domingo, 29 de marzo de 2009

Necesidad y cuestionamiento

El término "vivencia" lo consideraremos en forma algo semejante al término "experiencia" en el cual existen dos opciones fundamentales: la experiencia como conjunto de hechos (sucesos) inmediatamente relacionados y la experiencia como conjunto de experiencias que constituyen el presente de cada Ser humano en su encuentro con su entorno. La diferencia de vivencia con relación a experiencia está dada porque en la primera nos interesa el término vida, como marco de referencia que contiene la vivencia como conjunto de vivencias, mientras que la experiencia está enmarcada en el conocimiento, como conjunto de experiencias que le confieren al Ser humano una determinada habilidad en el encuentro con su entorno. O sea: vivencia es la vida como conjunto de vivencias que, en cada momento, involucran al Ser humano consigo mismo, con su conciencia; y experiencia es el conocimiento que habilita en cada momento a dicho Ser humano con su entorno y sus relaciones de convivencia.

El Ser humano, como parte de su Ser, tiene la apetitividad como condición que lo agrupa, desde la perspectiva de la biología, con los animales y, por consiguiente, forma parte del denominado reino animal. Dicha apetitividad, cuando se refiere a su condición animal, cumple un ciclo repetitivo de apetito y satisfacción de dicho apetito, que acostumbramos denominar necesidades, pues, en cada ciclo, el apetito origina señales orgánicas que, de no satisfacerse cuando se presentan, pueden ocasionar daños al cuerpo físico y sus facultades conexas e incluso ocasionar la muerte. Estas señales son semejantes a sistemas de alerta que nos condicionan a la búsqueda de los medios de satisfacción que nos permitan la supervivencia.

La primera parte de nuestra vida o vivencia, cuando se dan las circunstancias de nacimiento en entornos familiares y sociales apropiados, transcurre bajo la supervisión de nuestros padres y familiares, quienes nos proveen de los medios de alimentación y abrigo requeridos para nuestro crecimiento. Posteriormente, y luego de un período de "formación" y modelaje, bajo la tutela de los adultos de nuestro entorno, comenzamos a independizarnos en la provisión de nuestras necesidades, y a contribuir con el medio familiar y social en el que nos desenvolvemos para la creación de medios de apoyo a la satisfacción de las necesidades de dicho medio y sus individuos.

Puede llegar un momento en el que la satisfacción de las necesidades permitan que comencemos un proceso de cuestionamiento de nuestras vivencias y de nuestra vivencia. O sea, de nuestro devenir y nuestra significación vital, de nuestra vida como manifestación de apetitividad y algo más que denominamos conciencia, como manifestación más elevada del ánima incluida en la denominación "animal" que nos separa de los vegetales y otros organismos que también tienen "vida" o apetitividad como mecanismo de búsqueda de satisfacción de dicha apetitividad (aunque no podemos negar que pudiera existir dicha ánima en vegetales y organismos elementales).

El cuestionamiento adopta el nombre de espiritualidad, como ámbito cumbre de los niveles de conciencia propios de nuestra receptividad sensorial que, bajo la tutela de la conciencia personal, trata de ampliar los límites que detectamos en nuestra receptividad, pues intuimos que, eso que podemos observar en los niveles de conciencia obvios para nuestra sensorialidad, se extiende más allá de ese observar que tiene la capacidad de constituir un observador por encima de nuestras vivencias inmediatas.

Dentro de los niveles de conciencia propios de nuestra apetitividad y sensorialidad, los cuestionamientos siguen los lineamientos de un qué, porqué, para qué, quién, cómo, cuándo y dónde que originan las denominadas categorías del entendimiento puro e intuición pura, o sea, las facultades interpretativa y receptiva, respectivamente. Los fenómenos de la intuición empírica, receptividad, son organizados por el entendimiento, espontaneidad del pensar.
Desde una perspectiva puramente experiencial se logra una visión parcial del cuestionamiento, puesto que solamente se incluye el observador externo en la apreciación del conjunto. En cambio, desde el punto de vista vivencial, necesariamente, se incluye al observador interior que unifica lo interno y lo externo en una totalidad coherente. La perspectiva experiencial se ha ocupado de aspectos internos, tales como la conducta (ética, moral, sociedad y temas conexos) y la sensibilidad (estética, creatividad, sentido del ser y relacionados), pero lo ha hecho desde una perspectiva externo. Ha tomado temas vivenciales sin involucrarse, sin integrarse en la totalidad que ello debería implicar, obviando los estados de ánimo que condicionan la mirada interna sobre lo externo, la conciencia de sí mismo en la consideración del paisaje que intenta describir, descifrar y modelar.
La religión, por otra parte, y parte de lo espiritual desde la perspectiva religiosa, ha querido integrar la vivencia dentro de un campo superior de observación, pero se ha quedado en un simple estudio de "sistemas y procedimientos", de reglas y condicionamientos que se han constituido en un árido complejo de prejuicios que, en lugar de facilitar la experiencia con miras a lograr un conocimiento interior que despierte y evolucione hacia la conciencia, ha congelado las vivencias en conductas de apariencia, para cumplir con las condiciones requeridas por los "regidores" religiosos, cuyas vivencias son limitadas a fronteras aparentemente inamovibles.
En lo espiritual propiamente dicho, constituido por aquellos maestros espirituales y santos que han vivido y experimentado un amplio abanico de vivencias y que, favorecidos por una natural manera de evolucionar hacia la conciencia, como expresión de una totalidad dentro de la cual están inmersos, han tenido experiencias que les ha despertado a una manera de ver que les ha permitido acceder a "lo que" realmente está detrás de las manifestaciones físicas y fenoménicas que forman parte de nuestra receptividad (sensorialidad) y espontaneidad (analizar, desmenuzar, relacionar y recomponer, propias del imaginar y pensar). Estos maestros espirituales y santos, que también han surgido dentro de las religiones, son tan excepcionales como los matemáticos, los artistas, los inventores y similares, cuyas peculiares facultades les han conducido a crear temas, teorías, instrumentos y obras que han servido para que el resto de los seres humanos accedieran a maneras de ver el mundo y los fenómenos en formas novedosas y alternativas. Los santos y maestros espirituales, que no se han alejado del mundo fenoménico sino que lo han aprehendido y comprendido en una perspectiva más amplia, propia de una manera de ver que surge desde la vivencia y la conciencia (el Yo soy), no disponen de un lenguaje como los observadores a que hacíamos referencia, sino de una vivencia que puede invocarse desde la parábola, la anécdota, la historia, las alegorías, los mitos y las leyendas para comunicar sus vivencias en forma de experiencias posibles que no limitan (como reglas de conducta) sino que abren perspectivas de vivencia para sus semejantes. La desventaja de los santos y maestros espirituales, con relación a los observadores de lo externo como multiplicidad, en relación a la posible comunicación, es que raramente pueden comunicarse entre sí para señalar coincidencias que permitan la creación de lenguajes de comunicación, para la orientación de las vivencias de quienes no disponen de su natural disposición para la conciencia integradora de las vivencias dentro de la aparente multiplicidad a que están sometidos los restantes seres humanos. Más aun, no es de su interés tal comunicación, porque, de alguna manera, han percibido que es un mundo accesible y así han orientado, mediante alegorías, mitos y parábolas, a seguidores y discípulos que, en todas las épocas, han seguido sus pasos. Lo peculiar de estas vivencias es que han transformado, en muchos casos, sus vivencias y orientaciones, en núcleo de religiones, que se han congelado por la limitación de sus seguidores en acceder a los niveles de conciencia que ellos han experimentado.

jueves, 12 de marzo de 2009

Acción, información y discurso

La palabra discurso se utiliza, primordialmente, para referirse al lenguaje hablado o escrito, pero su uso se refiere a todo entramado de palabras, ideas o razonamientos que conducen hiladamente a un resultado o conclusión, ya sea como derivación de los pasos dados durante el discurso o ya como totalidad que se logra cuando el discurso está completo. En todo caso, el discurso implica recorrido, camino, concatenamiento de pasos, razonamientos, palabras, afirmaciones, y así sucesivamente con cualquier tipo de unidades de lenguaje en cualquiera de sus acepciones o significaciones. Todo discurso, de cualquier tipo que se nos ocurra imaginar, tiene la connotación de secuencia, recorrido, en una serie de posiciones que deben ser entretejidas, relacionadas de una manera coherente, con sentido de inicio, recorrido y conclusión. Es, por consiguiente, indicación de finitud.
Tanto acción como información son ejemplificación de discurso. Ambos términos, acción e información, se refieren a la experiencia como término que las comprende. El factor importante de tener en cuenta es el hecho de que la experiencia es discursiva, es secuencial y acumulativa de experiencias parciales, que van constituyendo la particular expresión de cualquier Ser humano. Adicionalmente se anota la finitud como condición propia e inherente de lo que denominamos "la vida".
Cuando hablamos de la vida apuntamos a una de dos significaciones: la vida como recorrido particular de un ser humano y la vida como referencia a la organicidad presente en los seres con autonomía apetitiva, o sea, a los seres "animados", dotados de facultades para alimentarse e interrelacionarse con el ambiento o universo circundante y, consiguientemente, con potencialidad de dar y recibir en el contexto en el que se desenvuelven.
Lo constitutivo material del ser humano, y su aprehensión del contexto material que constituye su medio ambiente, o universo o mundo o cualesquiera otros términos que queramos utilizar, mediante las facultades que lo caracterizan (Ser humano) son discursivos. En efecto, todos los medios que permiten delimitar y definir áreas de acción e información para el Ser humano implican la secuencia en el recorrido y la aprehensión propios del Ser que lo caracteriza entre todos los seres del mundo que lo comprende e integra. Tal secuencia es lo que queremos distinguir con el término discurso, discursivo y similares.
Lo complementario, para decirlo de alguna manera que no implique oposición, de lo discursivo, del discurso, es la unidad o totalidad. La intuición es totalizadora, igual que la razón como facultad que busca la completud en las maneras que tiene el entendimiento de acceder a la realidad circundante. Tanto intuición como razón puras tienen como campo de competencia la totalidad, o sea, en otras palabras, lo infinito y lo eterno como términos extremos de presencia y secuencia, de espacio y tiempo. La intuición empírica y el razonamiento son limitaciones discursivas de la intuición y razón puras, y el espacio y el tiempo son ámbitos de aplicación para la facultad aprehensiva y discursiva del Ser humano, como ser inmerso en la materialidad que lo constituye y lo comprende.
La intuición y el razonamiento empíricos, caracterizados por el discurso y la aprehensión propias de figura y fondo han sido, hasta el presente, el fundamento de la experiencia y el conocimiento en sus diversas presentaciones. La intuición y razón puras, como objetivos de apreciación en la formación del Ser humano, se han quedado como distintivos de las áreas de lo místico y lo espiritual, como experiencias accesibles para pocos privilegiados por la naturaleza y sus facultades individuales. Es un poco como hacer referencia al conocimiento matemático como área que ha quedado, en su nivel más elevado y abstracto, para las mentes que pueden acceder a una manera muy especializada de ver los procesos de cantidad y cualidad que denominamos geografía (espacio, presencia en el campo de las interacciones materiales y humanas) e historia (tiempo, secuencia en el campo de las relaciones entre seres humanos y no humanos).
En el campo de la docencia (sistemas de enseñanza-aprendizaje) se ha considerado al Ser humano dotado de sensibilidad y entendimiento. La conciencia, como proceso o facultad superior, que comprende la sensibilidad y el entendimiento como aspectos parciales del Ser humano, no ha sido objeto de consideración, al menos explícita. Aunque pudiera argumentarse que tal conciencia es lo que se busca como fin de la instrucción escolar, media y superior.
Cuando se toma un texto de enseñanza, o se considera al docente especializado en determinada materia de conocimiento, se enfoca la transmisión de la información correspondiente como un modelo que se introduce en las facultades discursivas del entendimiento para su integración en el receptor, el alumno, que las deberá procesar e integrar como procesos discursivos naturales al entendimiento. Si el receptor, el alumno, tiene en su haber genético y de experiencia un campo de similitud (asimilación) que lo particularice para algún área de conocimiento en particular, habrá encontrado su posición dentro del contexto humano que la instrucción escolar modela. Los procesos, de alguna manera, son automatizados como respuestas con variaciones múltiples a los contextos que las distintas áreas de conocimiento implican. La conciencia (Yo soy: Unidad que se manifiesta y expresa) queda supeditada a un simple "tema con variaciones", para utilizar una terminología propia de la música.
En mi opinión, para que la instrucción escolar tome una dinámica más propia de la intuición y razón puras, como facultades integradoras de la intuición empírica y el razonamiento discursivo, la conciencia debe tomarse como la base de sustentación del sistema escolar existente. La conciencia es un punto o puesto de observación superior a la intuición empírica y razonamiento discursivo, mediante el cual puede orientarse al ser humano individual (Ser humano) hacia el encuentro con su contexto en una relación viviente. Es tomar los modelos y someterlos a la aprehensión mediante su integración en el contexto humano. Es hacer lo posible por "resucitar" un modelo estático, un discurso elaborado por un Ser humano que vivenció y encontró una manera de ver una figura sobre un fondo específicos, para reelaborarlo en los términos de otro Ser humano que quiere orientarse para proseguir un camino de observación y complementación de lo "ya recorrido" que se convierte en "mapa" sobre el cual integrar nuevas figuras sobre fondos más amplios. Es hacer un intento por seguir la "evolución" del conocimiento hasta lograr que la figura y el fondo coincidan, como un universo que se desenvuelve en posibilidades o potencialidades accesibles a un cuerpo viviente totalmente integrado, como una partitura musical con múltiples variaciones abiertas a la interpretación de una misma totalidad.
En mi opinión, cada Ser humano es una posibilidad con facultades propias dentro del contexto que le toca manejar. Y la orientación que requiere, además de la información acumulada por sucesivas generaciones humanas, es el encuentro con sus propios dones y facultades, a través de la conciencia (Yo soy) y la determinación de sus posibilidades y potencialidades interpretativas y creativas dentro del contexto que lo particulariza. La educación es un proceso de modelaje que no se puede dejar en manos de la instrucción escolar, entendida esta como información y procesos de manejo de dicha información, sino como constante intercambio en el que el contexto y el Yo soy (conciencia) se enriquecen en una continua danza alegre, nutritiva y amable.