viernes, 23 de mayo de 2008

Experiencia 24

Desde que el "ser" humano creó el primer significante (palabra) para comunicar a un semejante la presencia, real o referencial, de un significado (objeto designado), el lenguaje oral y escrito se enriqueció con nuevas y más elaboradas, y no tan físicas y tangibles, referencias. Y estas perspectivas son un intento más en dicha dirección. Es la necesidad de aproximar la experiencia vivida con los recursos del lenguaje utilizado para acortar el trecho entre lo comunicado y la experiencia; es decir, para transmitir una manera de vivir en palabras que permitan una vivencia por parte del que recibe la comunicación. La filosofía es la primera disciplina que intenta constituirse en unidad de significaciones vivenciales. Progresivamente se va viendo que la simple comunicación de significados mediante el lenguaje es inoperante como aproximación entre lo vivenciado y lo comunicado y, consiguientemente, se busca en la ciencia experimental (experimento, comprobación y creación de significantes de fácil comprobación por parte de los científicos involucrados). Esta ciencia tiene la peculiaridad de ser local, o sea, de referirse a tópicos específicos y de abarcar aquellos aspectos de la experiencia que son, en alguna medida, tangibles (sensibles en el sentido más amplio); son los aspectos cuyas referencias permanecen con el tiempo y, de alguna manera, son "objetivos", o sea, que el sujeto es afectado, solamente, en su exterioridad, dejando su interioridad a disciplinas como las artes (poesía, literatura, escultura y semejantes), la religión y las denominadas ciencias blandas o humanas (filosofía, ética y moral, historia, sociología y semejantes), que se refieren a temas que pueden suscitar diferencias de planteamiento difíciles de conciliar entre distintas maneras de vivenciar las interrelaciones humanas.
Difícil es para los santos y maestros espirituales comunicar sus vivencias en un nivel verbal que permita que los interlocutores puedan acceder a tales vivencias en una forma directa y no simplemente referencial, imaginativa o analógica. Tales vivencias tienen una condición no temporal o, por lo menos, se refieren a unas vivencias cuya causa y efectos tienen un enlace de mayor alcance, de "memoria" de mayor largo plazo, pues su relación se da en contextos que no son inmediatos ni de corto plazo, en su significación fundamental. Son vivencias cuya relación en el contexto, humano y no humano, implican una totalidad e integridad que siguen "leyes" y "principios" no verificables mediante la ciencia "local", y requieren, más que una "racionalidad" de una conciencia. Podríamos decir que la ciencia es una conciencia de corto alcance (sensible) y la vivencia que se relaciona con lo que los santos y maestros espirituales intentan comunicar tiene que ver con una conciencia que los involucra con el contexto de la vivencia. La ciencia es "objetiva" (subjetividad compartida mediante la sensibilidad externa propia del ser humano) y lo "espiritual" es "subjetivo" (objetividad de lo subjetivo) en la medida en que lo vivenciado involucra al "ser" humano en integridad con el contexto que lo comprende.
En este contexto de aproximar la vivencia con la comunicación, y permitir, así, que dicha vivencia se transforme en un laboratorio experimentable para el que lo recibe, pudiéramos considerar que el conocimiento científico y tecnológico actual ofrece una analogía del ser humano como constituído por un hardware (cuerpo físico y sus órganos y funciones orgánicas y neurológicas), un software (las categorías de la Crítica Kantiana y las emociones fundamentales sintetizadas por Emilio Mira y López en su extraordinario libro "Cuatro gigantes del alma") y un principio vivencial que podemos, provisionalmente, denominar "alma" (aporte de las religiones en el contexto que denominamos "espiritual").
La experiencia se constituye, organiza y consolida a partir de las vivencias que afectan al "ser" humano en su intercambio, comunicación y relación con su contexto, a partir de las categorías de cantidad, cualidad, relación y modalidad mediadas por el miedo, la ira, el amor y el deber y a la potencial posibilidad de acceder a niveles de conciencia superiores a lo físico, imaginativo, emocional, mental y reactivo. Estos niveles de conciencia, que superan el mundo de lo material, podrían considerarse un acceso vivencial que semeja una participación e inmersión en la totalidad y cuyo referencial más conocido es el "éxtasis" o inmersión del "ser" humano en una "realidad" que lo absorbe y comprende.