, puesto que la medida abstrae algo de los elementos que se comparan entre sí. Es el juicio, subyacente a la medida, lo que nos trae separación de lo medido, como si fuera algo diferente de la naturaleza que intentamos abarcar.
Viendo las calles, desde mi ventana, con el paso de vehículos y personas, bajo las luces de las luminarias de la ciudad, presta a dormir (o a cobijarse en edificios para continuar con actividades de trabajo y recreación, según las personas a las que dirija mi atención), pude darme cuenta de mi pensamiento acerca de lo curioso que me resulta observar la perspectiva de vida que me rodea. Soy yo quien da significación a lo que me rodea; soy yo quien, interrogante en mi ignorancia de lo trascendente, me pregunto: ¿Qué es esto que soy yo? ¿Cuerpo, imaginación, emociones, mente pensante, subconsciente e inconsciente? ¿Los seres vivos que acostumbro denominar "animales", de tierra, mar y aire, simplemente ejercitan facultades de alimentación, procreación y supervivencia sin cuestionarse su presencia vital en alguna facultad interna que los constituya? ¿Qué soy? ¿Qué significa...aparte de la significación que mi mente pudiera asignar a mi presencia? Cuanto me rodea, obra de la naturaleza (¿¡?), es simplemente algo que está ahí sin explicación alguna. Soy yo, el que mido... no porque soy yo quien mida, sino porque hubo personas significativas que me enseñaron a medir, a comparar, a juzgar. ¿Porqué me es tan importante la búsqueda de significaciones... aparte de lo aprendido de quienes tenían mayor capacidad de discernimiento? ¿Porqué, como raza humana, busco significación? ¿Porqué no me dedico, simplemente, a comer, vivir, dormir, y vuelta a empezar día tras día? ¿De dónde viene esa "experiencia interna" que, constantemente "compara" en el vacío la vida con "la nada"? Preguntas sin respuesta, igual que aquello que subyace a la comparación, numérica o no, que pretende medir para conocer lo que está mas allá de lo medido. Al final, pareciera ser que la única medida que tiene significación es la que no tiene dimensiones, como los porcentajes y los números adimensionales que encontramos en las ciencias de lo inerte. Pues lo humano no puede medirse sin emitir el juicio que nos angustia y nos separa, que nos molesta y nos confronta, que nos destruye. No somos iguales. Somos uno en la diversidad que nos constituye, como no son iguales los miembros y el cuerpo en sus diversos constituyentes, pero son uno.

sábado, 4 de marzo de 2006

Memoria y conciencia

La memoria, en mi opinión, es la fuente de información que alimenta el miedo, el subconsciente y el inconsciente. En relación al miedo, tanto la psicología como los maestros espirituales recalcan que el miedo es una ilusión, que no existe aquello que suscita nuestro miedo, que, si me coloco en el ahora, me daré cuenta de la inutilidad de tal emoción. Sin embargo, en mi caso, me doy cuenta que no me agradan, que francamente me disgustan, el dolor físico y emocional, la enfermedad y cualquier malestar físico que pudiera padecer. Y hay ocasiones en las que mi situación física o emocional me enfrentan a la posibilidad de experimentar, de acuerdo con los registros de mi memoria, tales padecimientos: dolor físico o emocional, carencias que pudieran afectar mi bienestar físico o emocional, y experiencias diversas molestas en grado que ya he experimentado en otras oportunidades. En tales casos, se suscita inmediatamente esa sensación de miedo, y, aunque puedo reconocer que no está presenta el padecimiento inmediato, el simple recuerdo subyacente de lo que significan, genera, en mí, un estado de desagrado (miedo) hacia las consecuencias de la actividad o acción que parece anunciar dichas experiencias.
En cuanto al subconsciente e inconsciente, me doy cuenta de que hay en mí información anterior, tal vez mal interpretada por una memoria (registro existente dentro de mí) insuficientemente precisa, que promueve conductas, reacciones y estados de ánimo sobre los cuales, aparentemente, no tengo control alguno. Me he dado cuenta, cuando he estado en contacto con mis pensamientos en forma consciente, de que un pensamiento arrastra a otro, y este a otro, y así sucesivamente, sin que yo tenga nada que ver, a nivel consciente, con los motivos de dicha asociación, que, por lo general, se centran en aspectos negativos, en aspectos que me parecen obscuros, desagradables e incómodos, y que terminan por conducirme a estados de desánimo y decaimiento. Es notorio, para mí, que los pensamientos alegres y felices no se concatenan en forma tan espontánea y secuencial como los pensamientos negativos y desagradables. Es un motivo que me ha impulsado a estar más en contacto con mis pensamientos en una forma más consciente, cuando me es posible. Sin embargo, se trata de mecanismos automáticos que se encuentran arraigados en mí, tal vez como mecanismos de protección en su funcionamiento inicial.
Es posible que exista, a nivel más elemental que la mente racional, un mecanismo de "razonamiento instintivo" que se encarga de enlazar los pensamientos, mediante analogías y similitudes que puedan suscitar experiencias negativas, para darnos información protectora a nivel de la mente racional consciente... solo que dicho mecanismo es de naturaleza elemental y no toma en cuenta el medio civilizado de vida al que hemos accedido durante nuestra evolución humana. Desmontar dicho mecanismo implicaría crear un nuevo tipo de respuesta que, manteniendo su naturaleza protectora de nuestra vulnerabilidad física y emocional, nos acercara más a una apreciación positiva de las condiciones de vida moderna. En todo caso, pienso que solamente el proceso de evolución, transformado en un elemento de pensamiento racional consciente, pudiera conducirnos a una reelaboración de nuestras "respuestas instintivas originales". Es todo un mundo de investigación personal que requiere agudeza, constancia y tenacidad en el nivel racional, pero que, probablemente, puede sustituirse mediante una inmersión en los mundos de la espiritualidad, como han sido practicados por los maestros espirituales conocidos desde la antigüedad.