jueves, 29 de junio de 2006

Enfoque y perspectiva

Me doy cuenta de que tengo dentro de mí un diccionario personal que delimita el significado de las palabras. Así lo entiendo, pues al consultar un diccionario veo que la definición es más amplia que la que yo otorgo a las palabras que surgen en mi pensar acerca de las cosas y los temas. Tal es el caso de las palabras enfoque y perspectiva. El nombre que cobija estos escritos es "perspectivas", porque entiendo que es mi manera particular de observar las cosas y situaciones que me rodean y que suscitan en mí reflexiones. Es el caso de la perspectiva, como se entiende en el dibujo y la pintura, que hace referencia al lugar desde el cual se observa el paisaje que se representa y que, debido a nuestra particular constitución del sentido de la vista, introduce lo que se denomina "puntos de fuga", que vienen a ser los puntos donde se unen, en la lejanía, las líneas paralelas.
El enfoque es similar a la perspectiva, pero toma un valor dinámico, en el sentido de que soy yo el que introduce el punto de vista y no es el lugar desde el que observo lo que se presenta a mi consideración. En resumen, para mí, el enfoque es una perspectiva elegida desde mi posición actual, y, aunque reconozco que sigue teniendo una peculiaridad (una perspectiva) debida a mi particular manera de ver las cosas, tiene un elemento que intenta ser objetivo para con el posible interlocutor, puesto que le fija un posible punto de referencia para realizar su propia evaluación.
El enfoque da una cierta objetividad a la perspectiva, en la medida en que invoca, para el interlocutor, un cierto punto de vista que puede ser compartido. Y, a pesar de seguir siendo una perspectiva, tiene un punto de partida que puede unir maneras de observar algún tema o situación. En este sentido me doy cuenta, también, que las palabras pueden significar cosas semejantes para los distintos individuos que comparten un mismo lenguaje, y, de esta manera, intentan establecer una "objetividad" que haga comunes las maneras de ver y evaluar. Por el contrario, el lenguaje, entendido como la interrelación y unión de palabras, introduce la subjetividad en la observación y consideración de cuanto nos rodea. Por supuesto que me refiero a la unión de las palabras que surgen espontáneamente, incluso dentro del discurso objetivo, y no a la unión que hace el esfuerzo por definir y delimitar las significaciones que hacemos en el discurso, y que intentan convertirse en conocimiento compartido.
Si contáramos con una palabra para cada cosa, circunstancia y experiencia, el mundo podría ser totalmente objetivo. Sin embargo requeriría una memoria prodigiosa, capaz de almacenar infinita cantidad de términos. Creo que esta es la limitación, y a la vez la riqueza de la naturaleza humana, pues, por un lado cuenta con un número limitado de términos (palabras) y, por otro, tiene una infinita capacidad de combinación de dichos términos. Todo ello nacido de la limitación de nuestros sentidos físicos de acceso a la realidad que nos rodea, y de la amplitud, casi diríamos infinitud, de nuestras capacidades y sentidos internos, que nos permiten una amplia gama de posibilidades de combinación de dicha realidad exterior. Es el contraste de lo físico y lo metafísico en la constitución de nuestro ser humano.

jueves, 15 de junio de 2006

Filosofía y ciencia.

Lo primero que aparece en mi necesidad humana de supervivencia es la técnica para manejar los materiales y procesos naturales para satisfacer mis necesidades básicas. Posteriormente aparece una necesidad de explicar el mundo que me rodea con la finalidad de autojustificarme en el uso de los medios de supervivencia. El primer impulso es netamente egotista, el segundo es social. Surge, como primera aproximación de conocimiento, una ambición universalizadora de explicación. O sea, no hay un enfoque que se dedica a aspectos específicos de la realidad, sino que atiende a buscar una explicación global de cuanto me rodea, incluyéndome a mí mismo. Así surge la filosofía, como una ambición humana de encontrar una explicación de la totalidad de las cosas y procesos. Posteriormente, y como resultado de la técnica y de esa ambición universalizadora de explicar el mundo, surge la ciencia. El enfoque científico es específico: trata de entender el mundo mediante la explicación de lo que percibo y de mi manera de percibir. Conserva una ambición totalizadora, pero no puede salir de los procesos específicos que constituyen el mundo como yo lo veo, pues solamente se satisface cuando sus explicaciones tienen consecuencias de manipulación de lo que me rodea. Es por esto que surgen las ciencias específicas: física, química, biología, cosmología... y muchas más, que tienen que ver tanto con aspectos netamente materiales como aspectos ligados con la naturaleza humana y las interrelaciones entre seres humanos. La filosofía ha quedado relegada, en su condición de ambición totalizadora que no busca manipulación alguna. Sinembargo, dentro de las ciencias, aparece una nueva filosofía que busca las explicaciones a partir de la profundización del pensamiento en los modelos de la ciencia y su justificación. Esta utilitariedad manipuladora de cuanto nos rodea ha secado la concepción de lo humano y ha constituído un elemento desertificador dentro de la ciencia, que, cada vez más, se ve obligada a regresar a la filosofía, a la concepción universalizadora, para poder subsistir, pero de una manera que se asemeja a la búsqueda de oasis alimentadores dentro de un desierto árido y agotador de perspectivas materializantes de la realidad como se nos presenta a los seres humanos. Así veo que los grandes científicos terminan siendo los que promueven la filosofía en ámbitos cada vez más personales y selectos, olvidando que el alimento de la filosofía, como explicación autojustificadora de lo humano dentro del contexto de la vida y la naturaleza, hace falta a la generalidad de los seres humanos menos favorecidos por condiciones intelectuales y educativas, para poder subsistir como comunidad. Este, por supuesto, es un punto de vista personal y subjetivo de alguien que solamente conoce la superficialidad de la ciencia a través de la instrucción básica, pero que se encuentra sumergido en la aridez de una sociedad humana cada vez más dedicada a necesidades de satisfacción alejadas de lo simplemente humano.

Técnica, tecnología y ciencia.

Hay una manera de ver las cosas que me rodean en una forma en la que simplemente acepto lo que percibo, y, a partir de esa percepción, estructuro técnicas para manejar el ambiente de la mejor manera posible a mi alcance para obtener resultados que satisfagan mis necesidades vitales: alimentación, vivienda, vestido. Otra manera se da cuando cuestiono la forma en la que percibo las cosas, preguntándome la razón de ser de las cosas como las percibo: ¿porqué?, ¿cómo sucede?, ¿qué cosas sustentan lo que sucede?. En este caso surge mi necesidad de estructurar una solución a mis preguntas, un modelo de los sucesos: sus antecedentes, sus fundamentos, sus posibles alternativas de ocurrencia; y, en tal caso, me puedo dar explicaciones acerca de los sucesos, y, una vez más, procedo a utilizar dichas explicaciones para satisfacer mis necesidades, estructurando una tecnología, una manera de manipular los sucesos en mi beneficio. Y, finalmente, puedo cuestionarme mi manera de estructurar la realidad que me rodea dentro de contextos más amplios que expliquen conjuntos de sucesos o procesos naturales, y, en este caso, estructuro explicaciones que se transforman en modelos de ciencia. Esta última estructura viene a constituirse en una herramienta de transformación de mi manera de percibir. En efecto, mi manejo de las situaciones y circunstancias cambiantes van transformando mi manera de percibir el tratamiento de los materiales y procesos en la satisfacción de mis necesidades, y, simultáneamente, me permiten ir reelaborando las técnicas y las tecnologías de transformación para obtener mejores y más eficientes procesos dentro de contextos más amplios. Se van presentando nuevas posibilidades de transformación que atienden aspectos de mi vida física que tienen que ver con satisfacciones cada vez menos ligadas a las necesidades básicas y más ligadas con la "ampliación" de mis "necesidades": transporte, entretenimiento, autoconocimiento y comunicación. Mi evolución como ser humano va pasando por etapas que, conectadas con el mundo físico, se hacen cada vez menos relacionadas con el mundo físico.